Lo que en sus casas no pueden hacer, lo hacen afuera del Tec.
Jesús Díaz lee en la caja de su camioneta que acondicionó con un toldo. Está recostado sobre unas colchas y sábanas que amortiguan lo tenso y rígido del fierro.
A unos metros de él, la fila de aficionados rayados comienza a crecer poco poco hasta alcanzar un número cercano a los 150.
“Estoy leyendo un libro para un seminario, doy pláticas sobre las causas de la drogadicción y el alcoholismo…
“El problemas es que estoy aquí haciendo fila porque a mi hija se le olvidó comprar los abonos en estos días pasados, nosotros teníamos los abonos, pero fue un error no comprarlos”, dijo quien dijo dedicarse a las instalaciones eléctricas.
Díaz no tenía muchas horas de esperar. Había llegado a las afueras del Tec poco después de las 23:30 horas, estaba a la mitad de la fila y esperaba asegurar su entrada para los próximos dos torneos.
Al frente de la fila estaban Arturo Martínez, Froylán Zapata y Gerardo Campos. Ellos tres y más amigos comenzaron a formarse desde la mañana del domingo para comprar un abono.
Al anunciar la directiva de Rayados que no habría venta libre, ayer por la mañana se retiraron cabizbajos y desilusionados, pero horas después ya estaban de regreso afuera del Estadio Tecnológico.
Platicaban, bromeaban… iban a faltar otra vez a sus trabajos.
“Dijeron que no iban a vender boletos y luego que sí, me tuve que devolver ya en la tarde, por eso me puse aquí, ya teníamos desde el domingo
“Ya faltamos el lunes, mañana también, ni modo, todo sea por el abono de los rayados”, dijo Zapata.
Prácticamente los amigos se metieron a la fila y sus lugares ya los tenían ocupados otros aficionados que llegaron tras el anuncio de la venta de 700 abonos.
“Comenzaron a entregar pulseras y otros se anotaron para llevar un control”, agregó el integrante de la barra La Adicción.
La fiesta afuera del Tec era tranquila, pero llena de ilusiones y con la intención de atestiguar el final de una época en lo que fuera la casa del Monterrey durante casi toda su vida.
Duermen, platican, juegan…
A las 19:00 horas eran apenas 10 aficionados, para las 2:00 horas, la fila le daba la vuelta al Tec y ya unas 150 personas hacían filas para su abono de la próxima temporada.
Unos dormían, otros platicaban, algunos jugaban, unos más leían… era el folclor que se vivía durante la madrugada en las afueras del Estadio Tecnológico.
La causa era justificada: Alcanzar un abono para lo que será el último año de Rayados en el viejo estadio, donde los años recientes han sido los más gloriosos.
“Ya es el último año, hay que estar apoyando a las rayas con todo, que se sienta el calor de la gente, ya no volveremos a este estadio”, dijo César Rodríguez, mientras tomaba un refresco.
Como él, mujeres, muchos jóvenes y hasta niños, comenzaron desde anoche a rodear la malla ciclónica en busca de uno de los 700 abonos que la directiva anunció ayer que estarían disponibles para la venta libre.
La mayoría de las mujeres llevaban sillas plegables, para poder descansar, otros leían libros, revistas. En grupos varios hombres platicaban hasta hechos sobrenaturales.
La fila de autos anunciaba también que por la mañana la afición abarrotaría el exterior del Tec para tener un lugar seguro en las gradas durante el siguiente torneo.
Las horas pasaban y las nubes también, aunque se pronosticaban lluvias durante la noche.
El calor se esfumó y el viento ligero fue un agradable compañero para los aficionados, igual que la música de algunos de los hinchas albiazules que fueron encendidos para evitar el aburrimiento.
Todos esperarían las 10:00 horas de hoy para tomar entre sus manos los pocos abonos que quedaron, incluso para esa hora ya estarían vendidos la mayoría y algunas personas se quedarían sin su lugar en la, todavía, casa de los rayados.

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