Todo parecía una noche cualquiera, pero no. El pequeño poblado de Quebec, Lac-Megantic, se convirtió en un infierno luego de que un tren con 73 vagones con crudo descarrilara y estallara en el Centro de la comunidad.
Mientras los bomberos rociaban agua a los vagones y que aún ardían ayer, la cifra de muertos se elevó a cinco con la recuperación de más cadáveres, luego de que las explosiones y llamas arrasaron el distrito del Centro de la localidad.
Debido a las decenas de avisos sobre personas desaparecidas, las autoridades temen que puedan encontrar más cuerpos una vez que lleguen a las zonas más afectadas.
El teniente Michel Brunet, de la Policía Provincial de Quebec, dijo el domingo que unas 40 personas están desaparecidas, aunque advirtió que la cifra podría cambiar.
“Nos reunimos con muchas personas que avisaron de la desaparición de familiares. En este momento puedo establecer en 40 la cifra de personas cuyo paradero se desconoce”, manifestó Brunet, quien confirmó el domingo en la tarde dos muertes más tras anunciar que dos cuerpos fueron encontrados durante la noche. El día de la tragedia estaba confirmada la muerte de una persona, pero ayer ya aumentó a cinco.
De los 73 vagones sólo uno no transportaba crudo, con destino a la región petrolera de Bakken, en Dakota del Norte, a una refinería en Saint John, en Nueva Brunswick.
Tras las explosiones ocurridas a primeras horas del sábado, los habitantes de Lac-Megantic huyeron despavoridos por las calles bajo el intenso calor de las enormes bolas de fuego cuyo resplandor rojo iluminaba el cielo nocturno.
El jefe local de bomberos, Denis Lauzon, comparó la escena calcinada con una “zona de guerra”.
La alcaldesa Colette Roy-Laroche afirmó que “esto es terrible. Nuestra comunidad lamenta (lo ocurrido) y nos afecta personalmente”.
El domingo por la tarde, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, visitó el poblado, cuyo centro quedó arrasado.
Harper afirmó que todo el país está preocupado por los desaparecidos y reza por esta comunidad.
“Es un sector enorme, 30 edificios completamente destruidos, incinerados para todos sus efectos”, dijo Harper. “No hay familia que no haya sido afectada”, apuntó.
La búsqueda de víctimas entre los escombros calcinados enfrentaba la dificultad de dos vagones que el domingo en la mañana aún ardían, por lo que se temen nuevas explosiones y el peligro de más muertes.
Lauzon dijo que los bomberos se mantenían a una distancia de 150 metros de los vagones cisterna que continuaban en llamas, que rociaban agua y espuma para impedir que se sobrecalentaran.
“Nos han dicho que hay gente ilocalizable, pero puede ser que no estén en el pueblo o que estén de vacaciones”, dijo el oficial de Policía Michel Brunet.

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