En el Estado sinaloense hay solo 89 artesanos afiliados a la Asociación de Artesanos de Sinaloa, según registros. Muchos mantienen técnicas que datan de épocas prehispánicas y prolongan, así, el legado de sus padres y abuelos.
Aquí, cuatro casos de artesanía que preserva las tradiciones, a no largas distancias en auto desde Mazatlán.

Creador de fantasías
Malpica, La Concordia
38 kilómetros al este de Mazatlán

Llena de matices de azules y verdes, la figura que aparece en el mosaico (¿los pétalos de una extraña flor?) parece el efecto de un caleidoscopio: Jorge Ortega la acaba de hacer en apenas dos minutos.
El artesano es toda una atracción turística de Malpica, pueblo del Municipio La Concordia, al sureste de Mazatlán. Hace más de 40 años aprendió de su padre a hacer mosaicos y actualmente continúa con la tradición.
Realiza unas 200 piezas al día. Si son para adorno, al menudeo, las vende a 40 dólares cada una. Si el pedido es grande, para un piso, a 240 pesos el metro cuadrado.
“La gente hizo esto un poco de lado cuando llegó la cerámica”, explica, mientras se seca el sudor de la frente con el antebrazo.
Con orgullo, nos muestra su técnica: Utiliza moldes y una prensa. Sobre los primeros, coloca una ligera base de aceite con linaza que luego la salpica de colores. Después, pone una pasta de marmolina y cemento blanco.
Con un lápiz, dibuja la figura que quiere obtener. Entonces llega una última capa de cemento y se aprieta con la prensa. Retira la pieza y nos muestra la magia.
“Lo bonito es que no queda ninguno igual. Yo puedo intentar hacerlos parecidos, pero todos son únicos”.
Ignacio Zaragoza S/N, Malpica

Nostalgia hecha artesanía
El Tablón Viejo, El Rosario

65 kilómetros al sureste de Mazatlán
Jesús Jorge Larreta dice que lo suyo, además de artesanía, es rescate.
En la época prehispánica, el bule servía como contenedor de líquidos y recipiente para almacenar granos. La tradición se conservó hasta el siglo 20.
Pero cuando muchos ya se habían olvidado de él, Jesús Jorge, por pura nostalgia, decidió dedicarse a convertir esa corteza de fruto con reminiscencias de pera o calabaza en algo bello.
“Lo que hago es un mero objeto decorativo, pero despierta a la memoria. La gente lo ve y dice: ‘recuerdo que mi abuelo usaba uno de esos’”.
En su taller en El Tablón Viejo, pequeña comunidad al sur de Mazatlán, él -de bigote, camisa a cuadros desabrochada-  muestra un bule ya terminado y adornado con una lamina repujada con la figura de un indígena.
“El repujado agrega calidad. El brillo de la lámina impacta. Parece plata”.
Para hacer una pieza así, se lleva 18 horas. Dependiendo la complicación, puede venderla desde 180 a 600 pesos.
Larreta estudió para técnico en producción agrícola, pero siempre se interesó en el arte. Lleva 28 años trabajando el bule. Se jacta de ser casi autodidacta. Nadie le enseñó: él aprendió preguntando. Es, además, pintor y escultor.
Su siguiente reto: dominar el barro. Entra rápido a su casa, al lado del taller, y sale con una máscara precisamente de barro. La mitad es el rostro de un indígena, la otra mitad de un jaguar.
“Siempre he sido muy inquieto. Investigo, practico y echo a perder. Sé que hay que ir innovando”.
Domicilio conocido, El Tablón Viejo
6694416716

¿Cosa de hombres?
Escuinapa 99 kilómetro al sureste de Mazatlán

“No es negocio, es pasatiempo. Yo trabajo en la recepción de un hotel y en los tiempos libres hago esto, pero es mi pasión. Sólo si Dios me quita la vida, dejaremos de hacerlo”, acepta Álvaro Maldonado.
La especialidad del artesano del Municipio de Escuinapa son las barcinas: recipientes que en tiempos prehispánicos eran usados para conservar el camarón por meses. Por su forma esférica, hay quienes las utilizan con fines decorativos, aunque siguen sirviendo para su fin original.
Se trata de un a bolsa de manta forrada con palma y a cuyo alrededor se comienza a tejer una suerte de pelota con mecate de ixtle. Orgulloso de su país, Álvaro pinta el ixtle de verde y rojo, lo que ha hecho su sello.
Nos recibe en su casa. Cuenta que tiene poco más de tres años realizando barcinas. Las de un kilo, que vende a 400 pesos, las puede preparar en 45 minutos. También hace de 2 (750), 3 (900) e incluso planea una de 100, que marque un récord Guinness.
Aprendió de su abuelo, desde hace 30 años, pero se dedica a las barcinas hace cuatro. Se niega a que esta artesanía se extinga, por eso garantiza 100 por ciento su producto. Y siempre trabaja con honestidad, agrega.
La creación de barcinas suele ser cosa de hombres, dice, porque se requiere utilizar mucha fuerza en el tejido para compactarlo y darle forma. “Eso lastima las manos”, aclara Álvaro.
Pero resulta que su mujer, Norma Alicia, quiso aprender el arte.
“Ella es la primera mujer que hace barcinas”, suelta con orgullo.
Prolongación Occidental y 24 de Octubre, Escuinapa

Golosina obligada
Cosalá
158 kilómetros al norte de Mazatlán

Clemencia Corrales sentencia: “si vienen a Cosalá y no comieron frutas en conserva es como si jamás hubieran venido”.
Junto con su esposo, Jesús Enrique Félix González, Clemencia administra Conservas El Rodeo, en el Municipio de Cosalá, al norte de Mazatlán.
Siempre sonriente, Clemencia pasea entre enormes cazos metálicos de 300 kilos de capacidad donde se cuecen estas dulces postres. Su suegra les transmitió la tradición de las conservas.
La clásica es la papaya, pero ya realizan de  camote, limón y calabaza. Los envases de medio kilo se venden a 60 pesos y los de uno a 160.
“Nos gusta experimentar. Ahora estamos intentando dar con el punto exacto de la vida de una ciruela para que resulte en una buena conserva”.
Cuenta que, por ejemplo, la papaya debe estar verde. Se le saca la semilla, se troza y se echa en agua con azúcar de otras frutas que está hirviendo. Después, el tiempo de cocción varía y puede ir desde 8 a 12 horas.
El resultado es sumamente viscoso y no parece muy atractivo. Clemencia se ríe y nos reta.
“Mucha gente ve esto y como que no le gusta, pero eso cambia hasta que lo prueba”.
Asegura que las conservas pueden durar hasta un mes luego de su elaboración. La próxima meta de su fábrica es adquirir una máquina para envasar en vacío y prolongar la vida de los dulces.
Calle Principal Poste 18, El Rodeo, Cosalá
6969643957

GUÍA PRÁCTICA

¿Cómo llegar?
Aeroméxico vuela directo desde la Ciudad de México a Mazatlán. Desde allí se puede rentar un coche para hacer los traslados a los pueblos.

¿Dónde dormir?
Como todos los artesanos están relativamente cerca de Mazatlán, la recomendación es hacer base en la ciudad.
Casa Lucila Hotel Boutique. Cerca del centro histórico, este hotel de diseño se asienta en lo que fue una mansión de una acaudalada familia alemana. Desde 2 mil 277 pesos por noche en ocupación doble.
www.casalucila.com

Isla Mazatlán Golden Resort. Se trata de un extenso complejo que cuenta con villas estilo mediterráneo. Aquí organizan pesca deportiva. Desde 2 mil 129 pesos por noche en ocupación doble.
www.islamazatlan.com.mx

¿Qué comer?
No se puede ir a Mazatlán y alrededores sin degustar cebiches, aguachiles, tacos de marlín, tostadas de camarón, y beber una cerveza preparada con jugo de tomate.

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