El portal de ABC informó que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado hoy la que podría ser la fotografía de un Sol moribundo, dentro de unos 5,000 millones de años. Tomada por el Telescopio Espacial Hubble, la imagen muestra la nebulosa planetaria K 4-55 a 4,600 años luz de la Tierra, en los restos de lo que una vez fue una estrella tan radiante como el Sol. De hecho, los astrofísicos consideran que tiene una masa muy similar a la solar, por lo que creen que al observarla se puede pensar perfectamente que el Sol tendrá un aspecto parecido cuando le llegue su hora.

En concreto, a través de una superposición de tres imágenes distintas, se ve cómo la estrella libera varias de sus capas externas y deja a su núcleo desnudo, enfriándose lentamente y convirtiéndose en una enana blanca. En la imagen, tomada el 4 de mayo de 2009, el color rojo corresponde al gas de nitrógeno, el verde al de hidrógeno y el azul al de oxígeno.

Las estrellas nacen, crecen y mueren. Aparecen en algunos brazos de galaxias espirales, cuando enormes acumulaciones de gas se condensan y se agrupan en protoestrellas. El gas alcanza tales presiones y temperaturas que el “corazón” de las estrellas se enciende. En ese momento las reacciones de fusión nuclear comienzan a quemar hidrógeno y permiten que la estrella brille y libere enormes cantidades de energía.

Desde entonces se inicia una vida de miles de millones de años de lucha: por una parte la energía que libera la estrella pugna por expandir la materia acumulada en la estrella, por otro lado, la gravedad trata de impedirlo. Pero, cuando el combustible principal de la estrella se agota, la estrella se apaga y la gravedad se impone. Esto provoca que la estrella se derrumbe y acabe estallando, o que se convierte en un gran bloque sólido extremadamente caliente.

Cuando eso ocurra con el Sol, en la Tierra no habrá nadie para contarlo. Antes de esa etapa de liberación de las capas externas, las estrellas moribundas similares al Sol se hinchan y se convierten en gigantes rojas. El problema es que en el caso del Sistema Solar, el Sol se inflará tanto que su superficie no solo tocará y arrasará la Tierra, sino que incluso llegará a Júpiter.

Durante esta fase, que dura unas decenas de miles de años, el Sol se deshilachará y perderá gran parte de su masa. Atrás quedará su núcleo, compuesto de carbono, y una nebulosa gaseosa. La energía remanente, ionizará y encenderá este gas, se formará una nebulosa planetaria mientras que el cuerpo principal quedará convertido en un bloque caliente y denso.

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