Ayer arrancó en Caracas la decimoquinta operación en 14 años de revolución bolivariana para combatir el crimen, el asunto que, incluso en medio de una empinada crisis político-electoral, más preocupa a los venezolanos.
El plan, denominado Patria Segura, es la nueva respuesta que el Gobierno del presidente Nicolás Maduro da al problema, pero a fin de cuentas se parece mucho a lo que hacían los viejos gobiernos de la denostada IV República (nombre que el fallecido Hugo Chávez acuñó para las administraciones democristianas y socialdemócratas del periodo 1958-98): desplegar a los militares en las calles.
Venezuela se ha convertido en uno de los países más violentos del mundo. El informe anual del Ministerio del Interior admitía más de 16 mil asesinatos en toda Venezuela durante 2012. Caracas, la capital, se mantiene en el podio de las tres ciudades más letales del planeta. En lo que va de mayo, en su área metropolitana se registraron 186 homicidios. Sólo durante este fin de semana ingresaron 41 cadáveres en la principal morgue de la ciudad.
Estas cifras de guerra civil dan sustento a un clima persistente de verdadero pánico entre la población, que el Gobierno por mucho tiempo buscó caricaturizar como “una sensación” propiciada por el amarillismo de la prensa, mientras intentaba paliarla en la calle con diversas iniciativas de abordaje “social” del problema.
Sin embargo, en su última campaña electoral, Hugo Chávez entendió que ya no era posible eludir el tema. En junio pasado lanzó una misión -las operaciones paraestatales de atención social que tanto rédito electoral le dieron desde 2004- bajo el nombre de A toda vida, Venezuela, que incluía la transformación del sistema penitenciario, la municipalización de la justicia y la atención integral a las víctimas del hampa. El comandante se cuidó entonces de precisar que la misión evitaría incurrir en los tics represivos de otros planes de seguridad.

Compañera y Primera Dama

Nicolás Maduro definió a Cilia Flores como la primera dama de la República Bolivariana de Venezuela. Hasta entonces se había negado calificar así en público a su compañera, acaso para darle la espalda al protocolo, algo tan consustancial al chavismo, pero también porque lo consideraba como una trivialidad burguesa.
“Ese es un concepto de alta alcurnia”, explicó el hoy Jefe de Estado el día que inscribió su candidatura. Prefirió entonces endilgarle un mote más ridículo -la Primera Combatiente de la República- como para seguir impostando la falsa epopeya de la revolución bolivariana.
Cilia Flores no parece haber nacido para encargarse sólo de la Fundación del Niño, o para llevar una vida discreta y estrechar la mano de los jefes de Estado que visitan Venezuela. Nacida hace 60 años en un hogar pobre en Tinaquillo, Estado Cojedes, en el centro de Venezuela, Flores es una mujer hecha a sí misma, con una vida sin relumbrones de éxito y es licenciada en Derecho.

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