Quienes le conocen cuentan que una de las aficiones de Jorge Mario Bergoglio cuando visitaba Roma era disfrutar del típico asado argentino con sus compatriotas.
Ahora, recién coronado papa Francisco, probablemente no lo tenga tan fácil.
La Iglesia Nacional Argentina es un templo situado en la plaza Buenos Aires de la capital italiana. Además de ser una iglesia abierta al culto católico funciona como residencia para 18 sacerdotes argentinos, que estudian y se forman en Roma.
“Bergoglio venía en el colectivo (autobús) o en el metro a visitar siempre que podía”, dijo el jueves a The Associated Press el padre Carlos Rubia, de 51 años, quien vive en la residencia. “Compartíamos mesa y comía con nosotros como un sacerdote más”.
Rubia, nacido en Mendoza, recuerda que Bergoglio conversaba con los sacerdotes de su diócesis que estaban temporalmente en Roma. Rezaban y celebraban misa.
La jornada terminaba en torno a un asado, en el que de vez en cuando se colaba alguna que otra discusión sobre su adorado equipo de futbol San Lorenzo de Almagro.
“Era uno más. Muy sencillo. Un gran pastor”, comentó.
La Iglesia fue construida por monseñor José León Gallardo a principios del siglo XX. Fue una manera de establecer un punto de encuentro para la comunidad católica argentina en Roma, muchos de ellos descendientes de italianos que emigraron al país sudamericano.
El templo celebra misa en español una vez al mes. En la entrada, un mosaico con la bandera albiceleste argentina identifica perfectamente el lugar.
Además, hay tres placas conmemorativas. La primera recuerda a los caídos en la guerra de las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido en 1982. Las otras dos recogen, por un lado, la visita del ex presidente Carlos Menem en 1997 y, por otro, la misa que celebró en ese templo el papa Juan Pablo II en 1998.
En el interior hay una pequeña imagen de la Virgen de Luján, patrona de Argentina.
“Francisco es un gran devoto de la Virgen de Luján”, comentó en referencia a que su primera actividad como pontífice fue rezar en la basílica romana de Santa María la Mayor.
Muy cerca del templo argentino se ubica la parroquia de San Roberto Bellarmino. Todos los cardenales tienen asignado un templo romano y el de Bergoglio era esta iglesia de la orden jesuita a la que pertenece.
Es habitual que los cardenales oficien misa en sus parroquias cuando están en Roma, aunque según el párroco Gianrico Ruzza, de 50 años, Bergoglio no lo hacía desde hace varios años.
“Francisco es ahora el obispo de Roma. Si quisiera visitar su parroquia, sería recibido con los brazos abiertos”, dijo Ruzza a un grupo de periodistas.
Las dos iglesias, ubicadas apenas a un kilómetro de distancia una de otra, viven horas frenéticas tras la sorpresiva elección de Francisco, que se convirtió en el primer papa latinoamericano de la historia.
“Creíamos no haber entendido bien”, recordó Rubia sobre el anuncio del miércoles. “La alegría era creciente y luego la gente pudo verlo con sus modos tan cercanos, como siempre ha sido en Argentina”.
“Diría que es un hombre claro, evangélico y muy atento a las necesidades, que tiene la tarea de sanear muchas cosas en la Iglesia”, aseguró.
Los asados del Papa Francisco en Roma
Quienes lo conocen cuentan que una afición de Jorge Mario Bergoglio cuando visitaba Roma era disfrutar del típico asado argentino con sus compatriotas