Los trabajadores han estado ocupados en este pueblo de esquí, bucólico y remoto: pintaron las calles de azul, al igual que los postes de la luz y las cercas, dejando el lugar irreconocible. Y, conforme se realizaban los preparativos finales para una fiesta de tres días, los habitantes maldecían a la Alcaldía por aprobar un contrato para permitir que una compañía cervecera lo convirtiera en un “anuncio viviente” a cambio de 500 mil dólares.
“Es un error”, dijo David Rothman, de 55 años, sobre la decisión de dejar que Anheuser-Busch se adueñara del pueblo para filmar un comercial de cerveza. “Es vulgar y corriente”.
El 5 de septiembre, la compañía llevó en avión a mil jóvenes para pasar un fin de semana de parrandas al estilo Spring break, en el marco de una campaña para Bud Light.
En la avenida principal del pueblo, la Elk, fueron colocados “jacuzzis” al aire libre, una caja de arena, iluminación para conciertos y un escenario. A los restaurantes y hoteles se les quitaron señales locales para poner sombrillas y letreros marcados con el logo de la marca.
Cuando comenzó la filmación, fueron repartidas bebidas en forma ilimitada y se restringió el acceso a la avenida principal sólo a las personas que llevaran brazaletes de la compañía, y el hermoso Crested Butte, rodeado de montañas, fue rebautizado como “Whatever, U.S.A.”.
“Este pueblo está construido para este tipo exacto de actividad”, dijo Nick Kelly, un portavoz de Anheuser-Busch. Pero muchos habitantes no coinciden.
Los vecinos no sólo objetaron la decisión de rentar todo el pueblo, sino también la secrecía con la que se cerró el contrato, del cual se filtraron rumores a finales de agosto. Después de una asamblea municipal que dividió a la comunidad, Anheuser-Busch duplicó su oferta inicial de 250 mil dólares.
Un franco oponente es Tim Wirth, un ex senador federal quien vive aquí. “No se eligió al Gobierno del pueblo para que, utilizando propiedades y recursos públicos, lo convirtiera en un salón de cerveza los fines de semana”, escribió en una carta dirigida al consejo municipal.
Funcionarios municipales señalaron que recibieron bien los ingresos y empleos que trajo esta actividad. El presupuesto anual de Crested Butte es de solo 10 millones de dólares, y el medio millón de Anheuser-Bush –al que la empresa denomina donación– se utilizará en un proyecto aún no determinado. En cuanto a la secrecía, el alcalde Aaron Huckstep indicó que les preocupaba que las noticias de la grabación trajeran forasteros.
Desde su oficina, ubicada arriba de una pizzería, Huckstep, vestido con pantalones cortos y chanclas, se disculpó por la secrecía, pero defendió su decisión de aprobar la filmación.
“No es que todos los días llegue una compañía y diga: ‘Queremos donar medio millón de dólares para su comunidad. Queremos contratar a la gente del pueblo. Queremos trabajar con sus bares y restaurantes’”, explicó.
Según los defensores del acuerdo, esta actividad traería una inyección de dinero muy necesaria en temporada baja. La población total es de sólo mil 500 habitantes, y muchas personas trabajan en dos o tres empleos para llegar a fin de mes; como en muchos pueblos vacacionales, la vivienda es cada vez más escasa.
“Crested Butte es un gran lugar para vivir, pero es un lugar duro para ganarse la vida”, consideró Jim Schmidt, un consejero municipal que ayudó en la aprobación de la filmación. La compañía cervecera prometió contratar a 300 lugareños. “No hay duda de que puso a trabajar a muchas personas”, dijo.
Rothman, ex director de la escuela local, quien también es uno de los fundadores del Festival de Música de Crested Butte, dijo: “Esto no tiene cabida en un lugar que trata de promoverse como un hermoso ambiente natural”.
Anheuser-Busch seleccionó a los fiesteros de un grupo de más de 150 mil personas que enviaron videos en los que mostraban que sí estaban “a la altura de ‘Whatever’”. “Fue un fin de semana en el que los negocios hubieran tenido muy poco movimiento, y nosotros trajimos a miles de consumidores”, dijo Kelly, el portavoz de la cervecería.
Los críticos de la filmación señalaron que les preocupa que sea el comienzo de un cambio cultural que al final despoje al pueblo de su carácter tranquilo. Muchos habitantes dejaron atrás vidas rápidas para entrar a esta sencilla comunidad. “Decidimos vivir aquí”, dijo Troy Wildman, de 50 años, un cocinero cuyo salario depende de la temporada de turismo. “Preferiría comer sólo frijoles a vivir en Dallas”.
Los habitantes señalaron que se enorgullecen no sólo por el espíritu libre del pueblo, sino también por lo que no es: Aspen o Vail, centros vacacionales más grandes y más elegantes, que, consideran, ya perdieron su vibra pueblerina. “Nos sentimos protectores de este lugar”, comentó Cassie Byrne, de 22 años, una habitante cuyos abuelos empezaron a visitarlo en los 60. “No nos gustan los grandes negocios, queremos que siga siendo local”.
Huckstep dijo que la filmación sería una experiencia de aprendizaje para tomar decisiones sobre planes de crecimiento.
“A una escala micro, ves la bota y dices: ‘¿Por qué tanto problema?’. Es una inquietud legítima que la gente diga: ‘Realmente valoro mi calidad de vida y temo que la estemos perdiendo a medida que permitimos este tipo de actividades’”.
Convierten a pueblo en “anuncio viviente”
Crested Butte fue trasnformado en Whatever, para una campaña de Bud Light por la que la cervecera Anheuser-Busch pagó medio millón de dólares; la comu