El Partido Republicano se perfila como el ganador en las elecciones legislativas de mañana en Estados Unidos.
La atención está puesta en la pelea por la Cámara alta, que podría cambiar de signo al pasar del dominio demócrata al republicano.
Así, la oposición, que conservaría su mayoría en la Cámara de Representantes, se haría con el control total del Congreso.
De ser así, el impopular presidente Barack Obama lideraría un Gobierno totalmente dividido durante los próximos dos años, los últimos de su segundo mandato.
Ayer, la misma Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara baja, advirtió que las elecciones podrían ser catastróficas para su partido.
En un último esfuerzo para recaudar fondos, la congresista de California conminó a los votantes liberales a seguir donando dinero para el partido.
En total, los estadounidenses eligen 435 representantes, 33 senadores (la tercera parte de la Cámara alta) y 36 gobernadores.
En la pelea por el Senado, Georgia, Iowa y Kansas son las contiendas más peleadas y las que podrían definir el destino del Capitolio.
En Kansas, el empresario Greg Orman, podría desbancar a Pat Roberts, un republicanos histórico de la Cámara alta.
Los hispanos, por su parte, serán determinantes en estados como Colorado, donde se disputa la elección a Senador y a Gobernador, y en Georgia, Carolina del Norte e incluso Kansas.
La gran duda es cuál será la tasa de participación, que es más baja en las elecciones de medio término.
Por otro lado, hay 10 contiendas a Gobernador que están reñidas.
La más significativa es Florida, uno de los estados clave en las elecciones presidenciales, donde el demócrata Charlie Crist aventaja por menos de un punto al republicano Rick Scott.
En Illinois, hogar político de Obama, el republicano Bruce Rauner tiene una mínima ventaja sobre el gobernador demócrata Pat Quinn.
La elección de mañana se da en un ambiente de desafección hacia el Presidente, de descontento con la clase política en Washington y de pesimismo ante la economía y la posición de Estados Unidos en el mundo.
Desde las últimas elecciones de medio término, en 2010, la tasa de desempleo cayó de 9.5% a 5.9.
Asimismo, el déficit bajó de cerca del 9% al 2.9, al tiempo que la economía ha crecido a un ritmo sostenido.
Sin embargo, 65% de los estadounidenses está insatisfecho con la situación del País y la mayoría desaprueba la gestión de Obama (49% frente al 44 que la aprueba), según datos del Pew Research Center.
“Muchos estadounidenses sienten que no se benefician de la recuperación”, opina Caroll Doherty, directora de investigaciones políticas en el Pew.
“Los nuevos empleos no están necesariamente bien remunerados, y para los que ya tenían trabajo el aumento de los salarios no se ha mantenido. La gente siente que se queda atrás aunque la economía vaya mejor”, agrega.
Plebiscito o elección
Los republicanos quieren convertir las elecciones legislativas de mañana en un referéndum sobre la gestión de Barack Obama. Por eso Obama y su supuesta incompetencia -con la economía, la reforma sanitaria, el ébola, el Estado Islámico- son el principal argumento de la campaña del Partido Republicano. El Partido Demócrata plantea la contienda electoral como una suma de comicios locales con temas diversos, desde los derechos reproductivos de las mujeres al salario mínimo. De qué relato se imponga dependerá el resultado.
“Está claro que los republicanos quieren nacionalizar las elecciones. Y está claro que los demócratas quieren que de lo que se trate sea de las dos personas que figuran en cada papeleta”, dijo esta semana en Washington Guy Cecil, jefe de la campaña demócrata para el Senado. Cecil participaba en un debate, organizado por el diario Politico, con su homólogo republicano, Rob Collins.
El problema de Cecil es que el propio Obama ha nacionalizado la campaña al exhibir sus logros -la bajada del paro y la reforma sanitaria- y proclamar que en noviembre se someterían al voto. Cuando el moderador preguntó qué político había ayudado más a los candidatos, el republicano Collins respondió: Barack Obama. “Cada vez que hemos tenido un momento bajo en nuestra campaña ha dicho: ‘Mis políticas están en la papeleta’”.