Hoy más que nunca la muerte está presente en la vida de los mexicanos, pero hay algunos para quienes es cosa de todos los días. Embalsamadores, médicos legistas, conductores de carrozas fúnebres, trabajadores de funerarias y sepultureros hacen de la muerte su fuente de ingresos y en muchos casos, una pasión.

‘De repente sí nos da miedo’

Por curiosidad, al tener familiares en el negocio, José de Jesús Frausto Ramírez y Pedro López, encargado administrativo y embalsamador de la funeraria Juan Pablo II respectivamente, conocieron de cerca este oficio.
José de Jesús se encarga de atender a las personas ante la defunción de algún familiar en la función administrativa y operativa de la funeraria.
Hace 36 años se acercó a este oficio, en Funerales Zapiain.
“Un familiar trabajaba en esto y me nació conocer más de este medio y lo tomé como oficio. He tenido la filosofía de trabajar siempre por las personas que necesitan el servicio, mi ética profesional es vasta y tal vez por eso no he tenido experiencias extrañas, conozco muchas leyendas de los compañeros pero yo nunca he vivido una”, contó.
Jesús Frausto considera que para realizar su trabajo y dar seguridad a sus clientes, la fortaleza es muy importante.
“En algunos casos la sensibilidad aflora, sobre todo cuando (los fallecidos) son niños pequeños o igual un familiar, es ahí cuando llega el sentimiento, pero de este negocio mi familia vive, lo que tengo es gracias a esto, brindamos lo mejor de nosotros a quienes se acercan a confiar siempre con calidad y calidez”, dijo.
En la misma funeraria labora Pedro López, embalsamador, con casi 23 años de experiencia.
Su tarea, que hace en solitario, es preparar y borrar las posibles expresiones de dolor de los fallecidos, que parezca que duermen.
“Un tío mío trabajó muchos años en este medio, muy conocido, en funerarias de las más antiguas, era el mentado Cuco… entonces a mí me nació porque siempre llegaba con mi madre y le platicaba y me entró la curiosidad”, confesó.
Pero pese a la experiencia, confesó, hay días en que siente miedo.
“De repente sí nos da miedo, hay días que andas un poco sensible y aunque tengas la experiencia y los años, pero lo tomamos como cualquier trabajo, te entra el miedo el día menos pensado. Se oye mucho que al incinerar (los cuerpos) gritan o se mueven pero nada de eso es cierto, nosotros lo vivimos a diario y hay muchas cosas que no son ciertas”, dijo.
Pedro confesó que desempeña esa labor porque le gusta y quiere aprender cada día más.

‘Los muertos no hablan, gritan y dicen todo’

Durante muchos años el odontólogo Enrique Pérez Ramos se desempeñó como perito médico legista, y si algo aprendió es que esta profesión más que conectar con la muerte, conecta con la vida.
“Es una profesión interesante, desconocida porque todo mundo cree que es una carnicería y punto, es lo que le va a dar luz al Procurador y al administrador de justicia en el esclarecimiento de un hecho”, comentó.
“Dentro del ámbito forense el factor muerte comprende un 3 o 4%, todo lo demás está inmerso en el ser humano, en su bienestar y en el bien estar”, dijo.
Y lamentó que la sociedad no conozca sobre la ciencia forense pues ésta no se relaciona exclusivamente con la muerte. “Lo más complicado es hacer entender a la sociedad y a la autoridad qué es lo que sucedió”, dijo.
El fundador del Colegio de Ciencias Forenses del Bajío se inició en la Odontología, pero una amistad lo llevó a las ciencias forenses.
“En el DF un amigo que era patólogo forense me invitó a acompañarlo, fui e hizo una necropsia, y en ese momento me llamó la atención la forma en que llegó a la conclusión, de cero llegó a una conclusión a las pocas semanas”, compartió.
De su labor como perito forense lo que más disfruta es encontrar la realidad de un hecho.
“En el ámbito de la ciencia forense la investigación nos lleva al conocimiento de un hecho, y no la investigación nos lleva a la invención de un hecho.
“Los muertos no hablan, gritan y dicen todo. Dicen la hora aproximada en que murieron, quién los mató, con qué agente vulnerante los agredieron, cuántas veces, qué ropa… todo”, expresó.

‘Es algo de todos los días’

Con su camisa verde y su gorra azul, Rogelio Cruz Guevara se dedica a hacer su trabajo y en él convive con la muerte a diario.
Con 40 años en el panteón San Nicolás, su labor va desde la limpieza del lugar hasta la sepultura y exhumación de cuerpos.
“Pensé ‘si alguien tiene que hacerlo, voy a hacerlo yo’, no es fácil, lo más complicado es cuando familiares se ponen agresivos, nos han agredido verbal y físicamente, es lo que a veces pasa pero nosotros debemos saber tratarlo y soportar, somos servidores públicos”, comentó.
El hombre de 65 años aseguró estar acostumbrado a ver la muerte todos los días, y sobre todo a convivir con todo lo que pasa en el cementerio.
“Mi trabajo me gusta mucho, lo estimo mucho porque de aquí he salido adelante, yo no he batallado gracias a Dios, los compañeros nos echamos la mano, todo depende de uno, echándole ganas”, expresó.
Y compartió una de las anécdotas que más recuerda.
“Una vez se quemó una persona aquí, este señor venía todos los días, su esposa tenía poco de fallecida… ese día nos pidió un cerillo para según (prender) una veladora, llegó al lugar de su esposa y no supimos nada de él hasta que ya fueron a avisarnos que un señor se había prendido fuego, lo vimos revolcándose en al tierra, ardiendo, cuando llegamos ya era tarde”, recordó.
Compartió que con el tiempo empiezan a ver la muerte como algo normal.
“Cuando vienen las personas lo ajeno no se siente igual que lo propio, pero sí se siente algo cuando empiezan a llorar, porque uno ya ha pasado por eso, pero con el tiempo uno lo ve normal; cuando sacamos o metemos los cuerpos es algo de todos los días, hay que estar concentrados en lo que vamos a hacer”, señaló don Rogelio.
En el mismo panteón los músicos Ezequiel Gasca y Sergio Cardona, se dedican a laborar entre las tumbas y el dolor de quienes visitan a sus seres queridos.
“Es lo más difícil, que luego llegan muy lastimados y ya uno se acerca… hay temporadas, no siempre trabajamos aquí, pero cuando venimos pues ya nos acostumbramos”, dijo Ezequiel.

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