Estar en las canchas o tocar un balón de futbol americano es lo único que Juan Díaz Ponce necesita para vivir feliz.
El jugador, entrenador y hasta árbitro de futbol americano de 47 años de edad ha dedicado desde que tenía 16 años sus mayores esfuerzos a dicho deporte, que le ha traído diversos triunfos, fracasos, pero sobre todo aprendizaje.
En 1983, Juan Díaz comenzó con lo que hasta el día de hoy sigue siendo su pasión. El equipo lobos del CETis 21 fue su segundo hogar hasta 1992.
Mencionando a rivales deportivos como ‘Los troyanos’, ‘Los templarios’ y ‘Los búhos’, Juan recuerda lo que describe como “lo mejor de su vida”, sus encuentros en partidos de americano.
Sin embargo, en 1997 comenzó un padecimiento que sin saberlo sería su más grande rival, los síntomas de una común enfermedad, comenzaron a aquejarlo, le diagnosticaron diabates.
“Lo más seguro es que haya sido por herencia, mi papá la padece” contó Juan.
La enfermedad no había sido problema de grandes dimensiones, pero fue hace un año que a raíz de una herida en el pie, comenzó lo que es de las etapas más difíciles de su vida.
“Me salió una ampolla, estando de árbitro” dijo Juan cuando se le preguntó el cómo inició todo.
Después de percatarse de la ampolla, acudió a realizarse curaciones. “Un día el doctor me revisó y me dijo que me tenían que cortar el dedo. Pero en ese entonces el doctor que me operó se fue de vacaciones, y otro dedo se me puso muy feo”.
Un Juan melancólico contó cómo le amputaron todos los dedos, sin embargo la infección se recorrió y finalmente le amputaron hasta la rodilla de la pierna izquierda. Durante todo ese año fue atendido por distintos médicos, “uno me decía una cosa y otro me decía otra cosa”.
Pese a las adversidades a las que se enfrente, para Juan, la silla de ruedas no es ningún impedimento, y busca la manera de poder apoyar a sus padres con los gastos.
Bajo cuidados muy estrictos, Juan va recuperándose día tras día. “El deporte es lo que más me apasiona, esto es una pausa en el camino”, dijo, mostrándose ansioso de poder estar de regreso en el campo en poco tiempo.
Si hay algo que motiva a Juan a seguir adelante, es el amor que tiene por el futbol americano, deporte del cual platica muy emocionado.
‘El oso’ como le conocen dentro del ámbito deportivo contó su primer encuentro con esta actividad física, que nació en Estados Unidos hace más de cien años.
“Desde que mi primo ‘El burro’, me invitó a verlo jugar ese deporte, desde que llegué al campo dije ‘de aquí soy’” platicó. “En la tele es una cosa, y jugarlo es otra cosa, me impactó mucho. Decía mi papá que era un deporte de locos y no me quería dejar jugar” recordó.
‘Los cachorros’ fue el primer equipo con el que trabajó como entrenador, niños desde cinco años de edad han pasado por el entrenamiento de Juan.
Juan es el ejemplo a seguir de sus familiares y amigos, pues heredó a sus cuatro sobrinos el gusto por el futbol americano, y actualmente todos ellos practican dicho deporte.
“Viene lo más duro”, ya que Juan está en búsqueda de la solvencia económica que le permita comprar una prótesis con valor aproximado de 38 mil pesos.
Su madre apoya en los gastos vendiendo comida los fines de semana. Juan es el hijo mayor de una familia de cinco hijos, vive con sus padres y tiene el apoyo de sus hermanos, situación que, además del regreso a las canchas, lo motiva a seguir adelante.
“Muchos de sus amigos no sabíamos cómo estaba, y nos damos cuenta y tratamos de brindarle nuestro apoyo” dijo Pedro Pérez Camacho, quien es amigo de Juan desde su juventud.
Un campeonato como jugador y más de 12 como entrenador son prueba de la fehaciente afición que Juan siente por el deporte.
“Por ahora, esto es lo único que me detiene, yo siempre he andado trabajando y moviéndome” dijo Juan, “tengo un año en pausa, pero por supuesto que sigue y seguirá siendo mi pasión”.
Hallar un motivo para salir adelante
Juan Díaz espera ansioso el momento en que pueda volver a las canchas, para continuar la pasión que siente por el futbol americano