A Donald Trump se le escurre el dinero entre los dedos y los coches se le caen de los bolsillos. Vehículos de lujo, obviamente. Alguien que vuela en su propio Boeing 757 (de más de 100 millones de dólares) no pierde el tiempo con coches compactos.
Al próximo presidente de los Estados Unidos, cuya fortuna ronda los 10 mil millones de dólares, le ha gustado el motor desde la juventud y en su colección encontramos modelos como un Rolls-Royce de los años cincuenta o un Chevrolet Camaro que se utiliza como coche de seguridad en las 500 millas de Indianápolis. Caprichos de un empresario adinerado.
El hombre que gobernará Estados Unidos, el rico disparatado que posee helicópteros, mansiones, campos de golf y complejos hoteleros, siempre ha estado cerca de la industria del auto. Fue uno de los primeros estadounidenses en conducir un Mercedes SLR McLaren, el primero en probar un Audi A8 y el primer propietario de un Cadillac XLR-V.
Aún así, su colección de coches no es excesivamente grande, pero sí muy selectiva. Y uno de los coches más exclusivos que han pasado por su garaje ha sido un Lamborghini Diablo VT Roadster de 1997, pintado en azul eléctrico, con 24.000 kilómetros en su historial.
Los datos se conocen porque su actual propietario lo sacó a subasta hace poco más de un mes en eBay. Nadie lo compró. El hecho de que hubiera pasado por las manos de Donald Trump no fue suficiente para alcanzar el precio mínimo. La oferta más alta se quedó en solo 410 mil euros y no hubo venta.
Probablemente, el dueño actual del Lamborghini Diablo está feliz de que Trump haya derrotado a Hillary Clinton esta semana, ya que probablemente el coche se revalorizó.