Antes del proyecto del Teatro del Bicenterario en el Forum Cultural, León tenía una vocación por la formación lírica. Los coros y orquestas sinfónicas se iban multiplicando con una iniciativa por parte de varias fundaciones y organizaciones que buscaban permear de elementos culturales y buscar al arte como un medio de mejora social. El éxito que se proyecta en dichos proyectos se adentró en la sociedad leonesa a tal punto que el contenido dentro del repertorio cultural tenía la posibilidad de planear un proyecto que expandiera a la zona centro del país. Es decir, pensar en grande. Y fue justo lo que el Teatro del Bicentenario logró, formalizó de una manera integral un recinto de oferta cultural.
Imaginen que León es un teatro y todos los elementos que fluyen en una sociedad se pudieran encapsular en el espacio físico que representan un escenario, unas butacas, una tramoya, unas oficinas y así hasta abarcar la totalidad del lugar. Un espacio físico que pueda albergar toda clase de espectáculos, un equipo con la capacidad de gestión y proyección, un apoyo gubernamental y de iniciativa privada para hacer realidad cada proyecto y, finalmente, un público que con sus frecuentes visitas sustenten la meta de consumo cultural dentro de la ciudad. Sin escenario no hay obra, sin público no hay futuro, sin trabajo no hay calidad. Todos esos engranes tienen que funcionar para lograr romper el paradigma de la gestión y producción cultural en el país. El Teatro del Bicentenario es un ejemplo de la unión de todos esos elementos con una actividad permanente y una capacidad operativa que ha logrado que críticos y gestores lo reconozcan por su éxito.
Nos encontramos en el quinto aniversario. El tiempo le ha dado la razón a esa mezcla de ingredientes y voluntades que hacen que León despunte a nivel nacional. Es un orgullo local y es justo y necesario festejar. La historia habla por si sola, el trabajo y sus frutos se pueden observar.
ACTO I: Proyección del Teatro, la gestión con el apoyo gubernamental
Se proyectó un recinto teatral con una estructura, diseño y tecnología de vanguardia para lograr que fuera un recinto con la infraestructura capaz de recibir espectáculos a gran escala y de calidad. El proyecto tuvo un costo de 290.8 millones aportados por el Gobierno del Estado y 270 millones por el Gobierno Federal, ambos apoyos lograron que se construyera el Teatro con altos estándares de tecnología acústica, diseño arquitectónico y mecánica teatral. Se rompía un récord de 100 años de no haber construido un recinto teatral de esa magnitud en la Nación.
El sueño se figuraba ambicioso ya que se juntaban varias características poco frecuentes. El apoyo en conjunto del gobierno con la iniciativa privada en un proyecto cultural y con una vocación por ser una casa de ópera en una sociedad que probablemente no frecuentara ese tipo de contenidos artísticos habitualmente. Lo que se planteaba era elevar el concepto de la financiación cultural y lograr una derrama económica y una oferta laboral en la industria cultural, encabezar la lista de los centros culturales que promueven y difunden el arte y la cultural de manera profesional.
El Teatro era el último proyecto del Forum Cultural. Centro que planea promocionar y difundir la cultura y las artes de una manera global. La Biblioteca Central, el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, el Auditorio Mateo Herrera y el departamento de Estudios culturales de la Universidad de Guanajuato forman parte del proyecto total. Estos pilares de la cultura confluyen de tal forma que en pocos años han logrado adentrarse en la cotidianidad de la sociedad leonesa para ser un centro de entretenimiento donde se junta el talento local y nacional con invitados internacionales de gran importancia.
ACTO II: Rompimiento de paradigmas, unión del equipo de trabajo y un público con ansias de espectáculos culturales
Sin embargo, el recinto tenía que cumplir las metas establecidas. Evitar a toda costa el convertirse en un elefante blanco, en un teatro común con espectáculos que no aprovecharan la capacidad que ofrecía la infraestructura proyectada. Se tenía que conformar un equipo con la misma exigencia con que se proyectó cada pared del Teatro. El trabajo en conjunto del gobierno y el recinto no sería solamente en la construcción, sino que permanecería en la promoción de espectáculos desde su producción con la dirección artística del director y con el apoyo del gobierno para su previa financiación. Se necesitaba un equipo de profesionales en su área que con estudios formales o con la práctica pudieran cumplir la misión de ofertar y producir espectáculos de manera continua.
La dirección general fue tomada por el maestro Alonso Escalante. Con una formación ligada a la ópera y a la gestión cultural desde sus comienzos. Estudió Canto Operístico en el Centro de Investigación y Estudios de la Música y una Maestría en Gestión Cultural en la Universidad de Cataluña, fue Director de la Compañía Nacional de Ópera y Coordinador Nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y ahora Director del Teatro del Bicentenario. Su perfil encaja dos ingredientes necesarios para la eficacia en la gestión cultural: la formación profesional que lo prepara para la gestión cultural de una forma eficaz y su pasión por el teatro, específicamente la ópera, que le brindaba el conocimiento para dirigir y planear desde la proyección de una obra operística hasta la selección de cada talento artístico y de gestión de la misma. Su dirección muestra que un elemento cultural se debe de tomar con la misma seriedad que cualquier empresa. Se rompe con la idea que el aquel que se dedica al arte presenta una formación escasa en la administración profesional. Y su seriedad al proyectar espectáculos contagia a todo el equipo para lograr tener una calidad que hizo que el Teatro, a solo cinco años de su nacimiento, despunte junto a las mejores casas de ópera así como ser el anfitrión de los mas aclamados espectáculos contemporáneos a nivel internacional.
Los motores sería el equipo que movería los engranes para que el Teatro latiera por dentro. Podría parecer difícil encontrar perfiles especializados en el ámbito teatral debito a la poca oferta académica en el rubro cultural, sin embargo, se reunió a un equipo que juntaba la formación académica y la experiencia en las tablas necesaria para llenar el puesto junto con la voluntad de aprender la aplicación de sus conocimientos culturales dentro del rubro.
Actualmente, afirma el maestro Escalante, el equipo se ha vuelto un grupo de profesionales en el teatro, han logrado un cuadro que no tiene paralelo en la nación. Son jóvenes entusiastas con una voluntad de seguir aprendiendo que supera con creces cualquier proyección o reto que se plantee.
Este equipo trabaja entre procesos que vuelven realidad las ideas de los creativos; dominio de los recursos y cómo administrarlos; logística de lo que sucede antes, durante y después del espectáculo; maestría en los tecnicismos del funcionamiento del Teatro y realización de cada elemento que enmarca lo que sucede sobre las tablas; logística y participación del personal; contacto con artistas, compañías, hoteles y transporte; difusión y vinculación de los proyectos hacia el público y las empresas privadas; y un conocimiento de las políticas públicas culturales para aprovechar al máximo los recursos brindados por el gobierno. Todo con el fin de lograr una excelencia en cada uno de los aspectos que fluyen dentro y fuera de un recinto cultural.
El equipo se logró y el espectáculo empezó, pero para que ambos ingredientes se cocieran faltaba un público con ganas de alentar dichos proyectos. Ese Teatro no podía ser construido y admirado solamente. Tenía que verse como algo propio, algo conocido y frecuentado. Para que no adquiriera ese aspecto lejano y elitista que huele a polvo del que gozan muchos teatros. La sociedad, en su mayoría leonesa, tenía que apropiarse del recinto para entrar confiadamente por sus puertas y tener la claridad de que ese Teatro les pertenecía. Y sorpresivamente, todos esos conceptos aparecieron poco a poco. Gracias al equipo y gracias a la participación de la sociedad. Al tener un trabajo de calidad, que rompía con varios estándares comunes en el mundo cultural, se propagó la noticia. Y desde la primera ópera hasta la última hubo cupos llenos, algo que rompe con el paradigma que en México el público no está preparado ni formado para el consumo habitual de productos culturales.
Una ópera es un tanto difícil de producir como de entender, he ahí que el Teatro haya logrado a base de exigencia y perfección junto con la fe de que el público tuviera la disposición de apreciar ese magistral trabajo. No es una opinión aleatoria, el éxito del que goza el Teatro del Bicentenario se traduce en espectáculos llenos y lo que se dice de él fuera del país.
ACTO III: Panorama operístico en México con León como protagonista
Si bien, el Teatro busca incluir todas las representaciones teatrales no puede negar su vocación por la ópera. Esta rama que enaltece cada una de las artes escénicas. Es una joya teatral que expone en un mismo momento un trabajo en conjunto por la perfección. Desde la proyección escenográfica y de iluminación, pasando por la elección de cada artista con sus características vocales específicas, y terminando con el magistral trabajo de dirección escénica y musical para juntar cada uno de los elementos en un mismo lugar en un mismo tiempo y que eso explote de tal forma que el espectáculo sea sublime.
A la ópera se le considera un género de gusto adquirido. En el siglo XVII no se veía tan lejana a pesar de que la experiencia equivalía a pasarse cuatro horas sentado escuchando una aria tras otra con poca iluminación y en un idioma extranjero sin subtitulaje . Dos siglos después, ya con un repertorio que miraba en retrospectiva a los grandes compositores pasados, se consideró a la ópera como una experiencia primordialmente tradicionalista. Esta etapa, encerró al género como algo lejano y elitista, algo viejo que se empolvó durante 200 años.
Sin embargo, el siglo XXI ha logrado un renacer dentro de la concepción de la ópera como un género de gozo. En México, en los últimos 30 años, un grupo de creativos ha logrado darle una visión fresca que aprovechaba al máximo las ventajas tecnológicas de la actualidad para enmarcar cada una de las piezas y volver la experiencia operística algo total, tanto auditiva como visual.
Posteriormente, la producción operística se consideró como algo que solo sucedía en la capital. Relegando al resto de los mexicanos excluidos de producciones de gran formato. La necesidad cultural se tenía que expandir para lograr tener contacto con toda la población. La iniciativa privada ha sido un elemento importante para que proyectos de formación lírica y gestión cultural vayan creciendo en ciudades como Hermosillo, Ciudad Obregón, Culiacán, Monterrey, Veracruz, San Luis Potosí, Zacatecas y Guadalajara. Con esto se ha generado una ruta de festivales y producciones independientes de la capital. La proyección a futuro es co-producir espectáculos para lograr aprovechar al máximo las producciones y llegar a una cantidad mayor de público.
El Teatro del Bicentenario busca unir fuerzas para que los espectáculos tengan una invitación a los recintos teatrales más importantes del país. La formación de públicos en cada ciudad es indispensable. Actualmente, León, es considerada como una ciudade con una oferta cultural continua.
Hasta ahora, la selección de óperas producidas por el Teatro ha sido el repertorio que cada uno debe de ver al menos una vez en su vida. Las obras que encabezan la lista ya son nombres conocidos entre los leoneses: La Cenicienta y el Barbero de Sevilla de Rossini, Madama Butterfly y Tosca de Puccini, La Traviata y Rigoletto de Verdi, Orfeo y Euridice de Gluck, La Viuda Alegre de Lehár, y la dupla Cavalleria Rusticana de Mascagni y Pagliaci de Leoncavallo. A estas obras les siguen una innumerable lista de conciertos sinfónicos, espectáculos de danza y de teatro y siendo anfitriones de Festivales y giras de bastantes compañías.Los “clásicos” de los clásicos presentados con una dinamismo que logra eclipsar los estímulos auditivos y visuales.
El Director recalca que la misión del Teatro es dar una revisión de las obras a partir de la creación del propio autor pero refrescada por la visión del siglo XXI, logrando una adherencia al público y elevando la experiencia estética. Es decir, la presentación de obras respetando la visión del autor, aplicando ciertos filtros para añadir frescura a la obra y potenciándola con la tecnología de punta para lograr la perfección escénica. Así, la ópera se vuelve un espectáculo vigente con aires contemporáneos y con miras a volver accesible esta joya que ha sobrevivido siglos enteros cautivando el interés del público.
Se puede afirmar que el Teatro del Bicentenario ha despuntado como una referencia en la gestión cultural. Durante estos cinco años se ha logrado que el trabajo local sea un motivo de análisis para proyectar de manera similar una estructura cultural.
No son las paredes, es el sonido que guarda dentro de ellas, lo que ha conformado un Teatro vivo. Un Teatro visitado y frecuentado, uno que mantiene un festival permanente que logra poner de manera constante espectáculos de calidad y que ha logrado crear una necesidad del consumo teatral, mantener un interés continuo de la población y permanecer con la vocación cultural y creativa con la que empezó y que ha vuelto a nuestra ciudad una referencia mundial dentro de la administración cultural.
QUINTO ANIVERSARIO: El aplausómetro
Sin embargo el éxito de un recinto teatral se debe a la fuente misma que inspira el proyecto: la representación de la cultura. En la actualidad, se generaliza a la cultura como un elemento alejado de las necesidades básicas de la comunidad. Se piensa que un recurso dirigido a la cultura es un gasto superfluo y que un buen proyecto cultural está destinado a países con muy bajas tasas de pobreza. Esta idea es propia de quien olvida que la cultura es un derecho humano. Cada uno de los mexicanos tienen derecho al contacto cultural y participar de esta. El arte es un medio de cohesión social y una fuente de empoderamiento personal.
Al ver un teatro lleno, se pueden contar todas las fuentes de trabajo que genera una producción. Brinda una opción a una sociedad interesada en la cultura que crece exponencialmente y que ha encontrado en la industria cultural un lugar donde explotar sus capacidades laborales de una manera formal. Se ha abierto una opción mas a esta ciudad que despunta por la industria automotriz, la del calzado o la del turismo y ahora se trabaja para lograr ser un centro de la lírica nacional. Un trabajo bien hecho que demuestra la eficacia leonesa y la exigencia de la misma en el gusto por el contenido cultural que brinda la ciudad.
A cinco años de la inauguración se puede establecer que el Teatro del Bicentenario ya no es una moda, ya superó esa media de la novedad para establecerse como uno de los teatros mas importantes de México. Es un orgullo de cada uno de los ciudadanos que trabajan y frecuentan el recinto y que en base a su participación el Teatro sigue latiendo como algo vivo por y para la ciudad. Solo queda esperar que vengan muchos años mas.