Una vez más los profesores de la CNTE y quienes los apoyan en su condenable lucha para evitar que se les aplique la ley por los delitos que han cometido, por medio de los hechos realizados desde hace varios años, están actuando de tal manera que han dislocado en forma grave a las instituciones públicas y dañado en forma severa a los particulares de los estados de Michoacán, Chiapas, Guerrero, Oaxaca y también de la Ciudad de México, principalmente, pues en los últimos días también se han dañado institucionalmente otros lugares de nuestra República.
Por supuesto, que lo mencionado antes no se refiere a los actos que de manera ajustada a la ley, muy pocos, han efectuado quienes voluntariamente o presionados por sus líderes han participado para manifestar su inconformidad con la genéricamente llamada Reforma Educativa. Es decir, que su derecho a disentir de lo hecho por el Estado en esa reforma y para imponerla no está en duda, pues la constitución de nuestro País lo garantiza.
La importancia que esos hechos delictuosos han adquirido no permite abandonar el tema para comentar sucesos que en el ámbito internacional están teniendo cada vez mayor relevancia en la relación Europa y Occidente, con el llamado Oriente medio. Uno de ellos el terrorismo.
El tema, pues, de lo que está sucediendo en México con los profesores de la CNTE y grupos que apoyan y participan en su actividad, permite decir que los que realizan estas formas de protesta de carácter delictuoso están, ciertamente, muy cercanos al terrorismo. Afirmo eso, porque con todo lo que se ha dado en últimas fechas de bloqueos en las carreteras para no permitir el paso de camiones que llevan víveres, medicinas y otros artículos de primera necesidad, sobre todo de los que pertenecen a compañías trasnacionales o nacionales consideradas como capitalistas, no parece que tengan sólo y únicamente el propósito de causar molestia, sino también hacer que las personas, en lo general, de los lugares que son afectados sientan miedo por los hechos delictuosos de aquellos a los que difícilmente se les puede dar la denominación de maestros. Ello porque están demostrando, además, que están adquiriendo una posición de mayor fuerza que el Estado. Lo que implica que ante el temor de la desprotección de la autoridad, comiencen a apoyar a los disidentes.
Veamos cómo puede suceder esto. Recordemos, rápidamente, que después de que el Gobierno Federal, y los gobiernos de los estados mencionados arriba, pretendieron aplicar las normas derivadas de la reforma educativa y someter a su imperio a los profesores que habían estado luchando para que éstas no se aprobaran por el poder legislativo, estos decidieron no acatarlas y ponerse en franca rebeldía.
La Secretaría de Educación, ante las suspensiones de clases que los de la CNTE realizaron en las escuelas dominadas por ellos, comenzó a aplicar las normas recién puestas en vigencia haciendo los descuentos salariales a los faltistas y a los que acumularon las faltas suficientes se les despidió. Sin embargo, la realización de esos despidos ha venido quedando en palabras, pues las notificaciones y determinaciones que los concretan no han podido efectuarse conforme a la ley, porque los mismos disidentes por medio de la fuerza lo han impedido.
A partir de ese momento los bloqueos a las carreteras y autopistas, los ataques violentos a quienes quisieron dar cumplimiento a los despidos se generaron. Por supuesto, que también las manifestaciones con violencia siguieron, se destruyeron bienes de oficina y equipos de cómputo en las oficinas de las secretarías de educación de los estados y en algunas de las federales en esos lugares. Se vandalizaron (empleo esa palabra muy de moda para no desentonar de los medios de comunicación que frecuentemente lo utilizan) oficinas públicas y se comenzó a hostilizar a los clientes de supermercados de origen nacional y extranjero en algunas de las ciudades de los estados en donde se impone la CNTE. Se hizo violencia física en contra de los profesores que querían seguir dando clases, causándoles lesiones leves en algunos casos. Éstos mismos sufrieron vejaciones y tratamientos injuriosos. Ante esos hechos los gobiernos estatales y federal nada realmente hicieron. No intentaron prevenir otros ni sancionar realmente a los ya cometidos. No se hizo uso, con eficacia, de la fuerza pública para impedir o levantar los bloqueos de las autopistas o carreteras. Se levantaban y se levantan por decisión de quienes realizan esos bloqueos. El Gobierno decía que buscaba el diálogo y por ello no reprimía ni prevenía con base en la ley. Hubo muertos en un intento de evitar el bloqueo de una autopista. Se inculpó a las fuerzas federales, es decir Policía Federal, de haber utilizado armas de fuego y haber causado estas muertes. En principio las autoridades policiales lo negaron, pero después callaron.
Sube la presión de la gente de la CNTE. Se intensifican las acciones ya conocidas y los gobiernos federal y locales deciden no actuar con la fuerza pública. Los desmanes siguen hasta el grado de provocar desabasto de algunos víveres, combustibles y medicinas en varias de las ciudades de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. El Secretario de Gobernación sólo llama al diálogo, sin que le hagan caso. Viene la presión de la iniciativa privada y, por fin, el Secretario de Gobernación dice que el tiempo de espera se ha agotado. Todo mundo piensa que va a actuar la fuerza pública para poner orden. Pero queda en ridículo porque ninguna acción efectiva tomó. Por supuesto que las acciones de la CNTE y de sus compañeros de rebelión siguieron con más fuerza. La Secretaría de Gobernación nada hace. Perdón, me equivoco, el secretario Osorio Chong llama al diálogo y en realidad sí hubo algo: los líderes de la CNTE convinieron en dialogar, pero no suspendieron ninguna acción planeada. Se establecieron tres mesas de diálogo. De política una, otra de educación a la que no está invitado el Secretario de Educación y una más de problemas sociales. Los temas de política y de educación, son naturales a tratar con la CNTE, pero se explica una cómo es que el grupo sea el portavoz de los problemas sociales. Eso es darle una relevancia que no puede tener atendiendo a su origen y comportamiento en el ámbito de la educación. Se le reconoce, pues, una representación que no puede corresponderle legítimamente. Los profesores mientras tanto siguen realizando todo lo que han venido haciendo impunemente aun con mayor intensidad.
El presidente, Peña Nieto sigue indicando, cuando lo cree pertinente, que en la reforma no hay reversión, que la ley no se negocia. Sin embargo, cuando los líderes del SNTE reclaman modificaciones a ciertos aspectos de la reforma, concretamente a la evaluación, permanencia y cese de los profesores, así como que se tengan en cuenta las condiciones concretas de las regiones en donde se hace la evaluación y sus consecuencias, la respuesta viene pronto y se anuncia una mesa de trabajo en donde se tratarán esos temas entre la Secretaría de Educación y los líderes del CNTE. La pretendida intocabilidad de la reforma, parece que se dará por otros caminos, que si son o no aceptados por los profesores rebeldes adelante se verá. Lo más probable es que no los aceptarán. Se comienzan a oír voces de analistas en materia de educación, intelectuales, de líderes sociales y en materia laboral en el sentido de que los puntos mencionados de la reforma educativa y otros conexos bien podrían ser revisados y modificados. Que un paso grande atrás no será, pero que sí puede haber uno pequeño, que no servirá, sin embargo, para aplacar a la CNTE.
Así, pues, como dice una canción “por todas esas cosas y algo más” parece que la CNTE, hasta ahora, se está imponiendo al Gobierno o cuando menos esa impresión se tiene, y de que el camino para vencer la resistencia deberá cambiarse.