La aceptación pública del gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff ha sufrido un desplome tras el estallido de las protestas multitudinarias en todo el país, según los resultados de una encuesta a nivel nacional, la primera que se realiza desde el inicio de los disturbios.
Publicada el sábado por el diario de mayor circulación del país, Folha de S. Paulo, la encuesta de Datafolha halló que el 30% de los entrevistados consideró que el gobierno de Rousseff es “grandioso/bueno”, una evidente caída con respecto al 57% que había respondido de la misma manera en sondeos realizados tres semanas antes del inicio de las protestas.
La popularidad el gobierno ha bajado en todo el país, incluso en el noreste, donde el gobernante Partido de los Trabajadores tiene gran fuerza y donde sus cifras bajaron de 64% a 40%.
La encuesta también concluyó que 30% de los electores dicen que votará por Rousseff en las elecciones presidenciales de 2014, una baja pronunciada en comparación con 51% hace sólo unas semanas.
Si ningún candidato gana una mayoría, se celebrará una segunda vuelta entre los dos que más votos hayan recibido.
En la encuesta de Datafolha, la otra candidata que disputaría una segunda vuelta sería Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente del Partido de los Trabajadores que se separó de la organización política en 2009 por motivo de diferencias de políticas y se unió al Partido Verde. Silva se postuló a la presidencia en 2010 y recibió unos sorprendentes 20 millones de votos en la primera vuelta, pero no fue suficiente para llegar a la segunda vuelta.
En la encuesta más reciente, 23% de los que respondieron dijeron que votarían por Silva, un aumento de 16% en comparación con hace pocas semanas.
Datafolha entrevistó a 4.717 personas entre el 27 y 28 de junio. La encuesta tiene un margen de error de 2 puntos porcentuales.
La aprobación del gobierno alcanzó 65% en marzo, según Datafolha, pero en junio su sufrió su mayor caída desde que Rousseff asumió el cargo hace dos años y medio. Muchos brasileños están molestos por la creciente inflación y el menguante poder adquisitivo.
El instituto de encuestas de opinión indicó que se trata del peor declive que haya sufrido la aprobación de un presidente desde la caída en 1990 del entonces presidente Fernando Collor de Mello, que fue obligado a renunciar al cargo tras un escándalo a causa de corrupción.
En sus inicios a mediados de junio, las marchas primero fueron contra el alza de las tarifas de transporte público, pero rápidamente se generalizaron por el descontento a causa de otros asuntos como la corrupción en el gobierno. Los manifestantes ampliaron luego sus protestas a varias ciudades brasileñas por los altos impuestos, los deficientes servicios públicos y los miles de millones de dólares invertidos en la organización de la actual Copa Confederaciones, la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El sondeo de Datafolha mostró que el 81% de los encuestados apoyan las protestas.
Observadores políticos dijeron que era de esperarse que la popularidad de Rousseff cayera ante las mayores protestas que este país de 197 millones de personas haya visto en dos décadas. Pero se desconoce si los políticos de la oposición podrían sacar ventaja a los problemas de Rousseff.
“El movimiento de protesta que comenzó hace dos semanas no es necesariamente un movimiento contra el (gobernante) Partido de los Trabajadores y Dilma personalmente, es una protesta contra la totalidad de la clase gobernante”, dijo Pedro Arruda, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Sao Paulo. “De ser realizado un sondeo, la impopularidad afectaría a todos los políticos. La gente protesta contra todos los partidos”.
Para el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, las manifestaciones resaltaron la “crisis institucional” que afecta a los partidos políticos del país.
“¿Qué partido tienen una buena imagen?”, preguntó en una entrevista publicada en la edición del sábado del diario Folha de S.Paulo. “Solamente el único que aún no ha nacido. No podemos cruzarnos de brazos y creer que no hay nada más que hacer porque nos hemos convertido en una democracia, por haber sacado a 40 millones de personas de la pobreza y disfrutar de elevadas tasas de empleo”.
Mientras tanto, en las redes sociales se hizo eco de los rumores de una huelga general para el lunes, con comentarios de que afectaría todos los estados. Sin embargo, los representantes de los dos sindicatos más grandes de Brasil, la Unión Central de Trabajadores y la Unión de Fuerza, dijeron que nada sabían de dicha huelga aunque planeaban una huelga de celo en todo el país para el 11 de julio, en la que los trabajadores realizan únicamente lo que su cargo les exige que hagan y con lentitud.
Se espera que Rousseff presente el lunes una propuesta formal al Congreso sobre un plebiscito de reforma política que desea efectuar en los próximos meses.
Se desploma la popularidad de Dilma Rousseff
La aceptación pública del gobierno de la presidenta brasileña ha sufrido un desplome tras el estallido de las protestas multitudinarias en todo el paí