“La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono.

Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro […]

Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido […].

Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario”

Octavio paz, El arco y la lira (1967)

 

Muchos cambios en poco tiempo nos llevan a redimensionar lo que hacemos y lo que pensamos sobre nuestra vida.

Cada vez que una persona querida o famosa se va de este plano es una oportunidad  de regresar a pensar sobre lo esencial de la vida. Es así que la letra de la canción de Napoleón tiene mucho sentido: “Nada te llevarás cuando te vayas, cuando te llegue el día de tu final…” y así nos ha tocado ver personas que han tenido fama, dinero y que se van sin llevarse nada.

Este, que estamos viviendo,  es un momento que nos regala la vida para hacer una reflexión y retomar la esencia de la poesía. Sus características y su filosofía. Muchas personas en un marco puramente  pragmático-materialista han desechado la importancia que tiene la escritura y en particular la poesía.

La poesía es un género dentro de la literatura que se caracteriza por mantener una estética al momento de su escritura, respetando algunas características básicas de lo que tradicionalmente se ha concebido como poesía. Por un lado, es muy cierto que este género, a través del tiempo, ha ido cambiando y de manera muy considerable, por ejemplo, si se tienen en cuenta los tópicos sobre los cuales se centran las poesías.

En la actualidad, la poesía romántica mantiene su posición, pero otros tópicos han ganado terreno en este género, como el caso de los derechos humanos o los temas ambientales. Esto da cuenta de que la literatura es un claro reflejo del tiempo en el cual viven quienes utilizan este tipo de arte para expresarse.

Retomando las palabras de María Zambrano (2001): “El arte, lejos de ser forjador de sombras y fantasmas, es la revelación de la verdad más pura es la manifestación de lo absoluto”. Así que mientras observamos en nuestro rededor esos fantasmas con los que nos quieren espantar para generar miedos y conductas violentas, se presenta la oportunidad de regresar a lo que esas almas elevadas de los poetas nos comparten también como otra opción, su visión.

También la poesía es una herramienta útil para el desarrollo de la conciencia emocional, esa disciplina que nos ha faltado en nuestros procesos educativos, por lo que vivimos en un analfabetismo emocional.

Elegir la poesía como instrumento integrador está directamente vinculado con el mundo de posibilidades que el arte en general otorga a la educación por considerar que favorecen el desarrollo emocional, cognitivo, creativo, conductual, social, reflexivo e incluso el académico.

Si la poesía va a propiciar un acercamiento diferente al lenguaje común servirá también para proponer nombres y significados, reflexiones y posibilidades a las preocupaciones de las personas sobre su propio yo. Esa es la diferencia entre tomar la estética como modelo o sólo hablar con palabras altisonantes o incluso denigrantes o hasta pertenecer a grupos cerrados en donde predomina la violencia y crueldad.

Es lógico creer que el acercamiento a la experiencia poética tendrá implicaciones para la realidad, porque tiene implicaciones positivas en el desarrollo humano. Apuesta por la necesidad de rescatar la naturaleza creadora del ser humano frente a la posible alienación de la sociedad capitalista actual. La denominación de la nueva estética nos parece profundamente acertada para la proyección de la literatura en la sociedad.

El poema es consecuencia del sentimiento del ser humano. Acercarse a la poesía es entrar en el corazón del ser humano, conocer su sensibilidad. La relación con la poesía permite, también, avivar nuestros propios latidos emocionales, despertarlos, incluso creativamente, al calor de aquélla.

Sí que es momento de tener otras alternativas para un desarrollo humano justo equilibrado, pacífico que nos conduzca a la felicidad que nos merecemos. Hay que ponerlo en nuestro pensamiento para poder caminar hacia allá, por eso es tiempo de retomar las premisas de la poesía.

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

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