El senador por el Estado de Florida, Marco Rubio, reclamó ayer miércoles su lugar entre los favoritos para suceder al demócrata Barack Obama en la Casa Blanca. Rubio, criado en una familia humilde de inmigrantes cubanos, exhibió en el tercer debate del Partido Republicano sus credenciales como candidato capaz de derrotar a la aspirante del Partido Demócrata, Hillary Clinton.
El debate, organizado por la cadena financiera CNBC, dejó varios damnificados. Entre ellos, el rival más directo de Rubio: el ex gobernador del Estado de Florida, Jeb Bush, que lucha por mantener viva una campaña en la que entró como favorito.
Tampoco brillaron el magnate Donald Trump ni el neurocirujano Ben Carson, los insurgentes que dominan todos los sondeos y las encuestas y han hecho saltar las alarmas del establishment republicano.
En sus intervenciones, que se caracterizaron por ser rápidas y agudas, Rubio evitó las críticas a los otros nueve candidatos del Partido Republicano que compartían podio con él en la Universidad de Boulder, Colorado.
Relató, ante una audiencia millonaria, una biografía que le identifica con los estadounidenses de clase trabajadora.
Dedicó sus ataques a la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, una política experimentada, curtida en mil campañas electorales, la auténtica candidata a batir.
El temor de los republicanos es que la nominación de un candidato demasiado extremista o excéntrico, al estilo de Ben Carson o de Donald Trump, dilapide la oportunidad única de recuperar la Casa Blanca después de ocho años del demócrata Barack Obama. Existe una presión creciente para encontrar al candidato que pueda presentarse con garantías en noviembre.
‘Aviador’ carismático
Los debates, en EU, son un espectáculo y, este, como todos, tuvo su momento de intensidad. Ocurrió en los primeros minutos, cuando los moderadores instaron a Rubio a responder al editorial del diario Orlando Sun Sentinel. El editorial criticaba a Rubio por su absentismo en el Senado y le exigía que dimitiese.
Bush le dijo a Rubio: “La Legislatura (en el Senado) dura seis años. Deberías presentarte (al trabajo). ¿Acaso el Senado tiene una semana laboral francesa?”. El tono paternalista era muy verídico. Bush fue el mentor político de Rubio. Ambos comparten estado, han compartido iglesia y, como conservadores pragmáticos, comparten votantes potenciales. Su público es el mismo pero sólo hay espacio para uno.
La actuación de Rubio le consolida como la alternativa a Trump y Carson. Puede alimentar las dudas sobre la viabilidad de un tercer Bush. Rubio tiene 44 años, es latino, como 53 millones de personas en EU.