Imposible no hablar del fenómeno Trump. En México en la prensa escrita, en las columnas editoriales y de los analistas políticos, sigue presente. Ya no por las causas que dieron motivo a su triunfo, sino para tratar de precisar (¿adivinar?) si se volverán realidad las amenazas que aquél hizo durante su campaña para presidente de los Estados Unidos.
Hay quienes dicen que muchas de esas promesas electorales, que prácticamente se traducen en amenazas para otros individuos o naciones, no se llevarán a cabo en la extensión prometida pues tendrán que ser matizadas por las enormes dificultades de llevarlas adelante en la forma y términos expresados. Que los cambios perseguidos, si bien importantes, no serán en la magnitud ofrecida en la campaña. Indican que esto es previsible porque ya ahora, en el periodo de transición del poder, el discurso del presidente electo se ha moderado, si bien no ha habido retractaciones.
Otros, por el contrario, no dudan de que dado el carácter de Donald Trump y su vinculación con especuladores y ricos, además de que está llamando a colaborar a personajes inexpertos y claramente proclives al contenido de sus ideas, esas promesas y amenazas serán metas a realizar y que solamente fuerzas fuera de los Estados Unidos, que unidas a un sector económico importante de ese país, harán que los propósitos de aquél se vean mermados y cambien de manera importante.
Tales analistas, que tienen una visión realista, predicen que un cambio en la futura política del ahora presidente electo de los Estados Unidos, sólo se dará si se presentan condiciones globales que le impidan llegar al extremo al que quiere llegar.
Considero que tienen razón y por tanto es importante que esos contrapesos comiencen ya a planearse y se concreten. Ahí surge la pregunta que muchos nos hacemos: ¿Qué está haciendo México al respecto? La prensa escrita, la televisión y la radio, prácticamente son unánimes al decir que muy poco.
El Gobierno mexicano no indica cómo se están preparando. Afirma que ya instruyó a todo su personal diplomático en los Estados Unidos para que atienda a los migrantes mexicanos y les preste auxilio en caso de que se pretenda su deportación. Sin embargo, eso parece ser muy poco, pues no se explica cómo es que se va a realizar ese apoyo.
Conveniente sería que eso se explicara para tranquilidad de nuestros connacionales que están en el país del Norte, pero también para nosotros, porque si esa deportación de más de dos millones de mexicanos se realiza, nuestra economía sufrirá, no sólo por la merma en los envíos de dinero que hacen éstos, sino también porque si en un plazo mediano se incorpora esa cantidad de personas a nuestro territorio, será un problema complejo el darles trabajo y oportunidades para su subsistencia.
En algunas ciudades de Estados Unidos, como Chicago y Nueva York, las autoridades locales han dicho que se opondrán a las deportaciones masivas, que no cooperarán para que las autoridades federales las realicen. Serán pues éstas, santuarios para los inmigrantes. Es más, el Alcalde de Nueva York dijo con toda precisión que no solamente habría oposición para que sus policías participaran en las redadas de inmigrantes, sino también que les prestaría auxilio jurídico a las comunidades e incluso individualmente cuando se pudiera, pues ya tenía contratados abogados especialistas para esto.
Dice el periodista Andrés Oppenheimer (AM, 25-10-16) que en Sudamérica y en Chile concretamente, se observan indicios de una reacción en contra de los planes de Trump, incluso de los aliados de aquel país, y que el ex presidente chileno Ricardo Lagos, candidato a las elecciones de 2017 en ese estado, está pidiendo una cumbre latinoamericana para denunciar el muro fronterizo, no sólo por el daño a México sino a todos los países latinoamericanos.
Se sabe también que la Unión Europea, con la señora Merkel a la cabeza, así como países asiáticos como China, están considerando ya como defender la globalización, la que se vería afectada por las ideas cercanas al aislacionismo del futuro presidente de los norteamericanos. En México no hay noticia, cuando menos no la he visto en ningún medio, que el gobierno esté buscando aliarse en otros países. Es importante que lo haga, porque aun cuando es un socio de primera línea con los americanos, evidente es que no podrá defenderse solo. Es más, si los otros países logran contener en forma importante la política de Trump en torno a la globalización, éste se volverá con más fuerza en contra de México para la construcción del muro y la deportación de mexicanos y latinoamericanos. La globalización que también defiende México, es precisamente el ejemplo de la necesidad de alianzas en América y con otros países de Asia y Europa.