Muy pocos se habían jugado los cuartos por Stanislas Wawrinka, vencido en 17 de las 20 ocasiones en las que se había medido a él. Y muy pocos, solo los más osados, habían pronosticado una derrota (4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en tres horas y 12 minutos de final) de Novak Djokovic, rey indiscutible y autoritario del circuito en estos momentos.
Pero el deporte tiene estas cosas. Sorprende, contradice y emociona. Y todo esto ocurrió en el corazón de Roland Garros, sobre el polvo de ladrillo de la Philippe Chatrier. Doblegó el suizo al número uno y elevó su segundo grande, para encaramarse así al cuarto peldaño del ránking y prolongar el maleficio del serbio en París.
El suizo, 30 años, tenía una magnífica oportunidad de adornar un expediente bastante canino, en el que al margen del Abierto de Australia del año pasado deambulan los ácaros en los últimos tiempos. Por eso lo puso todo desde el principio.
Y resistió un buen rato, hasta que el instinto ganador de Djokovic despertó de la siesta y mordió al suizo. Fue con 3-3 en el videomarcador.
Los c’mon Stan! prevalecieron claramente sobre los ¡Nole, Nole! con los que azuzaban los incondicionales del serbio. Pero este supo de inicio apagar los incendios y minó progresivamente a Wawrinka, que con 4-3 a su favor tuvo una bola para romper el saque y no la aprovechó. A la siguiente, Djokovic le lanzó un par de dejadas y él replicó con otra que tropezó con la red. Entonces: ¡Zas, zas! Doble raquetazo contra la malla y chiflidos de la Chatrier. Disculpa acto seguido y perdón inmediato, pelillos a la mar por tanto.
No así después, cuando el suizo logró la ruptura y llevó a buen puerto su insurgencia para prolongar el duelo. En ese punto, surgieron los demonios de Nole.
El serbio, entonces, tocadísimo y derbordado, sometido; no daba con explicación alguna al tormento. Volvían los malos espíritus del pasado, esas dos finales (2012 y 2014) que habían mancillado su mente; las punzadas, una sí y otra también, del regenerado Wawrinka. Ofensiva total del chico de Lausana (60 winners, por los 30 de su rival), cuatro del mundo tras la conquista de París.
El último set fue salvaje, doble break arriba para Djokovic y doble respuesta de Stan, en ebullición y lanzado. Listo para volatilizar todos los pronósticos y engrandecer el deporte. Ganó el suizo porque fue mejor. Un rugido al viento, abrazo sentido con su técnico, el sueco Magnus Norman, y lágrimas antes de la coronación. Pocos daban un euro por él, pero esto es deporte.

Safarova gana en dobles

Lucie Safarova finalmente logró conseguir un trofeo del Abierto de Francia, para ganar su segundo Grand Slam del ao en parejas.
Un día después de perder ante Serena Williams en el partido por el título individual de mujeres en Roland Garros, la zurda de la República Checa hizo equipo con la estadounidense Bethanie Mattek-Sands para llevarse el título de dobles con parciales de 3-6, 6-4, 6-2 contra Casey Dellacqua y Yaroslava Shvedova el domingo.
Safarova hizo a un lado su decepción y jugó un papel decisivo en el tercer game del set definitivo cuando disparó dos aces en puntos para points. La pareja no volvió a perder un game luego de eso.

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