Una rutina semanal de yoga y meditación puede fortalecer las habilidades para pensar y ayudar a prevenir el deterioro mental relacionado con la edad, según un nuevo estudio en adultos mayores con signos prematuros de problemas de memoria.
La mayoría de nosotros, pasados los 40 años, estamos conscientes de nuestra mente y, en particular, de la memoria que comienza a renquear conforme pasan los años.
Pareciera que cierto debilitamiento en la función mental es inevitable con la edad. Sin embargo, ciencia emergente indica que podríamos poder desacelerar y mitigar el debilitamiento con la forma en la que vivimos y, en particular, si movemos el cuerpo y cómo lo hacemos. Investigaciones anteriores encontraron que las personas que corren, entrenan con pesas, bailan, practican Tai chi o hacen jardinería con regularidad tienen un menor riesgo de desarrollar demencia que las personas que no están para nada activas físicamente.
También hay evidencia creciente de que combinar la actividad física con la meditación podría intensificar los beneficios de ambos objetivos. En un estudio interesante sobre el cual escribí hace poco, por ejemplo, la gente deprimida que medita antes de salir a correr mostró mayor mejoría en el ánimo que la que solo hacía una de las dos actividades.
Sin embargo, muchas personas no tienen la capacidad física para correr, ni el gusto por hacerlo, ni tampoco para otras actividades similarmente vigorosas.
Así es que para el nuevo estudio, el que se publicó en la Journal of Alzheimer, los investigadores de la Universidad de California, en Los Angeles, y otras instituciones decidieron probar si el el yoga, una actividad relativamente suave y meditativa, podría alterar el cerebro de las personas y fortalecer su capacidad para pensar.
Empezaron por reclutar a 29 adultos de edades medias y avanzadas del área de Los Angeles, que les dijeron a los investigadores que estaban ansiosos por el estado de su memoria y que se encontró, durante las evaluaciones en la universidad, que padecían una discapacidad cognitiva moderada, una condición mental que puede ser un precursor de una eventual demencia.
Los voluntarios también se sometieron a un encefalograma con el que se registra cómo distintas partes del cerebro se comunican unas con otras.
Después, se los dividió en dos grupos. Uno empezó con un programa de entrenamiento cerebral bien establecido que implica una hora a la semana en un salón de clases y ejercicios mentales diseñados para reforzar la memoria, mismos que se les pidió que practicaran en su casa durante unos 15 minutos al día.
Los otros tomaron yoga. Por una hora cada semana, practicaron Kundalini yoga, que consiste de ejercicios de respiración y meditación, así como movimientos y posturas. Los investigadores escogieron esta forma de yoga, en gran medida, porque la gente que no está en buena condición física o es nueva en el yoga, encuentra que le resulta más fácil completar las clases, en lo general.
Al grupo de yoga también se le enseñó el tipo de meditación conocida como Krtan Kriya, que implica repetir una serie de sonidos -un mantra-, mientras que, simultáneamente, se “danza” con movimientos repetitivos de las manos. Se les pidió que meditaran en esta forma durante 15 minutos cada día, para que el tiempo total comprometido fuera equivalente en ambos grupos.
Los voluntarios practicaron sus programas durante 12 semanas.
Luego, retornaron al laboratorio de la universidad para hacer otra ronda de pruebas cognitivas y un segundo electroencefalograma.
Sin embargo, solo quienes practicaron yoga y meditación mostraron mejoría en el ánimo y se desempeñaron mucho mejor en una prueba de memoria visuoespacial, una forma de recordar que es importante para el equilibrio, la percepción de la profundidad y la habilidad para reconocer objetos y transitar por el mundo.
Los que habían practicado yoga, no obstante, también habían desarrollado más comunicación entre partes del cerebro que controlan la atención, lo que sugiere una mayor habilidad ahora para concentrarse y realizar tareas múltiples.
Adiós a la preocupación
Según el citado estudio, es imposible saber cómo la meditación y el yoga habían cambiado fisiológicamente en forma única al cerebro de los voluntarios, a partir de esta investigación, aunque es posible que las reducciones en las hormonas del estrés y la ansiedad jueguen un papel muy importante, comentó.
“Se trataba de personas que estaban preocupadas por el estado de su mente”, señaló un especialista.
El movimiento también incrementa los niveles de varios bioquímicos en los músculos y el cerebro, mismos que se asocian a una mejor salud cerebral.
Si otras formas de yoga y meditación o cualquiera de estas actividades por sí sola pudieran reforzar al cerebro de la misma forma sigue siendo un misterio.
Sin embargo, podría haber algo especialmente potente, notó, sobre la combinación del yoga con el tipo de meditación que se practicó en este estudio, durante el cual la gente no estuvo completamente quieta.