Esta afición macabra desata polémica, pero cada día gana más adeptos. El tema ha sido muy comentado este año propósito del conflicto de Gaza: en Tel Aviv, Israel, se vio a varios grupos de visitantes sentarse a observar por las noches cómo se iluminaba el cielo con los bombardeos, apenas unos meses atrás. En la isla Ellis, en Nueva York, se abrió hace un par de semanas el hospital donde se inspeccionaba la salud de los inmigrantes europeos a Estados Unidos a principios del siglo pasado.
El fenómeno innegablemente impacta en los destinos. Las visitas en Gaza el año siguiente al conflicto de 2008-2009 aumentaron en 65 por ciento, de acuerdo con el Instituto del Turismo Negro, de la University of Central Lancashire en Inglaterra (desde 2005 existe un instituto dedicado al estudio de esta tendencia).
El instituto realiza foros y simposios, además publica noticias sobre el tema, que relaciona con política, cultura, ética y sociedad. El último foro lo organizó el año pasado bajo el nombre de “Heterotopías y sitios Postapocalípticos: El Caso de Chernóbil”, en el que se habló del florecimiento de los recorridos ilegales al pueblo de Pripyat, ahora fantasma, pero donde vivían 50 mil personas antes de la catástrofe nuclear de 1986.
Otros lugares, por el contrario, han sido habilitados para recibir al turismo, como en el caso del hospital de la Isla Ellis, donde ahora hay una instalación fotográfica con retratos de antiguos pacientes y médicos; o la famosísima Zona Cero, también en Nueva York, donde ocurrió la tragedia de las Torres Gemelas: además de las famosas fuentes conmemorativas, ahora hay un museo que ha roto récord de visitantes. En tan sólo cuatro meses logró recibir un millón de personas.
Sin embargo, de acuerdo con el instituto, el rango de lugares considerados como turismo negro es muy amplio: antiguos campos de guerra, prisiones donde miles murieron amotinados, sitios de desastres naturales o la calle donde asesinaron a un político.
Entre ellos, el centro académico enlista a los más visitados: Auschwitz en Polonia, por la masacre nazi; Gettysburg, Pennsylvania, donde se libró la batalla más sangrienta de la Guerra Civil de EU; Hiroshima y Nagasaki, en Japón, por los desastres nucleares.
También integra al London Dungeon, un calabozo en la capital inglesa en el que se puede visitar la exhibición de Jack el Destripador; al Castillo Bran en Rumania, donde supuestamente vivió Drácula; Waterloo, en Bélgica, sitio que presenció la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte, y el Museo del Genocidio en Camboya, con una grotesca exposición de cráneos.
Agencias de viaje inglesas como Political Tours, Untamed Borders y Wild Frontiers han aprovechado bien el morbo, con recorridos que incluyen visitas al antiguo complejo del ex dictador Muamar Gaddafi, la prisión de Abu Salim, e incluso encuentros cara a cara con miembros de la milicia de Libia. Ofrecen también viajes de esquí y snowboard en Afganistán, país que ha estado en guerra con Estados Unidos ininterrumpidamente desde 2001 hasta la fecha.
Según el instituto, en México se consideran sitios de turismo negro el Museo de las Momias de Guanajuato, la festividad del Día de Muertos en todo el país y el muro fronterizo entre México y Estados Unidos, visible desde ciudades como Tijuana o Ciudad Juárez.
El turismo del morbo
Algunos consideran al turismo negro como de mal gusto, mientras otros lo respaldan argumentando interés histórico.