El presidente Mauricio Macri arrancó su mandato en Argentina con buenas noticias, reducción de impuestos y una cierta calma social, pero los números, con un 7% de déficit público, auguran que en algún momento llegará la tormenta.
El macrismo empezó los recortes por la parte con menor coste político: despidos masivos de empleados públicos contratados en 2015 por el kirchnerismo y muy cercanos a la militancia.
Es un proceso que puede acabar con hasta 60 mil personas fuera de la Administración pública argentina y que ha empezado con 2 mil 035 despidos en el Senado y 600 en el emblemático Centro Cultural Kirchner.
En Argentina suele llamarse “ñoquis” a los burócratas y empleados públicos ficticios, colocados por los partidos y que sólo acuden un día al mes para cobrar.
Se llaman así porque los gnocchi, plato típico italiano, se suelen servir el 29 de cada mes en los restaurantes porteños, y ese es el día que se cobran los sueldos.
El macrismo quiso empezar su ajuste asegurando que todos los despedidos son ñoquis, personas contratadas por amiguismo.
Aunque no todos están de acuerdo, sobre todo los afectados y algunos sindicatos, que temen que este sea el principio de una oleada de recortes mucho más profundos.
Barbas a remojar
60 mil burocrátas que llegaron a la Administración pública argentina por vínculos con el kirchnerismo se espera sean despedidos en total en las próximas semanas.