Los atlantes de Tula y los moais de Isla de Pascua han intrigado por siglos a los investigadores y dado lugar a descabelladas versiones. Habría que preguntarnos que dirán los arqueólogos del futuro cuando descubran las chimeneas de Gaudi, en Barcelona y la representación de unos jóvenes practicantes del hockey, en Canadá.

Guerreros de mucho peso

Tula fue un renombrado núcleo cultural mesoamericano identificado con el conocimiento, el arte y la sabiduría. Su influencia llegó a Yucatán y Centroamérica, siendo su fama tan grande que tolteca era sinónimo de hombre mesurado, constructor, reflexivo y transmisor del conocimiento; por ello la palabra toltecayotl equivale a cultura.

La ciudad de Tollan o Tula se localiza a 80 kilómetros de la Ciudad de México, fue la capital de los toltecas y hoy es visitada por quienes van al encuentro de las colosales esculturas descubiertas en los años 40, representando guerreros que llevan un pectoral en forma de mariposa, un gran cinturón con un disco solar en la porte posterior, un haz de flechas en la mano izquierda y en la derecha un lanzadardos o atlatl. 

El atlatl era un arma apreciada por su efectividad devastadora, ya que su diseño permitía que los dardos lanzados penetraran pieles gruesas, incluso láminas metálicas. Este tipo de arma se utilizó desde hace milenios entre los pueblos indígenas, lo mismo que en Europa y los aborígenes australianos, incluso actualmente hay competencias con esta arma en los EU.

   Derritiendo el hielo 

Toronto es una hermosa ciudad futurista por su diseño urbano: lleno de rascacielos y una red de 28 kilómetros de túneles, en los que se ubican mil 200 comercios que constituyen el núcleo comercial más grande del mundo. El Path, como se le llama a la ciudad subterránea pletórica de bares, bancos, restaurantes o cines, permite a los transeúntes recorrer las calles con toda tranquilidad durante el duro invierno y acceder directamente al Metro, al tren y a 50 de los edificios más importantes de la ciudad.

Entre los sitios más fotografiados de Toronto está la emblemática Torre CNN y un conjunto escultórico en bronce, obra de Edie Parker, inaugurado en 1933 frente al salón de la fama del hockey.

La obra ha sido muy elogiada por reflejar la alegría, el vigor y la fuerza de un grupo de jóvenes, a punto de saltar al hielo, para practicar el deporte que apasiona a Canadá; por ello la escultura fue bautizada como “Nuestro juego”.

Por cierto, a unos pasos, se encuentra otro monumento dedicado al “Equipo del Siglo” de 1972, cuando se celebró un histórico duelo de ocho partidos contra la Unión Soviética para dilucidar cuál era el mejor del mundo. En el último minuto del octavo partido ganó Canadá.

 La guerra de las azoteas

 

Una de las obras más reconocidas del innovador arquitecto Antonio Gaudí fue el edificio de La Pedrera, en Barcelona, y dentro de ésta, las enigmáticas esculturas que realizó en la azotea, destinadas a chimeneas.

Un contingente de 30 guerreros fantásticos se adelantaron de tal manera a su época que inspiraron al diseñador británico Andrew Ainsworth para crear a los soldados imperiales de la saga de La Guerra de las Galaxias y que fueron motivo de una demanda de 20 millones de dólares del director George Lucas, tratando de impedir que vendiera réplicas, contienda que al menos en Inglaterra ganó el diseñador.

Algunas de las esculturas, además de sus cascos, se distinguen por sus troncos helicoidales que parecen girar. Este conjunto escultórico es uno de los puntos más visitados de Barcelona.

 Aislados del mundo

Isla de Pascua, en medio del Océano Pacífico, es el único territorio de América Latina de cultura polinésica y uno de los sitios más aislados del planeta; está a 3 mil 700 kilómetros de Santiago de Chile.

Hasta esta isla chilena, cuyo verdadero nombre es Rapa Nui, llegaron osados navegantes polinesios entre los siglos 7 y 8, llevando su lengua, cosmovisión, especies para su sobrevivencia y un peculiar estilo escultórico monumental llamado ahu.

Los ahu son gigantescos monumentos en honor de los ancestros. Se cree que varios escultores y numerosos ayudantes trabajaban durante dos años para esculpir estatuas entre 4 y 10 metros de altura, con un peso que fluctuaba entre 5 y 10 toneladas. Llevarlas a sus sitios de destino era una formidable tarea de arrastre, usando cuerdas y troncos. Levantarlas era otra proeza.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, en algunos casos se colocaban a las estatuas sendos tocados o sombreros de piedra volcánica de varias toneladas. Estos gigantes siguen dando sorpresas, por ejemplo en el volcán Rano Raraku (que resultó ser la cantera), permanecen más de 40 moais, que se creía eran solo cabezas. Los arqueólogos actuales han descubierto que son de cuerpo entero.

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