A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre el uso de cabinas bronceadores que emiten rayos ultravioleta, los cuales están clasificadas como carcinógenos para los seres humanos por su asociación con los cánceres de piel y daños oculares, en México no existe legislación que regule o prohiba su utilización.
“Las camas no están reguladas. Hay instituciones gubernamentales y grupos de médicos que no las aceptamos, sabemos que causan daño”, asegura Blanca Miller, presidenta de la Sociedad Mexicana Científica de Medicina Estética.
La población menor de 18 años se ve mucho más afectada por este tipo de cabinas, por lo que la OMS recomienda que ninguna persona menor de esa edad las use, no obstante en el País personas de cualquier edad pueden hacer uso de estos aparatos.
La Organización Mundial de la Salud ha informado que algunas camas solares pueden emitir niveles de radiación ultravioleta superiores a las radiaciones del Sol y que el aumento de su uso es una de las principales causas del incremento del cáncer de piel.
Así como la OMS, la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés), aconseja evitar las camas de bronceado.
“En México cualquiera puede usar las cámaras. Ha habido iniciativas y propuestas, pero no se ha hecho nada; debería prohibirse a los menores de 18. Como fundación hicimos una propuesta, pero no hemos avanzado”, advierte Laura Juárez, vicepresidenta de la Fundación Mexicana para la Dermatología.
La evidencia científica revela que quienes usan este tipo de cabinas y son menores de 18 años tienen hasta un 75% de riesgo de padecer cánceres de piel, agrega la dermatóloga, en tanto que los mayores de 35 tienen entre un 15 y 30% de peligro.
Además causan depresión del sistema inmunológico, lo que incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades infecciosas. “Nuestras defensas se inmunodeprimen. Es una respuesta inmediata. Otro efecto de la luz ultravioleta es el rompimiento del colágeno, lo que produce el envejecimiento prematuro”.
Entre los efectos oculares más graves de las radiaciones ultravioleta se encuentran las cataratas, el pterigión (un bulto blanco en la córnea) e inflamaciones oculares, como la fotoqueratitis y la fotoconjuntivitis.

Cuidados
Mine Díaz, vocal del capítulo Clínicas de Belleza de la Cámara Nacional de la Industria del Embellecimiento, comenta que estas cámaras se pusieron de moda porque el bronceado proporciona estatus. “Las usan más las personas entre 30 y 50 años, una a dos veces a la semana y pagan entre 500 y 800 pesos por 10 sesiones”, indica.
En la actualidad, dice, existen cámaras que sólo emiten rayos ultravioleta A, los cuales son menos dañinos, por lo que para quienes hacen uso de ellas, les sugiere optar por este tipo de cámaras.
“Hay que saber qué radiación emiten sus focos. Si son focos de radiación ultravioleta A, es la menos dañina, es la que menos broncea. Más vale ir a una cama de bronceado con radiación ultravioleta A, diario, por 15 minutos, a ir cada mes a camas de rayos ultravioleta B. Como clientes tenemos todo el derecho de obtener la información, y los proveedores de servicios la obligación de informar qué tipo de radiación emiten las lámparas de sus cámaras.
“Es más común que los centros de spa y salones de belleza tengan camas que emiten radiaciones A y B porque las personas quieren rapidez y resultados y no se miden los riesgos”, comenta.
Antes de usar las cabinas recomienda el uso de protector solar y de gafas protectoras. Como industria, afirma, exigen que los proveedores ofrezcan camas que sólo tengan focos que emitan radiación ultravioleta A. 
Legislación Según la OMS pocos países cuentan con una normativa en vigor. Bélgica, Francia y Suecia disponen de legislación en la materia, que limita la cantidad máxima de radiación UV-B (el componente más perjudicial de la radiación ultravioleta) a un 1.5% del total de las radiaciones ultravioleta emitidas (nivel similar al de las radiaciones ultravioleta carcinógenas del Sol).
La legislación francesa exige que todos los aparatos capaces de emitir radiaciones ultravioleta sean declarados a las autoridades sanitarias y que todos los establecimientos comerciales de este tipo sean supervisados por personal competente. Además, prohíbe su uso a los menores de 18 años.

¿Qué deben contener?

La FDA establece normas para las camas de bronceado, las cuales deben tener:

-Una etiqueta de advertencia
-Un cronómetro preciso
-Un interruptor de emergencia
-Un horario de exposición
-Anteojos protectores

Conductas riesgosas
-No usar anteojos protectores o que no se ajusten bien.
-Permanecer en la cama solar el máximo de tiempo sugerido.
-Usar la cámara por un lapso mayor al recomendado para el tipo de piel.
-Tomar medicinas y cosméticos que aumentan la sensibilidad a los rayos UV.

¡Alerta!
-Usar las cámaras de bronceado 30 o 40 veces al año favorece el desarrollo de cánceres de piel.
-Utilizarlas más de 20 veces al mes produce fotoenvejecimiento.
-Emplearlas una, dos o tres veces al año causa depresión del sistema inmunológico.

Tanorexia… obsesión ‘solar’
Tanorexia es el término utilizado para referirse a la adicción por poseer una piel bronceada. Psiquiatras explican que si no se atiende a tiempo, los pacientes pueden mostrar un comportamiento similar al de otros adictos, como mentir y gastar cantidades exorbitantes de dinero en sus sesiones de bronceado.

Como en otros desórdenes psicológicos, en la adicción a las camas de bronceado están involucrados elementos de predisposición genética, la bioquímica cerebral, así como el ambiente social y carácter de la persona.
Usualmente son personas innovadoras, competitivas, a quienes les aburre fácilmente la rutina y que ponen mucho énfasis en el culto al cuerpo: están obsesionadas con su dieta, vestimenta, cabello y color de piel.
El primer indicio para determinar el problema es cuando empieza a causar estragos en el bolsillo. Si está fuera del hogar por muchas horas a la semana y descuida sus actividades profesionales, familiares y sociales, puede decirse que ya es dependiente.

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