Viven 6 mil, carnaval entre fe y “truenos”

Con banda de viento, él rico mole con arroz y al ritmo de carnaval, habitantes de la comunidad de San Juan de la Vega festejaron a San Juan Bautista, patrono de la comunidad.
A las 9 de la mañana de ayer, cientos de fieles de todas las edades acudieron al campo de fútbol que se encuentra en la entrada de la comunidad, pero en esta ocasión no iban a presenciar un partido de fútbol del Atlético San Juan de la Vega, sino más bien a presenciar o realizar los “truenos”.
Algunos llegaron disfrazados de militares, otros con paliacates en el rostro, algunos se pusieron de acuerdo en el atuendo, pero al final todos coincidieron en un marro de fierro, bolsas con azufre y las heridas en el cuerpo.
“Es peligroso pero es nuestra fe al patrono. Los truenos es nuestra forma de demostrar nuestra devoción y respeto. Son marcas dolorosas y algunas de por vida, pero es la tradición, el agradecimiento a San Juanito de los Barrios”, dijo Alfredo Rojas.
El carnaval empezó y antes de las 2 de la tarde el tradicional recorrido reunió a cerca de 6 mil habitantes, quienes caminaron en las principales calles para acompañar la figura del patrono, San Juan Bautista.
Algunos hombres se disfrazaron de mujeres, ex presidentes, personajes de la televisión, artistas, pero como cada año, quienes llamaron más la atención fueron los jinetes y bandidos en sus representaciones.
Los fieles caminaron hasta la calle Aldama donde las amas de casa ya tenían las cazuelas con el mole, el arroz y las tortas para regalarlas a las personas que iban pasando.
Los cohetes dieron el aviso de la llegada del santo patrono a uno de los domicilios de esa calle donde la banda de viento ya estaba lista para tocar las primeras canciones.
El estruendo de los “truenos” no dejaba de cimbrar la tierra de San Juan de la Vega, mientras que algunos se tapaban los oídos con tapones especiales, otros simplemente se emocionaban y comentaban sus experiencias cuando utilizaron el marro.
Minutos antes de las 4 de la tarde la mayoría de los jóvenes se retiraron del campo donde todavía se escuchaban algunas explosiones y se veían lo que quedaba de las estelas de humo con el olor característico del azufre y la pólvora.