En Europa, cuando los cachorros de osos se acostumbran a convivir con los seres humanos, generalmente no pueden sobrevivir por sí solos. Por eso, cuando crecen los sacrifican.

Pero eso no ocurre en el pueblo remoto de Kutarevo, en Croacia. Desde 2002, el trabajador social retirado Ivan Crnkovic-Pavenka ha dado refugio a los osos pardos que vagabundean por los pueblos en busca de alimentos y se aficionan demasiado a las sobras de los seres humanos.

Dos refugios cercados permiten a los ocho osos vivir cerca del pueblo pero sin entrar en él. Al otro lado del pueblo se extienden los bosques, donde los osos domesticados se arriesgan a ser atacados por osos salvajes. Por eso son confinados a dos encierros de aproximadamente 150 metros de ancho.

“Deseábamos ofrecer una alternativa a la matanza de los cachorros huérfanos que se acostumbraban a los humanos”, explicó Crnkovic-Pavenka.

Cientos de voluntarios de todo el mundo llegan anualmente a Kutarevo para ayudar a Crnkovic-Pavenka.

Aunque la mayoría de los osos pardos de Europa ha desaparecido, se calcula que en Croacia hay un millar.

Una voluntaria francesa, Amelie Jaquet, dijo que otras naciones europeas deberían seguir el ejemplo de Croacia. “Cuando vienes aquí a ayudar te das cuenta que hay algo mal en tu propio país”, comentó. “Nosotros hemos matado a todos los osos y ya no sabemos cómo convivir con la naturaleza”.

Crnkovic-Pavenka dijo que experimentó solo una situación peligrosa en los 13 años que lleva operando el refugio, cuando tuvo que rescatar a un voluntario alemán que había entrado al lugar y empezó a cantar a los osos con su guitarra. El alemán fue mordido pero no sufrió heridas graves y el oso tuvo que ser sacrificado para rescatar al cuidador.

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