Por las venas de Juan Carlos Muñoz circula sangre, pero también diésel, heredado genéticamente por su padre Don Refugio Muñoz Herrera, quien desde pequeño generó en el ahora director de Castores la pasión por dedicarse a la industria del transporte.
Creció entre camiones de carga y operadores; los baleros, piñones y engranes fueron sus juguetes.
Aprendió a manejar a los 10 años, en una camioneta Dodge color crema que según su descripción “era bastante fea, con su palancota”.
“Apenas si alcanzaba los pedales y dando vueltas en el patio del taller aprendí a manejar”.
Más tarde, ya en su adolescencia, luego de varias pruebas como “pichón” tuvo su primera experiencia al volante un 25 de diciembre; en una Navidad inició su recorrido de seis meses por las carreteras de México.
“La primera vez de “pichón” fue en el camión 50, un Kenworth 78 muy bonito. Aprendes del retén, del huachicol, de muertear el camión y hasta dónde comer y cargar gasolina”.
En entrevista con Valor Agregado, el empresario nos comparte sus principales logros y se sensibiliza para hablar sobre los momentos de mayor tristeza.
Además, comparte los retos que tiene al dirigir una de las principales empresas del transporte en México, situación nada sencilla en una industria que registra 125 mil participantes con un parque vehicular de 400 mil unidades y que comenzó con 9 socios y una flotilla de apenas 14 camiones.
“Castores inició como una empresa pequeña hombre-camión. Con muchas ganas, mucho espíritu, mucha idea y poco dinero. A final de cuentas logró forjar mi padre una empresa donde hoy me queda claro que es insignia en México y a mi obliga a dar todo por la empresa y su gente”.
¿Cómo es qué se involucra en la industria del transporte?
Soy transportista por herencia. Mi padre que quedó huérfano a los 2 años, el destino de su vida lo llevó a caer dentro de un camión; trabajando primero en una empresa particular, moviendo puercos en el rastro, luego chofer de Líneas Internacionales Tijuana, posteriormente de Julián de Obregón, donde inicia como transportista al grado que termina fundando su propia empresa. Y aunque siempre nos dio libertad para dedicarnos a lo que nosotros quisiéramos, a mi definitivamente me ganó el gusto por el transporte.
¿En qué momento se involucra por completo en la empresa?
Comencé a los 19 años. Principalmente en los camiones que era lo que más me agradaba para iniciar mi desarrollo personal en el taller. Conocí de todo en el tema mecánico, en la forma de operar el camión, y ya involucrado te das cuenta de tus habilidades y dónde tienes más probabilidades de desarrollo. Me enfoqué a las ventas, me gustan mucho las relaciones públicas, me desenvuelvo fácil y entré en el área de ventas y logística hasta llegar a Dirección cuando éramos 14 oficinas distribuidas en la ruta del Pacífico.
¿Qué tan importante fue esa experiencia práctica para las decisiones que ahora toma en su dirección?
Es primordial, porque aunque no puedes ser un todólogo, para mí los todólogos no existen, pero sí tienes que tener una relación generalizada con las áreas más importantes de las empresas. Cuando entré, por ejemplo, las computadoras comenzaban a ser un insumo. Pero no era el fondo de la empresa y en su momento no me familiaricé con ese tema, hoy me ha sido obligado, de otra forma te pierdes, lo mismo en el tema mecánico. ¿Cómo puede ayudar a un operador, si no sabes al menos qué es un piñón?
¿Qué recuerda de aquellos primeros caminos recorridos como operador?
Los fines de semana no faltaba entre los choferes quién me dijera que agarrara el camión y comencé a ser el “pichón” (viajar acompañado de un chofer). Estaba la empresa en la Avenida Autotransporte y subíamos hasta la “Y” (salida a Lagos) para luego retornar, así varios días… Era una dura prueba porque tenía sus pendientes, sus bajadas, luego hasta llegué a “echar” reja en el camión para apantallar a la novia.
Y luego, ¿cuándo fue su primer viaje a carretera?
Fue un 25 de diciembre, zarpamos con el señor Álvaro González, hoy un socio de la empresa, persona que estimo mucho y salimos en el camión 50, un camión muy bonito Kenwood modelo 78, con un camarote normal. Pasó a recogerme a casa y allí fue la primera vez que salía a la carretera con chofer. A rato manejaba él, luego yo y te van enseñando. Por la fecha no nos recibieron la carga, así que me quedé un día más. Me regresé con el operador Félix Tamayo el famoso “Diablo” en un modelo 81 regresamos a León. Ya en 1989 que me meto de lleno en la empresa, nos subimos 6 meses a andar de choferes para conocer rutas, operaciones, fue todo un proceso.
Qué es más difícil, ¿manejar una empresa o un camión?
Cada uno tiene sus complicaciones, pero operar una empresa la dificultad es que está conformada por gente y tienes que entenderla y ellos pueden tener una forma diferente de pensar y actuar.
Al factor humano al final no puedes manejarlo, convives y no es sencillo dirigir una empresa, tienes que entender primero a la persona. Cometimos muchos errores en un principio de querer promover a una persona con capacidad para otra área y al promoverla la sacábamos de su expertis.
¿Cuál sería para usted la analogía entre operar un camión de carga y una empresa de transportes?
Cuando llegas a una sincronía con la empresa es como cuando vas manejando y tienes una perfecta coordinación entre el clutch y el acelerador, un control de la velocidad, el monitoreo de los autos y peatones, y por si fuera poco de sintonizar el radio o bajar la ventanilla, pero si cambias de velocidad y en vez de mirar al frente, lo haces a la palanca, corres el riesgo de accidentarte.
Parece sencillo compartir una serie de cifras exitosas, pero para usted ¿cuál ha sido ese secreto que hay detrás de esos avances?
Una de las herencias de mi padre fue siempre pensar positivo, ese fue uno de sus grandes éxitos. Siempre iba para adelante. Decía: “a mí me gusta sentarme a escuchar a toda la gente, pero me gusta rodearme de gente positiva, aunque de todos aprendo”. Siempre hablaba de gente importante como Don Guadalupe Lozano, Dámaso de la Concha, Don Polo Almanza, todos 15 años mayores que él y decía que fueron sus mentores. Hablaba siempre de gente muy importante y no necesariamente importante económicamente, sino intelectualmente, decía que de esa gente era la que se aprendía. Yo no aprendo de los que se están quejando.
¿De su padre con que aprendizaje se queda?
Te puedo dar mil, pero el más importante que es el eje de la empresa, de lo que hoy tenemos y es un valor inamovible, es la honestidad. Castores es una empresa que no tiene una letra vencida, no debe a nadie, tenemos la confianza del proveedor, de la gente que sabe que estando aquí tendrá lo que es suyo, todos los puestos son claves desde vigilancia hasta el que está en niveles directivos.
El segundo es mirar siempre para adelante, pero sin dañar a nadie; cuando quieres llegar al éxito pensando en cómo golpear a los demás eso se vuelve un objetivo y ese objetivo tiende por llevarte a los errores del otro. Mi padre siempre me decía: “procura tu bien y si en el camino dañas a alguien, va a haber consecuencia”. Quizá por ejemplo ganar el cliente, pero mi objetivo no era ese, sino generar un cliente, por tanto fue una consecuencia del esfuerzo.
El ser humano por naturaleza, siempre busca nuevos objetivos. A usted ¿qué le falta por hacer?
Yo creo que siempre te va a faltar algo, flojos no somos, somos inquietos y eso te mueve, no es algo en particular, soy dócil a las circunstancias si se presentan las oportunidades las vas tomando. Decía mi padre que “los chapulines se agarran al brinco, no en el piso”. Te lanzas por algo, pero no necesariamente es algo que está hecho para ti, pero cuando está en el aire y está la oportunidad tómala no la dejes ir.
¿Cuáles son esos momentos de felicidad que primeramente vienen a su mente?
Son seis. Uno cuando me casé, que es lo más grande que me ha pasado conocer a mi esposa y el nacimiento de mis 5 hijas. Son 6 momentos que no te puedo dar un valor más a uno que a otro, las emociones quizá son diferentes por ser la primera hija o ser la última, pero no le quita un valor y sin duda son mis más grandes momentos.
También existen los momentos de tristeza, para usted ¿cuáles son?
Cuando perdí a mi hija la mayor, ahora tuviera 22 años, es el momento más feo de mi vida, una serie de sentimientos encontrados, pero a final de cuentas son momentos que te van fortaleciendo, no todo es miel sobre hojuelas. Luego los papás nos preocupamos porque nuestros hijos no sufran, cuando venimos a este mundo a sufrir y el detalle es cómo afrontar ese sufrimiento. Para medir y valorar los momentos de felicidad, tienes que vivir los momentos de miedo, de inseguridad, en mi caso el fallecimiento de mi hija me fortaleció mi matrimonio, pero es lo más feo junto con la muerte de mi padre.
Al viajar es común ver el nombre de Castores, muchos lo mencionan, otros lo conocen, pero ¿por qué Castores?
Son anécdotas que van más allá de pensar en el nombre corto, conciso como dicen los mercadólogos.
Cuando se da la oportunidad de hacer la empresa había que pensar en un nombre, fue una ventana que se abrió en ese momento, porque en aquél entonces eran concesiones cerradas. Mi papá tenía que viajar rápido y quizá y era la primera vez que se subía a un avión, lugar donde se encontró una revista del Pato Donald y entre los nervios y todo con su amigo Clemente Villalpando le preguntó ¿y cómo le vamos a poner a la empresa? Y se agarraron que Águilas del norte, que Águilas del Sureste, había puras empresas Águilas y Halcones, total que curiosamente leyó precisamente la historieta y hablaba de los pequeños castores de Hugo, Paco y Luis y curiosamente éramos 3 hijos, empieza a leer la filosofía de los pequeños Castores, que es un animal trabajador, aventurero, que no se daba por vendido y le gustó, además que empataba con sus 3 hijos varones y así fue como registran el nombre de Transportes Castores de Baja California SA de CV, por la ruta que cubría que era México-Tijuana.
¿Qué nuevos retos vienen para Transportes Castores?
Seguir ampliando nuestros servicios, es un sector altamente pulverizado, un sector ampliamente distribuido y por ello las posibilidades de crecimiento son muy altas y hay que especializarse también. Estamos abriendo nuevas gamas en el área de la industria automotriz, con mucho éxito nos ha funcionado la especialidad de materiales peligrosos, arrancaremos con la división de la industria automotriz y obviamente nuestro principal que significa el 70% de los servicios de la empresa que es el servicio de paquetería y consolidado.
Cuando no está en la empresa, la cámara o la política ¿cuál es su pasatiempo?
Los camiones, porque al final la empresa por fortuna va bien con el gran apoyo de mis hermanos Marcos, Refugio –Muñoz Jr- y de toda la familia de empleados que colabora en Castores, entonces me permite salir del estrés de la CANACAR, de la política y luego hay que sacrificar el golf, el tenis, el futbol o hasta los amigos para estar mayor tiempo con la familia.
SU HISTORIA
Transportes Castores inició operaciones el 8 de marzo de 1974. Cubrían la ruta de la Cd. de México a Tijuana.
Ante el crecimiento en los servicios, construyeron nueva sede en 1981.
En 1999 se inauguró la actual sede corporativa en León, una de las más modernas de América Latina.
La empresa tiene más de 50 sucursales.
Brinda servicio de carga a todo el País y la Costa Oeste de Estados Unidos.