Todos los días, José Óscar González Chávez está cara a cara con la muerte. Es uno de los sepultureros del Panteón de Mezquitán.
Cuando inició en el oficio, sepultaba de 11 a 13 cuerpos al día, hoy, bajó a 3 o 4.
“Hay días que no hay nada, la gente prefiere cremarlos, ya no es igual”, afirma.
El dolor que deja un fallecimiento es algo habitual en su vida y aunque 20 años podrían bastar para “no sentir”, hay algo que aún le pesa.
“Siento feo cuando se deja a niños chiquitos, siempre pienso que se van a quedar solos sin su mamá”, comenta.
Su paso por los pasillos del cementerio son firmes, pese a que ya no hay luz, no titubea. Los “ruidos extraños” no le siembran temor.
Sin embargo, reconoce que en un principio sí se le ponían los “pelos de punta” cuando el viento levantaba las argollas de algunas tumbas haciendo ruidos similares a los golpes en una puerta o los pasos de alguien.
El sepulturero sabe algunas de las leyendas del panteón, pero asegura que nunca ha visto algo extraño o sentido escalofríos al pasar por las criptas.
Lo que sí, relata, es que una vez tomaron una foto que al revelarla se veía una figura inusual, que no estaba al momento de que se captó la imagen.
“Salió una niña chiquita con su bibi, se veía clarita”, recuerda.
El miedo no es lo único a lo que se ha acostumbrado, también a ver los cuerpos ya descompuestos pues regularmente hace exhumaciones y debe recoger los restos del ataúd viejo para ponerlos en el nuevo.
“Se hace para limpiar la propiedad, porque cuando se llena ya no pueden sepultar, así que ponen los restos en la misma caja del muerto que van a enterrar”, asegura.
Los ataúdes de madera, dice, son los más limpios, pues ayudan a la descomposición de los cadáveres y cuando los exhuman, los huesos salen sin piel.
Pero las cajas de metal, favorecen la conservación del cuerpo y al momento de desenterrarlos, aún tienen restos de piel.
Aunque la violencia ha incrementado, explica, es más común ver entierros de personas que fallecieron por enfermedad o de la tercera edad y también por alcoholismo.
En una fecha que los mexicanos toman para recordar a sus muertos, y que se vuelcan a los panteones, muchos se reencontrarán con esa última morada en la que muchos yacen.
Morada en la que sepultureros, como José Óscar, tiene un trabajo cotidiano.
Sepulturero vive cara a cara con la muerte
Todos los días, José Óscar González Chávez está cara a cara con la muerte. Es uno de los sepultureros del Panteón de Mezquitán.