Las 72 personas que oficialmente fallecieron en las explosiones del 26 de septiembre de 1999 y los más de 350 lesionados que dejó la tragedia que marcó a Celaya, han quedado ‘casi’ en el olvido. Hoy sólo son parte de la historia que pocos recuerdan y que ya no duele.
Ayer se conmemoró con una misa en el lugar donde ocurrió la tragedia, el 16 Aniversario de las explosiones del “Domingo Negro”, evento al cual asistieron sólo unas 60 personas, entre ellas quienes resultaron afectados pero lograron sobrevivir, muy pocos familiares de las personas fallecidas, y no asistió ni personal de Bomberos, Protección Civil, Policía y cómo ha ocurrido en los últimos años, tampoco hubo presencia de ninguna autoridad municipal.
La misa duró 20 minutos, fue oficiada por el sacerdote Eduardo Chávez de la parroquia del Barrio de la Resurrección y pasó desapercibida para los comerciantes de la calle Antonio Plaza –lugar de la tragedia- y de los que acudieron a realizar sus compras a la zona de Antonio Plaza y el Mercado de Abastos.
El alcalde Ismael Pérez Ordaz no asistió, pero sí a la oficiada por el Cardenal Alberto Suárez Inda, que se llevó a cabo un par de horas más tarde y que sirvió para inaugurar la remodelación del Templo de San Juan de Dios.
Aquel domingo 26 de septiembre de 1999, miles de personas disfrutaban el triunfo del Atlético Celaya sobre el Chivas del Guadalajara, y cuya victoria de 5-0 sobre el “rebaño sagrado” cambió el ánimo de los celayenses.
Y es que, mientras que en Guadalajara jugaban los Toros del Atlético Celaya –que en aquel tiempo el equipo estaba en su auge-, en Celaya cientos de personas resultaron lesionados y otros muertos por la explosión de juguetería pirotécnica que estaba almacenada clandestinamente en la “Abarrotera Celaya”, propiedad de Ignacio Ojeda y Angélica Vargas Bocanegra.
Lo que empezó como un tronadero de cohetes, cerillitos, palomas, cebollitas y brujitas terminó en un escenario que parecía el fin del mundo. Las dos explosiones ocurridas dejaron muertos por doquier y en pocos minutos quedó destrozada la zona.
“La fruta de los negocios se cubrió de lodo y sangre, los pollos y carnitas se carbonizaron, los edificios terminaron hechos escombro. Muertos tirados por doquier y cuerpos mutilados corriendo que intentaban huir de la calle (Antonio Plaza), quedó como un escenario de guerra.
“Me tocó ver de todo, gente mutilada, heridos, muertos, negocios caídos, de todo. Había por donde quiera partes de cuerpos que estaban sin reconocer, hubo gente que literalmente quedó desecha por la explosión”, dijo Elvira Ramírez.
A 16 años, hay personas como Alejandro Cano, que no pueden olvidar la tragedia que ya no conocen las nuevas generaciones.
“Cada año, cuando es la celebración de esos malos acontecimientos, me llega el sentimiento porque me llegan los recuerdos a la mente, las escenas que vimos, los muertos tirados, la gente reconociendo a sus muertos, otros inconscientes por el dolor de las quemaduras…parece que ya no duele a nadie”, dijo.
Rechazan dolientes queintenten regular pirotecnia
Sobrevivientes de la tragedia del ‘Domingo Negro’ y familiares de personas que murieron, producto de las explosiones, se mostraron en contra de la propuesta de permitir la quema de juguetería pirotécnica.
José Molina Liñán de 47 años de edad, pasó de ser un empresario exitoso a ser una persona con capacidades diferentes a partir de aquel Domingo Negro de 1999, hoy sin un brazo y 16 años de estar sobrellevando los efectos físicos que le dejaron las explosiones, pide que no se regularice la venta de pólvora.
“Yo tuve pérdida de brazo, fractura de cadera, quemaduras de segundo y tercer grado en 70% del cuerpo, 200 incrustaciones, traigo vidrios por todos lados, pasé de ser un empresario exitoso, a ser una persona discapacitada para quien la vida ya no fue igual. Yo hoy vengo a agradecer que estoy vivo, aquel día vine a ayudar a los que habían resultados heridos de la explosión, eso me costó un brazo, yo estuve ahí, yo vi muertos por donde quiera, por eso pido que no lo regularicen, si los cohetes se ven bonitos, antes de la tragedia a mí me gustaba tronarlos, pero hoy después de lo que vi, no sería bonito que volviera a pasar”, platicó José.
Celia Lozano Muñoz aún no supera la muerte de su esposo Gabriel García Rojas, quien murió en las explosiones a la edad de 55 años, que en el momento de la tragedia estaba en su negocio, así como de su hijo Juan Carlos García Lázaro.
“Mi esposo estaba en el negocio, cuando ocurre la explosión, el negocio se vino abajo y ahí quedó mi esposo, ahí murió, mi hijo vino a sacar a un niño de aquí de la bodega y le tocó la segunda explosión. Yo viví la tragedia de cerca, y por eso no estoy de acuerdo en que se permita la venta, yo perdí a mi hijo y esposo, y no sería bueno que volviera a ocurrir algo así”, dijo Celia.
Guadalupe Vera asistió ayer a la misa de aniversario, ella en aquel momento era socorrista de la Cruz Roja y desafortunadamente su hermana Ma. Del Refugio Vera murió aquel domingo, al momento de trabajar en Carnitas Rodrigo y ser víctima de la explosión. A 16 años de distancia, dice que deben analizarlo muy bien.
Buscarán reunirsecon Lemus
Los deudos de los muertos y lesionados por las explosiones de aquel 26 de septiembre de 1999, planean reunirse con el alcalde electo, Ramón Lemus Muñoz Ledo, para que eche abajo la propuesta de permitir la venta y por consecuencia el uso de pirotecnia.
Florencio López Ojeda, vocero del Movimiento Ciudadano que integra a los deudos de las explosiones, pidió ayer a la sociedad y a los familiares de los fallecidas, así como a quienes resultaron lesionados que se unan para solicitar al nuevo Ayuntamiento y al alcalde electo, Ramón Lemus, que los apoye y que no se prosiga con la idea de permitir la venta de pólvora.
Al término de la misa de aniversario, realizada en la calle Antonio Plaza, en el lugar donde estaba la abarrotera donde se inició la explosión, Florencio López Ojeda hizo un llamado a la sociedad para que no olvide a los muertos.