El físico noruego, Andreas Wahl, decidió arriesgar su, literalmente, físico, para demostrar la ley de conservación de energía.

 

Colocando su espalda en una columna, Wahl colocó una bola de hormigón en frente de su rostro, el cual desamarró y espero que el objeto no se impactara contra él, con el fin de demostrar la ley que establece que la energía no puede ser creada ni destruida, sólo se transforma.

 

En el material de 50 segundos, el físico suelta el objeto, éste se balancea y vuelve a donde está él, pero solamente le pasa enfrente y vuelve a balancearse. Al final se pueden escuchar las celebraciones y la exhalación de Andreas al ver que no falló.

 

Anteriormente, Wahl había hecho un experimento en el que disparó un rifle en una alberca, con el fin de demostrar que una bala no podía alcanzarlo. En la piscina se sumergió sin protección antibalas

 

 

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