Nadie imaginó que el cuarto presidente elegido consecutivamente en Perú, un récord en un país con una larga historia de golpes y dictaduras, lo sería por unos pocos miles de votos.
La diferencia entre el liberal Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que encabeza el conteo, y la derechista Keiko Fujimori se fue acortando con el escrutinio, hasta quedar en poco más de 50 mil votos sobre un total de casi 18 millones (0.34%) al 97% contado.
Este ajustadísimo final pone a prueba las instituciones peruanas, que de momento resisten bien en un ambiente de tensa calma, en el que el fujimorismo se niega a asumir la derrota en un país partido casi a la mitad.
La mayoría de los expertos que miraban el recuento con detalle, coincidían en que es prácticamente imposible la vuelta al conteo. Pero la diferencia se iba acortando más y más. Algunos fujimoristas empezaron a lanzar en redes la idea de que el vuelco era posible.
Sin embargo, la victoria se les escapaba en un largo recuento que puede durar hasta el fin de semana, con urnas traídas a pie y en canoa desde las zonas más alejadas de la selva.
Ya por la tarde, la diferencia se amplió de nuevo ligeramente y se consolidaron las opciones de victoria de Kuczynski. Al 97% de actas contabilizas se pasó a una diferencia de 0.34%.
En esta segunda vuelta, basta un solo voto de diferencia.
El voto del valle cocalero
El jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, Mariano Cucho, anunció la mañana de ayer que faltaba contabilizar votos del Valle de los ríos Apurímac y Ene, el mayor productor de hoja de coca destinada al narcotráfico.
“Aún no llegan al centro de cómputo las actas de la compleja zona del VRAEM”, afirmó.
El congresista fujimorista suspendido (por una denuncia de violencia familiar), Juan Díaz Dios, afirmó que en esa circunscripción sacan “20 mil votos de ventaja”, sin embargo, un análisis realizado por la UNODC indicó a inicios de mayo que en el VRAEM el voto mayoritario fue por el Frente Amplio, con 51% de votos.