Tradicionalmente, la gramática es el arte de hablar y escribir correctamente una lengua y, en esta colaboración, solo voy a repetir las palabras de dos personajes: uno, don Miguel de Cervantes y Saavedra en su obra “Los trabajos de Persiles y Sigismunda” (libro I, Cap. V) en que señala: “Llegué a las puertas de la gramática, que son aquellas por donde se entra a las demás ciencias…”
Lo interesante es que ahora resulta que la estulticia de quienes ocupan los cargos públicos, es la que lucha por enmendarle la página a la gramática; a Cervantes, sin atender, además, lo expresado por el otro personaje al que hago referencia: Disraelí, Benjamín Disreli, que ejerció dos veces como primer ministro del Reino Unido, entre otros puestos; habiendo sido uno de los más destacados políticos y que se consagró por su magnífica oratoria, llegando a ser considerado como el mejor orador de la Cámara de los Comunes, y que en su lecho de muerte dijo: “…no quiero pasar a la posteridad hablando con incorrección gramatical…”
Pero claro, estos personajes, ¡sí eran grandes!