Dicen que fueron los celtas los primeros en destilar cebada y centeno, ingredientes básicos del whisky. También se habla de monjes irlandeses y frailes escoceses como sus creadores, pero es innegable que al escuchar esta palabra de inmediato pensemos en Escocia, algunos llaman a esta bebida, sin importar su origen, ‘Scotch’, aunque también los elaboren, y con altísima calidad, en lugares como Irlanda, Japón, Estados Unidos y otros países.

Sucede que el tercer domingo de mayo se celebra, en todo el orbe, el Día del Whisky, ocasión propicia para recordar las bondades del que, quizás, sea el espirituoso más vendido del mundo.

¿Qué es lo que se pretende conseguir en el momento de degustar un whisky?
Esa es una de las preguntas clave para decidirse por un tipo de copa u otra. Las diferentes maneras de consumir este destilado dependen, en gran parte, de si se desea descubrir sus sabores y aromas, disfrutar su permanencia en el paladar o, si por lo contrario, sentir el placer refrescante y sutil de la cebada. Por ello abc.es nos recomienda lo siguiente.

Lo mejor es empezar con la Glencairn. Este tipo de copa es ideal a la hora de catar el whisky. Se trata de un vaso de cristal desarrollado en 2002 por la empresa escocesa Glencairn Crystal y que actualmente es uno de los más utilizados.

Gracias a su forma, permite conocer las notas y aromas de la bebida para que la nariz lo recoja. Muy recomendado si se quiere descubrir los detalles más sutiles de cada whisky.

Otra opción para degustar whisky es el vaso Tumbler. Si lo que se busca es preparar este destilado con hielo en las rocas, es el vaso más adecuado. Su robusto diseño le permite aguantar el golpe del hielo y mantener la temperatura durante más tiempo.

Muchos expertos sostienen que es mejor tomarlo sólo si se quieren degustar con mayor eficacia las peculiaridades más originales de destilería y los matices de la barrica más escondidos.

Otros recomiendan añadirle un poco de agua, siendo uno de los pocos destilados que lo permiten. Gracias a ello el whisky se abre, ofreciendo distintos matices. A pesar de que el corte con agua debe ser sutil, diluir el alcohol también facilita que la degustación sea más ligera.

Añadir hielo a la copa de whisky cierra los aromas y los sabores, en vez de abrirlos. La ingesta será más refrescante y calmada, pero se perderán los matices del whisky, sobreponiéndose generalmente los sabores a grano o de la madera, dependiendo del whisky.

Añadirle soda convierte al whisky en un refresco, siendo esta la más ligera de la formas de consumirlo, pero la más difícil para apreciar su complejidad.

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