El baile es hipnótico: “cak, cak, cak, cak” pronuncian unos 60 hombres vestidos con sarongs, sentados en círculo alrededor del fuego. 

El escenario, también atrapa. Es el templo de Uluwatu al sur de la isla de Bali. El rojizo sol se pone mientras las olas del Océano Índico azotan un acantilado.

Sin levantarse, los hombres tambalean su cuerpo, como en trance. De pronto, hacen movimientos erráticos, epilépticos.

Realizan el baile Kecak, y su actuación, y la de otros intérpretes que en breve saldrán disfrazados, ayuda a dramatizar el mítico libro “Ramayana”. Relatan el amor entre Rama y Sita, los Romeo y Julieta del hinduismo.

En Bali, la joya turística del archipiélago indonesio, visitada cada año por unos 4 millones de extranjeros, el baile es esencial. 

Pero no hay que ir hasta Uluwatu para disfrutarlo. En restaurantes como Bebek Tepi Sawah (con el mejor pato frito de la región) o el Parque Garuda Wisnu Kencana (que difunde la cultura hinduista) hay muestras de Pendet, una danza tradicional.

Muy concentradas jóvenes balinesas, con vestidos rituales que les dan apariencia de princesas de otra época, mueven su cuerpo lentamente en una danza de purificación que significa también bienvenida.

Llena de playas paradisíacas, selvas profundas y volcanes sagrados, en esta isla hay además baile Barong (sobre la lucha entre el bien y el mal), y Topeng (que cuenta mitos con la compañía del ensamble de música gamelán).

El territorio, que fue ocupado por exploradores portugueses, colonizadores holandeses y conquistadores japoneses, parece pequeño pero hay mucho dónde perderse. 

Con inglés y algunas palabras de bahasa indonesio basta para sobrevivir.

Transitar por las carreteras de Bali, en auto con aire acondicionado por el fiero calor o en motoneta como los locales, es una experiencia.

Mientras el vehículo se bambolea de aquí a allá por los complicados terrenos, es frecuente encontrarse con coloridas procesiones debido a ceremonias religiosas o ritos funerarios de cremación.

Pero más común es ver la cantidad de espectaculares templos rodeados de árboles banianos, de papaya o mangostino, con los que es imposible evitar la tentación de entrar unos minutos.

Comer en la isla es una fiesta: arroz blanco, arroz frito, arroz con verduras, cerdo asado, pato frito o pescados, siempre con sambal, una salsa picante que a algunos provocaría sudar. 

Para rematar un café luwak, el más caro del planeta: hecho con granos de café que excreta un felino asiático llamado civeta.

Las playas no tienen nada que envidiar a las del Caribe y destacan por la peculiaridad del paisaje: chicas japonesas mostrando curvas en bikini por aquí, y musulmanas con velo hiyab sacándose selfies desde la arena.

Geger es una de las mejores para nadar por su poco oleaje. Pandawa, además de aguas turquesa, presume seis enormes esculturas del libro “Mahabharata” en acantilados de piedra caliza que envuelven al lugar.

Hay resorts, hoteles chics, villas, chalets privados, búngalos en el mar y hostales, todo para mochileros y viajeros de lujo. La mayoría de los lugares ofrecen masajes y recomiendan terapias de bienestar y sanación.

Pero Bali, la isla de la tranquilidad, también tiene su cara salvaje.

Los fiesteros pueden enfilar a las calles de Kuta, una de las más turísticas, llena de tiendas, restaurantes y surfistas que quizás recuerden con una cerveza Bintang cómo bailaron sobre las mejores olas del soleado día.

Legian es la zona para la vida nocturna: una galería interminable de bares y antros colmada en su mayoría de australianos para los que Bali es una segunda casa.

Allí no hay danzas rituales, pero sí salsa latina y mucho kizomba, ese sensual ritmo angoleño con que los balineses se menean con pasión, como si les fuera la vida en ello.

Esta isla de comida y rezos es fácil de amar.

Guía práctica

 

Cómo llegar

Una buena opción es volar desde la Ciudad de México a Tokio con Aeroméxico y de allí conectar rumbo a Bali con Garuda Indonesia, ambas aerolíneas pertenecen a SkyTeam. 

 

Dónde dormir

St. Regis Bali. Uno de los resorts más lujosos de la isla, con suites y villas privadas con acceso directo a la playa. Desde 10 mil 800 pesos la noche en ocupación doble.

Pertiwi Bisma. Perfecto para la tranquilidad, pues se encuentra rodeado de campos de arroz. Desde mil 400 pesos por noche en ocupación doble.

Dónde comer

Bebek Tepi Sawah. Entre los platillos más especiales de la cocina balinesa, se encuentra el pato frito con salsas, y no hay mejor lugar que éste para degustarlo.

Bahía de Jimbaran. En esta zona, junto a la playa, hay decenas de restaurantes donde se oferta lo mejor de la gastronomía local mezclada con la pesca del día.

Más información

www.aeromexico.com

www.garuda-indonesia.com

www.stregisbali.com

www.pertiwibisma.com

www.bebektepisawahrestaurant.com

www.jimbaranbayseafoods.com

www.gwkbali.com

www.indonesia.travel/en

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