Un tatuaje, pensó, sí, ésa sería la mejor alternativa para tapar la enorme cicatriz dispareja que tiene su abdomen de extremo a extremo, sin embargo no funcionaría para desvanecer la marca sentimental que le dejó la doctora Margarita Valdez.
Una mujer de 45 años de edad, madre y esposa, originaria de San Francisco del Rincón, tomó la decisión de hacerse una liposucción. La idea era sólo quitarse el exceso de grasa y esos detalles que quedan después del embarazo, pero terminó por hacerse ocho cirugías.
La doctora Margarita Valdez Taboada, como se presentaba y en quien confiaba por trabajar en el spa de “Chelita”, la intervino una y otra vez, le hizo una liposucción, una lipectomía, en los brazos también cortó; inyectó gel en el busto, después lo retiró y mejor utilizó implantes, volvió a meter el bisturí en el abdomen y terminó por hacerle algo en la espalda.
Después se sometió a más de 40 masajes con otra terapeuta para ver si su cuerpo se amoldaba a la forma deseada, con cintura pequeña, sin los borditos de piel del dorso, sin bultos en el abdomen, pues cada vez que iba a cirugía supuestamente para mejorar, se veía y sentía peor.
“Cuando estaba ahí, me evaluó, nada más me iba a hacer la lipectomía y la liposucción, y me evaluó en 18 mil pesos, yo dije: ‘está muy barato’, pero yo confiaba mucho en la señora ‘Chelita’; bueno, entre comillas sigo confiando porque al parecer ella también fue engañada”, platica en la sala de su casa.
Con el apoyo de su marido para operarse, llegó en diciembre del 2015, decidió ir sola, pero les dejó claro a sus hijas que estuvieran al pendiente para que fueran por ella cuando saliera.
Su esposo y sus dos hijas se preocuparon al pasar las horas, nueve en total. Hasta las 11 de la noche salió.
Recuerda que todo el tiempo de la cirugía estuvo consciente, platicando con la doctora y su asistente, pues sólo había recibido anestesia local.
Previo a la primer cirugía, se vieron para hablar de lo que quería hacerse, marcó con plumón las zonas que intervendría, pero jamás le dio a firmar un documento que se requiere para responsabilizarse y dar consentimiento de lo que se hará.
“Me dieron nervios porque me daba miedo por el lugar donde se estaba realizando la cirugía… no pensé en irme”, platicó.
El lugar no era más que un espacio acondicionado dentro del salón de masajes en San Francisco, cubierto con sábanas y con cajas de plástico donde guardaba los medicamentos.
“Cuando me hizo la lipectomía fue en un lugar que no era nada adecuado, me arriesgué bastante, hasta ahora me doy cuenta, nada más estaba la doctora Margarita y ‘Chelita’”.
“Había una camilla, había cosas alrededor que taparon con sábanas, todo muy simple; luego ella decía que tenía una máquina para esterilizar el ambiente, y que todo lo taparon para que estuviera esterilizado”, recuerda.
A pesar de eso, dice, le fue bien, porque su cirugía no se complicó sólo tuvo que estar 12 días en reposo.
Iba a haber una última operación para mejorar el aspecto del abdomen, en esa tendría que pagar 5 mil pesos más de los 54 mil que ya había desembolsado, ése fue el motivo por el que paró, tuvo que fingir tener gripa para no ir, pero de haber sido gratis hubiera vuelto.
“Se supone que iba a mejorar, pero es muy traumático estarme viendo en el espejo, siendo que era una cirugía estética para estar mejor, anteriormente me iba a la playa y todo muy a gusto, pero ahorita hasta me da vergüenza, porque semejante cicatriz grande y el abdomen no se ve normal, pues sí te traumas”, comenta.
De tener contacto casi diario por mensajes o llamadas, pasó a no saber nada de la doctora Margarita.
“Todo le creía, para hablar era muy propia, muy convincente; todo lo creía uno, la veíamos muy seguido, se llegó a sentir tal la amistad porque hablábamos y nos veíamos, incluso nos mandábamos mensajes de cosas bonitas, llegó a ese estado de poder ser mi amiga, así se decía ella, pero después no le importó nada”.
Visitó a otro doctor. Tendrá que hacer correcciones, pero no está decidida, no quiere volverse a someter a cirugías. Además, invertir más dinero es complicado.
¿Médico a los 16 años?
En el Registro Nacional de Población e Identificación Personal, al ingresar el nombre de Kastia Margarita Valdez Almonte aparece como originaria de República Dominicana y da fecha de nacimiento el 15 de noviembre del 1981, es decir, actualmente tiene 34 años de edad.
Sin embargo, ella se presenta con sus clientas como Margarita Valdez Taboada y utiliza su cédula profesional, misma que aparece en sus recetas.
Pero la cédula profesional pertenece a una médica cirujana titulada de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, que egresó de la especialidad de cirugía en el 2002.
Si esa cédula correspondiera a Kastia Margarita, habría egresado a los 21 años, su ingreso a la licenciatura de Medicina habría sido a los 11 años, para cursar los cinco años de la carrera y, a los 16, entrar a la especialidad de cirujano general.
Carlos Molina Villa, presidente del Colegio de Cirujanos Plásticos de Guanajuato, explicó que para hacer cirugías plásticas, la vía es solo una, que lleva mínimo 12 años.
“Los que hacemos este tipo de cirugías, tenemos que tener una preparación inicial de medicina, que son cinco años; de ahí tenemos que hacer un examen a nivel nacional donde pocos salimos seleccionados para hacer una residencia en cirugía general, que va de tres a cuatro años; después de ahí, otro examen para ingresar a cirugía plástica, que lleva de tres a cuatro años”, comentó.
Terminando la especialidad, el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, realiza un examen para certificarlos.