El Papa Francisco llegó a la base militar en las afueras de la capital de Estados Unidos ayer por la tarde para iniciar su primera visita a EU, y el presidente Barack Obama estuvo allí para recibirlo.
Sorprende poco. Para Obama, en su búsqueda para doblar el arco de la historia, para utilizar una frase favorita, es posible que no exista un aliado más potente en el mundo que un papa que lo ayudó a restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y quien ha hablado sobre problemas como la desigualdad económica, la inmigración, el cambio climático y la reforma a la justicia penal.
No obstante, si parece posible que la visita del Papa apuntale a Obama en algunas de sus altas prioridades, también sucede en un momento en el que hay un marcado centro de atención en cuestiones morales en las que difieren ambos. Para los conservadores que atacan el encarcelamiento de una empleada de gobierno que se negó a emitir certificados de matrimonio a parejas del mismo sexo y para los enemigos del aborto que ahora organizan un intento por quitar el dinero federal para la planeación familiar, Francisco y las enseñanzas de la Iglesia ofrecen un refuerzo oportuno.
Las interpretaciones en conflicto subrayan los riesgos de tratar de encasillar a cualquier papa en el espectro binario de izquierda y derecha de la política estadounidense. En la Casa Blanca y en el Congreso federal, los dirigentes dicen que no se puede percibir a Francisco en términos estrictamente políticos. Sin embargo, en Washington, donde todo es político _ incluida la religión _ ambas partes de la perpetua discusión en EU esperan sacar el mayor partido posible de la visita de tres día a la sede del poder.
Autoridad moral

Es probable que eso sea más fácil para Obama y los demócratas. Tal como se veía al Papa Juan Pablo II como más alineado con la misión anticomunista del expresidente Ronald Reagan, a Francisco se le percibe más solidario con las prioridades de Obama.
Algunos católicos conservadores se refieren burlonamente al Santo Padre como “el papa de Obama”, en tanto que algunos aspirantes católicos a ser el candidato republicano a la presidencia han expresado un desacuerdo cortés con el líder de su Iglesia.
“Realmente esperamos que haya algunos mensajes con los que es posible que discrepemos o tengamos diferencias, respetuosamente, pero que en muchos de los aspectos importantes, el mensaje esencial va a resonar muchísimo con la agenda del presidente”, comentó Charles Kuchan, un asesor de Obama.
El Papa llegó después de estar en Cuba, resaltando la apertura diplomática que él hizo posible, en parte.
Después de la pompa de una ceremonia de bienvenida que le dará Obama en el Jardín Sur de la Casa Blanca hoy, el Papa se dirigirá a una sesión conjunta del Congreso mañana _ una primera vez para una papa _, a invitación del presidente John Boehner, un republicano católico de Ohio.
Por todo Washington, en volantes, se exhorta a la gente a que “se una al Papa en su llamado a la acción moral para la justicia climática”, un tema que abordará en la ONU después de salir de Washington.
Durante una parada en Filadelfia, se espera que Francisco hable sobre la justicia penal en una forma que siga al llamado de Obama para dejar de encarcelar a los infractores no violentos durante tanto tiempo.
La selección de los temas podría apuntalar a Obama, dijo Peter Wehner, un académico en el Centro para la Etica y las Políticas Públicas y funcionario de la Casa Blanca con el ex presidente George  Bush.
“Es probable que favorezca a los demócratas más que a los republicanos”, dijo Wehner, quien expresa su admiración por el Papa.
Tensión política

Leslie Tentler, una profesora de en la Universidad Católica, dijo que la reciente encíclica del Papa sobre el cambio climático indica que será un tema central durante su visita. “Obviamente, quiere influir en la opinión en EU porque somos tan grandes e importantes, y todavía contaminamos mucho”, expresó.
Sin embargo, Francisco, quien se reunió primero con Obama en el Vaticano en 2014, va más allá del Presidente al denunciar los pecados de la mundialización y del capitalismo, y ha criticado la política de EU  sobre Siria.
Es posible que intervenga en la batalla por el aborto, dado que condena lo que él llama la cultura de lo desechable.
“Estoy seguro de que el Papa hará que todos estén muy incómodos”, comentó el representante Joseph Crowley, un demócrata católico de Nueva York.
“Habrá algunas cosas que no les gustará oír a los demócratas y, de seguro, habrá algunas cosas, yo creo, que no les gustará oír a los republicanos”.
Incluso, el senador Harry Reid de Nevada, acusó al senador por Kentucky Mitch McConnell de proponer una iniciativa ley por la cual se prohibiría el aborto después de  20 semanas del embarazo, teniendo a Francisco en mente.  “Lo hace porque va a venir el Papa”, dijo Reid.
Si Francisco llega en un momento de tensión en la política estadounidense, también lo es en el que los católicos juegan un papel enorme en los más altos niveles del gobierno.
Seis de los nueve magistrados de la Corte Suprema son católicos, como lo es 31% de los integrantes del Congreso, en comparación con 22% de toda la población adulta.
Joe Biden es el primer vicepresidente católico de EU, y si contendiera por la presidencia y ganara el año entrante, sería el segundo presidente católico, después de John F. Kennedy.
Enfoque Papal

Como nunca antes, son seis republicanos católicos los que ya están contendiendo por la presidencia: Jeb Bush, Chris Christie, Bobby Jindal, George E. Pataki, Marco Rubio y Rick Santorum.
Igualmente importante, los católicos se han convertido en un voto decisivo voluble en las elecciones presidenciales.
Desde 1972, cuando los medios informativos levantaron por primera las encuestas de salida, ningún candidato ha ganado el voto popular para presidente sin el voto católico.
Sin embargo, desglosar ese voto implica prevención significativa. Si bien el voto católico en su conjunto ha cambiado de un partido al otro, los católicos blancos son firmemente republicanos y los hispanos, demócratas.
Dadas las tendencias demográficas, ello apunta a un apoyo creciente para los demócratas en los años por venir, un signo inquietante para los republicanos.
Ni siquiera el Papa es inmune a las divisiones en EU. Si bien no ha cambiado las doctrinas católicas fundamentales, Francisco ha enfatizado partes que se centran en servir a los pobres y le ha restado importancia a quienes reprochan el aborto y la homosexualidad, debido a lo que su biógrafo John L. Allen llama “su insistencia en la primacía de la compasión por sobre el juicio”.
Figura importante

El enfoque del Papa ha dividido a los estadounidenses de acuerdo con planteamientos ideológicos. Si bien Francisco goza del apoyo en todo el espectro, según una encuesta del New York Times y CBS News, quienes se autodenominan liberales expresan 53% de aprobación y 4% de desaprobación, en comparación con 29% y 15%, respectivamente, entre los conservadores.
A los candidatos republicanos les toca explicar los desacuerdos con Francisco. Cuando se le preguntó en una reunión en Nueva Hampshire si vería al Papa, Donald Trump, respondió despectivamente: “Bueno, el Papa cree en el calentamiento mundial”, dijo y añadió: “Me cae bien, tiene mucha personalidad. Es un buen hombre”.
El domingo, en tv, el senador Rubio distinguió entre su reverencia hacia el Papa en cuanto a temas espirituales y su divergencia en otros asuntos.
“Yo lo sigo 100% en esos temas; de no ser así, no sería católico romano”, dijo de la teología en “This Week”, en ABC.
“El Papa es una persona, una figura importante en el mundo, también tiene opiniones políticas. Y sobre esas, claro, somos libres de discrepar con ellas”.

La voz de esperanza para los migrantes

María Galleta suspiraba aliviada mientras una compañera le masajeaba los pies, hinchados tras las largas jornadas de marcha.

Al igual que en otros puntos de su periplo, varios baldes de agua fresca aguardaban listos la noche del lunes para recibir otros pies cansados en el pabellón de la iglesia St Camillus en Silver Spring, Maryland, penúltima estación del peregrinaje de un centenar de mujeres hasta Washington.
Bajo el lema “cien mujeres, cien millas”, peregrinas de todas las edades y lugares de EU partieron de Nueva York el 15 de septiembre rumbo a la capital, a la que llegaron ayer con una única misión: ser escuchadas por el Papa con la esperanza de que él pueda interceder a favor de más de 11 millones de indocumentados que viven e EU.
Todas ellas son inmigrantes, algunas legales, otras sin papeles. Pero cada una tiene una historia de separación familiar por deportación o de lucha por sobrevivir en las sombras.
María Galleta, californiana, ayuda a veteranos de guerra que han sido deportados a México por no saber cómo regularizarse tras cumplir el servicio militar, algunos en Iraq o Afganistán.
Alejandra Sánchez es una indocumentada de Arizona. De sus cinco hijos, uno es estadounidense y otros cuatro dreamers.
Vive bajo el miedo permanente de ser deportada junto con su marido, que tampoco tiene papeles, y que sus hijos se queden solos en Estados Unidos.
Eso es lo que le pasó al marido de Yethel Franco, que lleva cinco años en México sin poder regresar con su esposa y su hijo de nueve años, que sufre graves episodios de epilepsia por el trauma de la separación de su padre.
Portavoz  de los sin voz

Las tres, así como el resto de las “peregrinas”, han desafiado el calor de los últimos días del verano, las primeras lluvias del otoño y los más de 160 kilómetros de distancia caminados para que el Papa pueda oír de su boca sus historias e interceda para que los políticos apoyen y aprueben, de una vez, la reforma migratoria.
“Esperamos que el Papa sea nuestro portavoz, que pueda tocar el corazón de esas personas en cuyas manos está nuestro futuro”, explicaba Yethel Franco.
Ella presenciará en el Capitolio, invitada por su congresista, el demócrata Juan Vargas, el momento en el que el Papa se convierta mañana en el primer Papa que habla ante el Congreso de EU.
Avalancha de inmigrantes

Las “peregrinas” no son las únicas inmigrantes que centran sus esperanzas en el Papa.
Hasta Washington han llegado en los últimos días y horas centenares de activistas de todo el país que esperan del Pontífice si no un milagro, que pueda al menos aliviar el ambiente hostil hacia los inmigrantes.
Veinticinco inmigrantes -entre ellos varios niños cuyos padres han sido deportados- de California viajaron hasta Washington ayer con la esperanza de que “la legalización sea la bendición del papa” a su paso por EU.
Los ocho inmigrantes hondureños mutilados por La Bestia,  también han logrado entrar en el Congreso.
Otros se conformarán con ver desde la calle el paso del Pontífice en el que han centrado tantas esperanzas.

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