Antes del despegue se siente un hueco en el estómago, mismo que desaparece tan pronto se ven desde las alturas las Cataratas del Niágara, justo en la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

Es preciso imaginar el potente rugido del agua. Desde la cabina del helicóptero se ve pero no se oye la furia de esta maravilla natural, considerada como uno de los destinos turísticos más antiguos de Canadá. Se dice que aquí se tomó la primera fotografía del país, en 1840, incluso antes de que se formara como tal.

Al año, hasta aquí llegan aproximadamente 12 millones de viajeros.

Por estar a una hora y media en auto desde Toronto (capital de la provincia de Ontario), las cataratas también son la excursión clásica de ida y vuelta que hacen los torontonianos cuando reciben visitas.

En su camino hacia el ícono canadiense, el helicóptero pasa por encima del Rainbow Bridge, el puente que atraviesa el río Niágara y conecta las dos ciudades llamadas Niagara Falls, la de la provincia de Ontario y la del estado de Nueva York. También se ve el Queen Victoria Park y la torre de observación Skylon.

El clímax llega cuando se observa la forma de herradura que caracteriza a las cataratas del lado canadiense, conocidas en inglés como Horseshoe Falls. Son las más grandes con 792 metros de ancho y 54 metros de altura. Del lado estadounidense, la caída Bridal Veil Falls mide 323 metros de ancho.

A bordo, los paseantes preparan sus smartphones. Todos quieren inmortalizar el momento y compartirlo en sus redes sociales. Sin embargo, las imágenes no le hacen justicia al paisaje que se admira desde este vuelo.

Por sus entrañas

Desde finales del siglo 19 los viajeros recorren los túneles abiertos que hay por detrás de las cataratas canadienses, que permiten sentir de cerca el estruendo. La atracción, llamada Journey Behind the Falls, cumplió 125 años en 2014.

Desde el centro de visitantes Table Rock Welcome Centre se descienden 45 metros en elevador. Los túneles llevan hasta una suerte de puertas donde se ve el poderoso correr del agua.

Nadie se salva de una salpicada en las plataformas de observación, pero aquí no se necesita suerte para ver arcoíris dobles.

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