Ante cientos de feligreses, el Cardenal Alberto Suárez Inda, también Arzobispo de la ciudad de Morelia consagra la parroquia del Señor de La Piedad.
La ceremonia celebrada el mediodía de ayer contó con la participación del Obispo Auxiliar de Morelia, Juan Espinoza Jiménez, y el cura de este santo recinto, Guillermo Reyes, así como de diversos sacerdotes de esta región.
Con este acto y la entrega de las llaves al cura Guillermo Reyes por manos del arzobispo Suárez Inda, se declara el recinto un lugar de oración.
El Cardenal Suárez Inda explicó que la dedicación de una iglesia significa “consagrarla a Dios, dársela a él, apartarla como lugar de encuentro con Dios y con los hermanos y por consiguiente adquiere una dimensión espiritual muy alta y digna de respeto, veneración y un cuidado muy especial”.
Bendición para los presentes
En el acto protocolario, primero se hizo la entrega del edificio al obispo presentándole las llaves. Luego se procedió a bendecir las aguas con las que se roció a todos los presentes en memoria del bautismo; también los muros del templo y el altar fueron consagrados por el agua.
Resaltó Suárez Inda en su mensaje, que la consagración es una muestra de que “la iglesia de Dios debe siempre de puertas abiertas, debemos ser hospitalarios y con nuestro corazón abierto y saber que el reino de los cielos es siempre disponible a nosotros”.
Invitó a los presentes a ver la iglesia como una escuela en donde se tiene que escuchar y responder con mucha fe y donde Jesús no sea visto como el maestro, sino como un padre.
En este lugar de oración -dijo ala feligresía-, “no se necesitan muchas palabras el señor conoce tus deseos más internos y escucha tu oración silenciosa”.
Solicitó a los presentes seguirle pidiendo “que no nos abandone, el Señor cumple su promesa de que estará con nosotros todos los días”.
Listo para orar
Finalmente, el Arzobispo recibió de manos del cura Guillermo Reyes las reliquias que fueron colocadas en el altar central. Inmediatamente después ungió el crisma en los cuatro ángulos del altar y luego los muros del templo ayudado por el obispo auxiliar, Juan Espinoza.
Con esta dedicación el edificio ahora está listo para escuchar la palabra de Dios, para orar, para recibir los Sacramentos y celebrar la eucaristía; esta iglesia de acuerdo a lo que piden las normas litúrgicas, debe ser hermosa, con una noble belleza y que pueda ser signo claro de las realidades celestes que aquí se celebrarán.

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