Hace un tiempo no tan lejano, la lista de actividades que una pareja podía hacer de forma conjunta parecía reducirse a ir al cine o salir a cenar. En la actualidad, las posibilidades se han multiplicado, pero el tiempo que nos deja la vida moderna para cultivar el amor es, en la mayoría de los casos, muy escaso.

En este escenario, la tecnología acude en nuestra ayuda: tenemos Netflix, Amazon, Hulu y otras plataformas audiovisuales que nos brindan entretenimiento económico y sin salir de casa. Entre el trabajo, los hijos y el resto de actividades, ese hueco en el que compartir los 40 minutos de un capítulo se ha convertido en un sustituto a las citas románticas.

¿Son series el nuevo aliado de las parejas?

Los adictos a este entretenimiento pueden estar tranquilos: existe cierta evidencia a favor de que esta actividad compartida es favorable para la pareja. Así lo dictaminan los resultados de un estudio llevado a cabo en la Universidad de Aberdeen (Reino Unido): “Compartir una identidad social es clave en las relaciones románticas”.

Con esto, se refiere a amigos y familia, pero los autores aseguran que, ante la falta de espacios o amistades compartidas, ver series, películas, o leer los mismos libros “puede compensar esta carencia y fortalecer el vínculo”.

Un capítulo como terapia

“Al ver una serie, ponemos en marcha unos mecanismos de identificación con los personajes”, explica la terapeuta de parejas Zoraida Granados Palma, del Gabinete de Psicología CoNpasión. “Compartir ese tiempo y espacio crea un clima de confianza y respeto que ayuda a conocerse mejor, porque proporciona una información muy valiosa sobre el otro”.

Sin ir más lejos, con cada comentario “podremos conocer la opinión acerca de cómo actúan, sienten o resuelven los problemas de su vida cotidiana los protagonistas”.

Cada episodio ofrece una infinidad de posibilidades, aporta ideas y podría precipitar esa conversación necesaria sobre nuestros deseos, fantasías y necesidades sexuales o sensuales. “Se ve, por ejemplo, cuando decimos: ‘esa ropa te sentaría genial’, ‘me gustaría poder experimentar eso contigo’, o ‘me apetecería hacer esto otro”, considera la psicoterapeuta.

Al margen de la proyección sobre los personajes, “se crea el momento de ver la serie, un instante y un espacio íntimos de la pareja”, añade Ane Ortiz, del Centro Sexológico Emaize, en Vitoria.

En su opinión, lo verdaderamente importante no es el argumento, “sino cómo se vive el momento de disfrutarla”. Concuerda con Granados en que seguir la trama aporta nuevos temas de conversación y puede facilitar la sensación de equipo. “Al intercambiar hipótesis sobre la historia, se impulsa la imaginación de ambos y se puede favorecer el deseo de realizar nuevas actividades conjuntas”.

Además, y por aquello de estar juntitos debajo de la manta del sofá, las propias escenas podrían despertar a la libido: “Se dice que lo lúdico estimula lo lúbrico. Las imágenes de alto contenido erótico pueden incitar a un encuentro amatorio”, cuenta Ortiz.

Pero hacer cosas juntos no significa siempre acabar en la cama. “En numerosas ocasiones compartiremos momentos agradables con nuestro compañero sin deseos sexuales de por medio, como hacer la compra, cocinar juntos o sentarse a leer”, señala Ane Ortiz. Y esto último es, además, una buena estrategia para unir, según Zoraida Granados, partidaria de recomendar la lectura conjunta de algún libro. Al igual que pasa con las series, “se crea un espacio íntimo en el que compartir lo leído y comentar lo que nos ha gustado y lo que no”. Y si queremos mejorar aún más el ambiente, podemos cocinar, leer o hacer el amor, a la vez que descubrimos y disfrutamos de buena música.

Se trata, en suma, de destinar un tiempo periódico a hacer actividades compartidas, hecho probadamente necesario para que las relaciones duren y sean una fuente de felicidad.

Los investigadores concluyen que las parejas que pasan tiempo a solas, como mínimo una vez a la semana, tiene más posibilidades de seguir juntas y dichosas por mucho tiempo.

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