Manuel Martínez Pimentel ha dedicado prácticamente toda su vida al oficio de sastrería, mismo que le dio la oportunidad de salir adelante y sobrevivir, sin embargo, esta consciente que su trabajo es menos practicado que años atrás.
Con 35 años de sastre, explicó que el oficio está en peligro de extinción, pues cada vez son menos los jóvenes que quieren aprender a realizar este oficio.
“Yo creo que sí esta en peligro porque los hijos de uno ya no se enseñaron a este oficio, por eso sí creo que se está acabando. Este es un oficio de padres a hijos y como ahora ya eligen lo que quieren hacer o a lo que quieren dedicarse”.
Atribuye como uno de los grandes culpables de esta situación a las grandes tiendas comerciales que se han instalado en la ciudad, ya que éstas ofrecen créditos a largo plazo que él no ofrece.
Pese a ello, detalló que aunque disminuyó considerablemente el trabajo de antes, sigue siendo visitado por chicos y grandes, quienes en su mayoría piden arreglos para sus prendas.
“La ropa como se usa hoy en día hace que los jóvenes vengan a que les haga arreglos, pero también quedan señores de mayor edad que prefieren lo bien hecho, es decir, ropa a su medida y por eso vienen”, afirmó Pimentel.
Laborioso y con dedicación
Realizar un traje es un proceso que dura tres o cuatro días. Los primero es tomar las medidas al cliente, luego cortarlo, probarlo y se desbarata en cortes, después se pone uno hacerlo y duramos tres o cuatro días. El trabajo del saco es a mano y es el más tardado.
Concluyó relatando que inició como ayudante y tras aprender lo básico logro hacer sus primeras prendas, mientras tanto, trascurrieron 20 años para abrir su propio negocio, el cual sigue ubicado sobre avenida Michoacán.
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