Fernando Delgadillo sabe dónde apretar para provocar las sensaciones más placenteras a través de la música.
El creador de la canción informal compartió con los leoneses más de tres horas de música, donde las anécdotas, los aplausos y los recuerdos fueron el platillo principal.
Tras la participación de su colega Andrés Suárez, el artista rompió con más de tres años de ausencia el pasado viernes en el foro Madeiras.
“Esta canción es una serie de discursos, no es una canción, son discursos recurrentes, no se canta, esto se va medio ‘rapeando’ en otro tono”, dijo antes de cantar “La Espera”.
“¿Ustedes ya tienen sueño?, bueno pues les seguiré cantando una canción, una que tiene un apodo cancioncístico ‘La Gitana’, es reciente porque no la hemos grabado y la tenemos aquí para cualquier ocasión”, compartió Delgadillo.
Un recorrido músico-empírico-musical, fue el que Delgadillo lanzó a sus fans, los que le siguen desde hace una década o menos, ya sea por su estilo musical o la forma de amenizar.
“Hace tiempo formamos un grupo llamado ‘Liberación masculina’, del que ya somos parte 15 personas, se creó sobre todo para unir a los hombres. Es un movimiento liberador de lavar, planchar, cocinar”.
“Pronóstico del tiempo”, “Luna en lunes”, “Julieta”, “Luciérnagas”, “Esperanza”, fueron algunas canciones de la tanda de la ya noche-madrugada.
“Ahora vamos a cantar todas las que nos digan, pero no las podemos cantar todas al mismo tiempo porque no se entendería nada, así que ahí vamos una a una”, invitó.
Canciones a los infortunados, odas a las agonías, sal a las heridas. El cantautor conoce bien dónde introducir esos estribillos para sopesar la tristeza.
“Coincidir” y “Tiempo de ventanas”, fueron de los temas más aplaudidos.
En un acto íntimo, el artista compartió con su público aquel momento en que su padre murió, por lo que le dedicó una canción.
“Es a esa tradición de sacar las fotografías, de enseñarlas a las visitas. Mi papá falleció en septiembre pasado y si me permiten cantaré esta canción”.
Los aplausos y gritos por la canción favorita surgieron en el ambiente, debido al calor de la emoción, el frío de la lluvia no sucumbió en el ánimo de los casi 500 asistentes.
A la 1 de la madrugada, la guitarra se guardó, el calor del alcohol sucumbió en el cuerpo y su música quedó en recuerdo. Fer sigue manteniéndose como el mayor precursor del género que lo ha convertido en el artista más solicitado.

Conviven fanáticos

Un día antes de su concierto, Fernando Delgadillo no sólo compartió anécdotas, también nutrió el espíritu con prosa y pedazos de letras de sus autores favoritos.
Con su estilo desenfadado, se mostró confiado y dispuesto a ‘desnudar’ sus secretos ante un poco más de 20 fans, quienes a través de dinámicas realizadas por los organizadores, cumplieron su deseo de conocerlo.
Con un retraso de poco más de una hora, Fer ofreció una disculpa, se sentó en una mesa de un conocido restaurante en el bulevar Campestre y como si estuviera frente a un jurado, respondió a las inquietudes.
Aquí no importó la edad: jóvenes, adultos, bohemios…todos a su alrededor para lanzarle cuestionamientos sobre su inspiración.
Las respuestas de Fernando fueron coherentes con el artista culto que es, basándose en fragmentos y autores que lee continuamente, la velada, más que de admiradores, fue de amigos.
“Uno recuerda la primera vez que cantó una canción, la segunda vez y la tercera, te acuerdas de aquí, acá y allá, todas esas imágenes suspiran en el cerebro a velocidades mentales y depende de ante qué situación te presentes para poder desafiar estas circunstancias que se presentan al momento”.
Una mujer de la tercera edad le gritó su admiración: “¡Yo me enamoré de ti y de tus canciones! Me da tanto gusto verte de nuevo, porque la primera vez que te vi mi hijo tenía 12 años y ahora tiene 24 y lo llego a tus conciertos”, exclamó la fan.
Delgadillo sólo sonrió y agradeció. Enseguida tomó el micrófono y regresó el tiempo a sus primeras visitas a bares como Contrapunto y La Buhardilla, lugares en donde se tejieron historias entre medias luces y copas.
Tras una plática que se alargó hasta la media noche (desde las 10 de la noche), los más jóvenes se retiraron y se quedaron los de la vieja guardia, aquellos amigos con los que el compositor comparte viejos recuerdos.

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