En el delicado juego de ajedrez que representan Estados Unidos y China por el control del sistema financiero internacional, Beijing se ha apuntado un jaque importantísimo.
Una semana después de que lo hiciera el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia desafiaron ayer las objeciones de Washington y anunciaron su participación en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), una de las entidades que promueve Beijing como alternativa a las instituciones multilaterales actuales.
“Francia, Alemania e Italia, en estrecha colaboración con los socios europeos e internacionales, tienen la intención de colaborar con los miembros fundadores del AIIB para construir una institución que siga los mejores principios y las mejores prácticas en materia de gobernanza y de políticas de salvaguarda, de sostenibilidad de la deuda y de contratos”, indicó en un comunicado el Tesoro italiano.
Los Ministerios de Finanzas alemán y francés confirmaron la adhesión en términos similares.
La adhesión europea, todo un símbolo del cambio en la realidad económica global, representa un importante triunfo para China.
No solo los países europeos han puesto de manifiesto su preferencia por colaborar con la República Popular y atraer sus inversiones en lugar de implicarse en una guerra fría política e ideológica, apunta Gauri Khandekar, del centro de estudios FRIDE en Bruselas, sino que Beijing “emerge como la sangre nueva de la economía internacional, que busca un cambio y sus ideas no son necesariamente malas”, asegura.
Beijing, ya convertida en la segunda economía del mundo, ha presionado durante años en favor de reformas de las instituciones multilaterales que reduzcan la cuota de poder estadounidense en favor de economías emergentes.
Pero la resistencia del Congreso de Estados Unidos, dominado por los republicanos, las ha bloqueado hasta ahora, generando frustración entre los europeos y países emergentes y motivando las propuestas alternativas de China.
En el Congreso de Estados Unidos, el secretario del Tesoro, Jack Lew, advirtió contra esa inacción estadounidense.
Los retrasos “están causando que otros países, incluidos algunos de nuestros aliados, pongan en duda nuestro compromiso con el FMI y otras instituciones multilaterales… Nuestra credibilidad internacional y nuestra influencia están siendo amenazadas”.
En una declaración que equivale a reconocer la derrota, el secretario de Estado adjunto de Estados Unidos para Asia Pacífico, Daniel Russell, declaró en Seúl que “cada país puede decidir por sí mismo si la manera de conseguirlo es adhiriéndose antes de que se hayan aclarado los términos del acuerdo o bien esperando a ver qué aspecto tienen las cosas una vez que el banco comience a funcionar”.
PROYECTO AMBICIOSO
El AIIB es el proyecto más avanzado de la serie de instituciones promovidas por China ante la falta de reformas en las entidades actuales.
El banco, lanzado en octubre pasado, contará con un capital inicial de 50 mil millones de dólares.
Tendrá su sede en Beijin, y está previsto que comience a funcionar este año.
Tendrá como misión financiar proyectos de infraestructura en Asia, un sector donde se calcula que las inversiones necesarias en la próxima década rondarán los ocho billones de dólares.
El año pasado se lanzó el Nuevo Banco de Desarrollo o Banco de los BRICS.