Un día antes de los atentados del Estado Islámico en París, el grupo terrorista con dos bombarderos suicidas cobró la vida de al menos 43 personas en Beirut, capital de Líbano.

Poco después se pudo conocer que el segundo suicida fue interceptado por un hombre, que evitó que entre a una mezquita y acabe con potencialmente más de un centar de vidas.

“Lo derribó al suelo, haciendo que el segundo atacante suicida se detonara”, comentó el bloguero y médico Elie Fares, residente en Beirut. “Hay muchas, muchas familias, cientos de familias, probablemente, que deben su vida a su sacrificio.”

Termos se encontraba acompañado de su hija, quien sobrevivió a pesar de las primeras versiones que la daban por muerta. Las redes sociales le han rendido un merecido homenaje a este héroe libanense.

Adel Termos es el hombre que se atrevió a interceptar al terrorista que estaba casi listo para detonar el chaleco cargado de explosivos que portaba.

Mientras lo sucedido en París generó una ola mundial de solidaridad, muchos señalaron que la tragedia en el Líbano quedó relegada a un segundo plano en las coberturas de la prensa mundial y en las redes sociales.
No hubo monumentos mundiales encendidos con los colores de la bandera del cedro, ni filtros con ese diseño para el perfil de Facebook, ni tampoco el “chequeo de seguridad” que activó el gigante de las redes sociales para París.
“Cuando mi gente murió, ningún país se molestó en iluminar sus puntos de referencia en los colores de su bandera,” escribió Fares en su blog. “Cuando mi gente murió, no pusieron al mundo de duelo. Sus muertes no fueron más que una mancha irrelevante a lo largo del ciclo de noticias internacionales, algo que ocurre en aquellas partes del mundo”.

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