Casi renuncié a las citas cuando un sándwich me rechazó. Recibí un mensaje en OkCupid que decía: “¿Qué se sacude, tocino?”, y las únicas fotos de perfil eran de sándwiches reales. Sándwiches que se veían deliciosos, pero sin duda sándwiches.
Como me estaba sintiendo hambrienta y sola, decidí contestar. Hubo muchos juegos de palabras sobre pan -el sándwich de tocino, huevo y queso dijo que me había “amasado”, y le dije que esperaba poder estar a la altura de las circunstancias. Dijo que yo estaba teniendo un periodo exitoso y me aseguró que mis bromas no eran rancias.
Luego dijo que lo estaba cociendo loco y me pidió ser su bagel.
Escribí: “¡Comería ser tu bagel!”.
Y luego no escuché más sobre él. Tal vez estaba demasiado ansiosa y no debí haber usado dos signos de exclamación. Lo triste (sí, más triste que mantener correspondencia con un sándwich) es que estaba en verdad decepcionada. ¿Fui demasiado ingeniosa, o no lo suficiente? Tal vez no debí usar la palabra amor, aunque estaba disfrazada de comer. Pero luego me recordé a mí misma que fui rechazada por un sándwich.
Terminé una relación de ocho años en 2012. La última vez que hablé con mi ex novio (un año después de que terminamos), inadvertidamente cité a Taylor Swift. Cuando me preguntó cuánto iba a durar nuestro break, yo dije: “¡Nunca jamás vamos a volver a estar juntos!”.
Sintiéndome empoderada por canalizar a Swift, creé un perfil de citas en línea. Eso fue hace tres años. Desde entonces he salido con incontables tipos, he tenido más de una cita con algunos, pero no más de cinco citas con ninguno.
Garantizado: No soy una gran ligadora. Mi idea de una broma coqueta es enviar a alguien la pista de un crucigrama que no puedo resolver. He tratado de jugar relajada, pero se puede llegar a ser helada. He tratado de ser honesta. El último tipo con el que salí me pidió una cuarta cita y luego desapareció.
La razón dictaba que no murió en un horrible choque sino que cambió de opinión sobre mí. Incluso entonces, le envíe un mensaje de texto un par de semanas después para clarificar. La esencia de mi mensaje fue: Me gustabas, y heriste mis sentimientos. ¿Cuál es el problema? (Lo cual me hace cuestionar si tengo 40 años de edad, o 14.)
Su respuesta fue vaga -algo de estar en Canadá, distraído y dejando caer la toalla. Debí haberlo sabido en vez de preguntar. La realidad es que si alguien inesperadamente se va del pueblo, tiene que trabajar tarde, se enferma, probablemente nunca volverás a escuchar sobre él, a pesar del hecho de que diga que se mantendrá en contacto cuando regrese al País, salga de la cárcel o de su coma.
Todos dicen que debes estar feliz contigo mismo antes de que puedas encontrar la felicidad con alguien más. Encuentro esa noción extremadamente frustrante. Soy lo suficientemente feliz: tengo un buen trabajo, grandes amigos y vivo en la ciudad de Nueva York. Pero no voy a decir que la soledad no es palpable, que no me despierto a mitad de la noche en un estado de pánico, preguntándome si voy a estar sola por el resto de mi vida.
Esto no inspira la felicidad que se supone que debo personificar antes de encontrar un compañero. Entre ataques de pánico, he seguido saliendo, tomando el consejo que con frecuencia hago a mis amigos solteros: “Todo lo que se necesita es uno”.
Esto no debe confundirse con “el indicado”, porque no creo en almas gemelas, lo cual es altamente notable considerando el número de comedias románticas que he visto (aproximadamente todas ellas). Con “todo lo que se necesita es uno” quiero decir que sólo necesitas encontrar a una persona.
Conocí a Jim en el Bar Reis en Park Slope. Era principios de otoño y el clima era lo suficientemente tibio para sentarse fuera. Lo encontré en una mesa de picnic en el patio trasero, donde estaba bastante oscuro. Platicamos sobre trabajo, luego hablamos sobre dónde crecimos. Mencioné que soy de Los Ángeles, y preguntó por mi etnicidad. Le dije que todos en Los Ángeles pensaban que soy persa, pero en Nueva York todos asumen que soy judía (mi papá lo es, pero mi mamá no).
Jim ladeó la cabeza y miró mi nariz. “Bueno, es un poco ganchuda”.
“¿Disculpa?”.
“Tu nariz. Es un poco ganchuda, pero no muy aguileña”.
“¿Eh? ¿Me la rompí cuando yo era pequeña? ¿Pero decliné la cirugía que seguramente a un montón de chicas en L.A. les fue ofrecida?”. Cuando estoy incómoda, sale la chica de Valley en mí, y termino cada oración en una pregunta. Es totalmente impresionante.
Jim no pareció darse cuenta. Dijo que estaba bien que me sintiera cómoda con mi nariz y que me quedaba bien (pienso que esto supuestamente era un cumplido). Luego dijo: “Mis dientes no son grandiosos. Voy al dentista, pero se están pudriendo desde afuera, y no hay nada que pueda hacer al respecto”.
Las palabras “pudriendo desde afuera” se quedaron en el aire. Me llamó la atención que fuera tan flemático al respecto. Dijo que sus dientes eran realmente delgados, que todos en su familia tienen dientes delgados.
Me senté ahí asintiendo y sonriendo y tratando de dar un vistazo decente a sus dientes, pero estaba muy oscuro. Cuando fuimos adentro para pagar la cuenta, él sonrió al espejo detrás del bar, y con la luz pude ver que sus dientes se veían algo grises.
Se volvió hacia mí y dijo: “Soy un tipo bastante guapo, ¿verdad?”.
Le dije que admiraba su confianza. Cuando cuento esta historia, la gente típicamente se ofende en mi nombre. Una amiga dijo que ella se habría salido luego del comentario de la nariz. Yo estaba más sorprendida que ofendida, y no creo que él intentara ser hiriente.
Las primeras citas pueden ser incómodas; son básicamente entrevistas de trabajo con alcohol. De hecho, una cita parecía ser exactamente una entrevista de trabajo. Salí con un tipo que trabaja en publicidad, como yo, y todo de lo que él quería hablar era del costo de anuncios de plana completa en revistas.
La gente dice y hace cosas extrañas en las primera citas. Otro tipo no se quitó sus zapatos de chip para la bicicleta; entre su paso y el taconeo de sus zapatos, sonaba como si un caballo se estuviera acercando cada vez que él caminaba a través del piso de madera del bar.
Estábamos en Bell House en Brooklyn, y luego de su segunda cerveza, se acostó a lo largo del sofá donde se estaba sentando y se quedó así por un momento, con sus zapatos de bicicleta apoyados en el brazo del sofá. Luego se puso gotas en los ojos. Cuando de nuevo se sentó, las gotas lo hacían ver como si hubiera lágrimas cayendo por su rostro.
Le pregunté si todo estaba bien, y me miró como si yo fuera la loca.
Poco tiempo después salí con un abogado, y luego de un par de bebidas, tenía mi mano en su rodilla y las palabras “Siempre obtengo lo que quiero” salieron de mi boca. Es como si hubiera estado actuando en una obra, o intentando una nueva versión de mí misma, ya que mi versión normal no parecía estar teniendo mucha suerte. Soy afortunada de que el abogado no me haya demandado por ridiculez.
Algunos dicen que la definición de locura es repetir el mismo comportamiento una y otra vez y esperar un resultado diferente. Mientras tener citas me hace sentir loca a veces (por ejemplo, cuando intercambio mensajes con un sándwich), sigo con la esperanza de que un día el resultado será diferente.
Al mismo tiempo, también intento aceptar que tal vez nunca suceda para mí. Me digo a mí misma que no necesito un compañero para alcanzar una vida feliz y completa. Luego una mañana estoy en el subterráneo, al otro lado de una linda pareja que se ve hipster en una forma no molesta ni irónica.
Imagino que él está en una banda y que ella hace algo padre y creativo. Él dice algo gracioso y ella se ríe, luego pone la cabeza en el hombro de él. Cuando se levantan para irse, él toma la mano de ella y simplemente se ven tan apestosamente felices.
Quiero llorar, sintiéndome repulsiva por mirar a estos extraños y también envidiosa de que parecen tener lo que yo quiero. Me bajo del subterráneo en Union Square y me doy unas cuantas palabras de ánimo camino a la oficina. No renunciaré a la citas, al menos no por ahora. Y sólo debo esperar que en el Señor Tocino, Huevo y Queso no fuera el sándwich que dejé ir.
Traducción: Jéssica de la Portilla Montaño.
“Todos dicen que debes estar feliz contigo mismo antes de que puedas encontrar la felicidad con alguien más, encuentro esa noción extremadamente frustrante.”
“Algunos dicen que la definición de locura es repetir el mismo comportamiento una y otra vez y esperar un resultado diferente.”