Muchos de nuestros vicios o manías los realizamos de forma inconsciente. Si pudiéramos elegir, probablemente no nos morderíamos las uñas, nos tiraríamos del pelo o nos meteríamos constantemente los dedos en la nariz.
Muchos de estos tics que relacionamos, a veces erróneamente, con un estado de estrés, pueden acarrear problemas para nuestra salud.
Aquí algunas de las manías más comunes y sus consecuencias. ¿Cuál va a ser el primero que abandone?
Morderse interior de las mejillas:
Llagas e infecciones
No se trata de esas veces que nos hemos pegado un bocado en el labio o en el interior de nuestras mejillas accidentalmente; el hábito de morderse la piel a propósito se llama dermatofagia.
La psiquiatría lo recoge dentro del apartado de control de impulsos, del mismo modo que morderse las uñas. Una de las razones de este vicio es porque así se responde al estrés, un método para liberarlo. Muchas personas con dermatofagia comienzan mordiendo sus lápices en el colegio y en algún momento de su vida comienzan a morder su piel.
Mordisquear objetos:
Daños en el esmalte dental
Lápiz, bolígrafo, funda de teléfono, tapón de la botella de agua, el cable de los cascos o el palito para remover el azúcar del café de máquina. Necesita mordisquear algo, llevarse cualquier cosa a la boca.
Se hace para calmar los nervios, pero también es un gesto que las personas utilizan inconscientemente porque les sirve para concentrarse. Los dientes están diseñados para masticar alimentos y utilizarlos para morder otros objetos hace que nuestra dentadura ejerza una presión que, con el tiempo, desplaza los dientes o incluso los rompe.
Hurgarse
la nariz:
Hemorragias
Pocos nos salvamos de caer en esa tentación, al parecer placentera. Incluso hay un término médico para ello: rinotilexis. Hace ya una década, los investigadores Trevor D. B. Thompson y James W. Jefferson publicaron un estudio para el que encuestaron a 1000 adultos: el 91% confesó hacerlo alguna vez al día y un 1,2 % aseguró que se hurgaba menos una vez cada hora.
Los científicos concluyeron que este hábito no podía considerarse patológico. Cinco años más tarde, dos médicos del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias de Bangalore (India), descubrieron que casi el 100% de los 200 adolescentes a los que preguntaron se metían el dedo en la nariz una media de 4 veces al día. Lo hacían para rascarse o limpiar restos, pero el 12% admitió hacerlo por placer.
Crujir
los huesos:
Dolor crónico
Hay personas que lo hacen para relajar una tensión muscular que se han detectado puntualmente, pero es cierto que hay quien recurre a este gesto para aliviar un estado de estrés generalizado. “Es un problema y no porque, como erróneamente se piensa, estos estiramientos puedan producir una artrosis en el futuro, sino porque realmente así no está atajando su verdadero problema: el estrés.
Si la razón es aliviar el dolor articular, tampoco ayudará a solucionarlo, ya que es el ejercicio y una buena dieta la que nos ayudará a tener un buen tono muscular, que repartirá más la tracción y compensación que sufren las articulaciones, previniendo así la rigidez y el dolor”, asegura el fisioterapeuta José Santos.
Rechinar
los dientes:
Dolor y fracturas dentarias
Si suele apretar mucho sus dientes superiores contra los inferiores, o bien los hace rechinar, padece bruxismo. Más de un 70% de la población adulta padece este hábito del que existen dos tipos: uno que es involuntario e inconsciente, que tiene lugar mientras dormimos y otro que se produce mientras estamos despiertos y que está más relacionado con el estrés psicológico y la ansiedad.
Sus consecuencias son el desgaste del esmalte, algo que provoca una sensibilidad dentaria bastante dolorosa, y lleva a padecer dolores de cabeza, contracciones musculares a nivel cervical, dolor en la mandíbula o fracturas en los dientes.
Morderse
las uñas:
Infecciones en dedos y boca
Aunque solemos asociar este tic a un estado de nerviosismo, nadie ha podido confirmarlo.
Por ejemplo, un estudio publicado en el 2015 en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry indicaba que el “motor de la onicofagia (que es como se llama a este hábito) no es la ansiedad, sino el perfeccionismo”. Por muy inofensivo que parezca, este hábito puede traer varias complicaciones, la piel que rodea la uña puede inflamarse e infectarse, lo que causaría bastante dolor.