Las calles del centro de San Miguel de Allende fueron testigos silenciosos de la sesión nudista que el fotógrafo neoyorkino Spencer Tunick realizó a 150 mujeres.
Las valientes que acudieron al llamado del artista para crear su nueva obra titulada “El Sendero de los Redimidos”, llegaron de Guadalajara, Querétaro, Distrito Federal, Aguascalientes, Monterrey, Veracruz, León, Celaya y extranjeras de Estados Unidos, Canadá y Holanda.
Durante tres horas, el fotógrafo estadounidense vistió y desnudó en cuatro ocasiones a las modelos para su sesión fotográfica, que fue parte de los eventos del Festival de La Calaca que se realiza del 30 de octubre al 2 de noviembre.
A las 4:30 de la madrugada de ayer la temperatura en San Miguel de Allende era de ocho grados centígrados, de acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional. A esa hora, al Hotel Matilda ubicado en la calle Aldama, llegaron las mujeres a pie o en taxi, de una en una o en grupo.
Dos horas después, aún en la oscuridad, Tunick apareció en la entrada del hotel y caminó hacia la Parroquia de San Miguel Arcángel entre la neblina que cubría las calles.
El séquito de asistentes del fotógrafo salió a la calle escoltado por una procesión de mujeres de cabello, negro, rubio, castaño, rojo y blanco por las cananas, dispuestas a desnudarse en la vía pública.
La flor de cempasúchil
Todas las mujeres atraídas por el trabajo de Tunick cargaron en su cuello una tira de alambre de dos metros cubierta por alrededor de 100 flores anaranjadas de cempasúchil. En total para las fotografías se usaron alrededor de 15 mil flores sin tallo.
La directiva del Festival de La Calaca desafió a Tunick a realizar su arte bajo el contexto de la flor de cempasúchil.
“El reto que le dimos a Spencer fue para el tema del Día de Muertos, se busca arte y paz con lo que está pasando en México, en el mundo y así sanar de formas artísticas a la sociedad.
“Hace frío y una de las cosas que Spencer dice es que la gente de México es muy valiente al desnudarse aún con éste frío horrendo, porque estar desnudo para él, es un estado de pureza”, mencionó Claudia Oliver Montelongo, directora del Festival de La Calaca.
Durante la sesión el fotógrafo representó la muerte con la flor y los cuerpos desnudos de mujer, pero también la bienaventuranza y un camino iluminado, pues según la tradición mexicana los pétalos se utilizan para marcar en el suelo el camino que deben seguir las almas de los difuntos rumbo a los altares alzados en su honor.
La costumbre señala que los pétalos almacenan el calor del sol que ilumina el camino de retorno a los espíritus, además, los collares con flor de cempasúchil simbolizan bienaventuranza.
En todo el recorrido de la sesión fotográfica los collares de flor que llevaban las mujeres dejaron un rastro de pétalos anaranjado y un aroma florar en el ambiente.
Primera toma
Sobre la misma calle Aldama y a una cuadra de la Parroquia de San Miguel Arcángel, Tunick acomodó una escalera plegable de tres metros de alto en medio de la calle y dirigió a las mujeres de espalda a la parroquia.
Cinco minutos después, el estadounidense vestido de negro dio la orden, “Fuera ropa, fuera ropa”. En segundos las 150 mujeres se despojaron de su calzado, blusas, pants, vestidos y batas.
El aroma de las flores “inundó” el ambiente y el frío del piso empedrado congeló los pies de las participantes.
La piel de las mujeres desnudas contrastó con la estructura colonial de la ciudad cuando Tunick dijo: “Todas debajo de las banquetas, yo digo quienes quiero que estén arriba”.
A decir del fotógrafo, el arte del cuerpo humano no es sólo tomar desnudos, si no el proceso de acomodarlos artísticamente, buscar los contrastes y la iluminación adecuada.
“Necesito organización muy propia, no hay un productor, esto no es como una productora de películas con presupuesto millonario soy un artista que tiene sueños, no tengo curadores, directores soy solo yo”, dijo en entrevista.
La brisa gélida caía sobre los cuerpos de las mujeres y Tunick estaba inspirado cuando una mujer abrió la puerta de su casa y se encontró al grupo de nudistas de frente, que de inmediato dijeron al unísono: “Entre, entre a su casa”. La sanmiguelense cerró antes de que la multitud terminara su frase.
A las 7:15 la primera toma terminó, las modelos se vistieron y juntas caminaron tras Tunick hasta la calle Diez de Solano donde nuevamente se desnudaron para la sesión.
La toma secreta
Después de cinco minutos de caminata hasta la calle Recreo, las modelos, Tunick y su equipo entraron a la Plaza de Toros Oriente, ahí restringieron el acceso al público para una sesión privada.
Una hora más tarde las modelos aparecieron en la puerta de la Plaza de Toros en medio del estadounidense que ha tomado fotos de miles de personas desnudas alrededor del mundo.
La toma final
La última ubicación de la sesión se realizó en la calle Bajada de la Garita, para ese entonces las mujeres temblaban de frío, sin embargo todas lucían sonrisas en sus caras sin maquillaje y platicaban.
Para el montaje final, Tunick daba indicaciones, en un momento se desesperó y gritó más fuerte y serio que antes: “Mujeres háganme caso acomódense aquí todas tendidas en el piso y no sonrían se supone que están muertas”.
En ese momento un hombre de pelo totalmente cano salió a la terraza frente a la toma… el estadounidense se alteró y dejó caer un vaso con jugo de naranja al tiempo que pidió a gritos que el hombre se moviera.
La última orden fue que las mujeres se pararan. “Todas al mismo tiempo van a lanzar las flores hacia el cielo”.
Para ese momento, en las calles ya caminaban decenas de personas, algunas se pararon a ver el trabajo del fotógrafo y otras caminaron más rápido sin voltear.
A la cuenta de tres, las modelos gritaron emocionadas y lanzaron al aire las flores anaranjadas que al caer impregnaron el ambiente del aroma a Cempasúchil, característico del Día de Muertos.
Después de cuatro intentos similares al citado, la toma convenció al fotógrafo que finalizó su trabajo con un “Listo, gracias a todas, hemos terminado”. Al mismo tiempo las 150 mujeres brincaron y juntas gritaron emocionadas.
Para concluir el evento todos los participantes caminaron hasta el Café Cumpanio en la calle Correo donde disfrutaron de café, pan con mermelada y algunos, huevos o chilaquiles; eso sí, todos como amigos en una reunión, cada quien pagó su cuenta.
Así, las calles de San Miguel de Allende presenciaron por segunda ocasión el arte de Tunick que se dice enamorado de México y su gente valiente.
SPENCER TUNICK EN VINE
Por hacer una nueva toma con 100 mujeres en San Miguel de Allende.
Salen modelos de Plaza de Toros Oriente y se se posicionan en calle Bajada de la Garita.
Al término de la sesión, Spencer Tunick se toma fotos y desayuna con las participantes en el Café Cumpanio.