Llegar a la comunidad de Angostura es encontrar una playa en torno a la laguna de Yuriria. Lanchas, aves e islas conforman el paisaje.
Los habitantes de la comunidad ubicada entre Valle de Santiago y Yuriria tienen como vocación la pesca de mojarra y charal, así como el turismo y los servicios que llegaron con la corriente de visitantes hace 10 años.
“Antes de esto no había futuro en la pesca”, explicó Gaudencio Soto Balcazar, presidente de la cooperativa de pescadores.
Una lancha de motor dio inicio a los recorridos, cuando los pescadores cambiaron sus lanchas de remos por lanchas de motor. Surgió la necesidad de ofrecer servicios para los turistas.
La cooperativa conjunta 600 pescadores de 30 comunidades, divididas en 16 grupos. Tan sólo en Angostura trabajan 300 pescadores.
Parte del trabajo en la cooperativa es revisar que se pesque con la red adecuada, que los prestadores de servicios en lancha cuenten con matrícula y seguros, además de promover el retiro del lirio de la laguna.
Nace un negocio
Semanalmente, aseguró Gaudencio, los visitan alrededor de tres mil personas. Angostura cuenta con 35 lanchas de turismo, con capacidad para 15 personas. Cada 10 minutos hacen un viaje en jornadas de 12 horas.
“Como comunidad somos los que mayor derrama generamos en México, cada lanchero gana hasta 15 mil pesos”.
Para tener una mejor idea, la comunidad cuenta con tres estacionamientos en los que se pueden acomodar 700 vehículos. Los fines de semana en las calles se hacen filas de autos estacionados hasta el siguiente pueblo.
Dos veces por semana ingresan camiones con capacidad de 13 toneladas, que proveen de marisco en los 40 restaurantes que bordean la laguna. “De la pesca no se podía sobrevivir” (se consume un estimado de 30 toneladas de marisco a la semana).
Hombres de tierra y mar
La mejor temporada para la pesca en la laguna de Yuriria es en los meses de abril a mayo.
Cada pescador cuenta con 100 metros de redes, utilizan una red lineal (malla) que tiran y clavan con una vara que sirve de ancla, al día siguiente la “visitan” para retirar los peces.
Diariamente al regresar de la jornada cada pescador vende sus peces en la orilla del lago. Los intermediarios lo ofrecen en los restaurantes y el turismo completa la cadena.
La jornada de pesca comienza para Jorge González a las cinco de la mañana. Tira sus redes y “si hay suerte, se atoran”. Después de ocho años retomó la pesca al regresar de Estados Unidos.
Jorge pesca seis horas al día, en este trabajo no hay cantidad fija y cuenta con 30 redes. Mientras espera, hace filete los peces que recolecta, porque el costo de venta es mayor.
“Menos estrés aquí y uno gana dinero, ¿a que me voy a desperdiciar mi vida?”. Cuando no hay pesca, se ocupa en la recolección de brócoli.
Remigio Martínez aprendió a pescar desde niño; además de pescador, trabaja como albañil.
Diariamente tira sus 26 redes y regularmente pesca 20 kilos de filete, los cuales se convierten en 160 pesos de paga. “Aquí nadie me manda”.
Para ayudarse, cambió los remos de su lancha por un motor. Sus hijos ya no continuaron en la pesca, ahora se emplean en las palapas.
Cada tercer día, explicó, se tienen que lavar las redes para quitarle la acumulación de lama, pues cuando la red está sucia, los peces no se acercan.
Antes de ser restaurantero, José Ávila era pescador, hace 10 años instaló un restaurante a la orilla de la laguna.
Busco la manera de una fuente de empleo y recordó que comercializar el pez era buen negocio, pero prefirió dar servicio.
La mejor temporada para el turismo es diciembre y Semana Santa. Los domingos regularmente hay una buena afluencia de gente. En el restaurante, los fines de semana da trabajo a 15 personas, todos familiares.
Lirio
Una constante en la laguna es la acumulación de lirio, regularmente se llegan a juntar hasta 700 hectáreas de lirio.
Para contrarrestar esta situación, un grupo de 40 personas trabaja en la limpieza del río con la ayuda de una máquina trituradora para quitarlo.
Con una banda recolectan y remolcan el lirio, este trabajo se hacen en colaboración con el Instituto de Ecología.
Si bien este lirio se desecha, en la cooperativa está trabajando para reutilizarlo y buscan desarrollar papel de lirio, artesanías y gas natural.