Una nueva muerte dudosa complicó aún más la serie de espionaje en la que se ha convertido la investigación sobre la presunta trama de corrupción del entorno de la familia Kirchner.
Horacio Quiroga, ejecutivo que reveló vínculos económicos entre el empresario detenido Lázaro Báez y el ex presidente de Argentina Néstor Kirchner, se halló muerto en su casa, en Buenos Aires.
Un familiar halló su cuerpo en la bañera con un fuerte golpe en la cabeza, que le habría ocasionado la muerte. Según las primeras versiones policiales, la puerta de la casa no había sido forzada.
Quiroga declaró en 2013 a la revista Noticias que Kirchner había enviado a las petroleras millones de dólares en efectivo.
Su denuncia fue ratificada poco después ante el juez que investiga la “Ruta del dinero K”, causa que investiga el destino de millones de dólares que Báez reunió como responsable de la obra pública de Santa Cruz, cuna del kirchnerismo.
Su deceso, que ha sido caratulado como muerte dudosa, reaviva el recuerdo de un fallecimiento ocurrido en circunstancias similares: el del ex fiscal Alberto Nisman, a cargo de la investigación por el atentado terrorista contra la mutua judía Amia, y hallado muerto también en el baño de su casa en enero de 2015.