Mientras se comparte un plato de arroz huérfano en La Canasta, los dichos de Armando Fuentes Aguirre, “Catón”, ponen humor al momento.
“Nueva York es un poco más grande, pero ¡Saltillo es otra cosa!”, reza uno de los varios piropos que se leen en las paredes del tradicional restaurante.
Fuera de broma, lo cierto es que el gusto por esta ciudad se contagia entre los viajeros que buscan cerros despoblados en el horizonte, vegetación desértica y un cielo azul brillante.
Para comenzar a sorprenderse, una visita al Museo del Desierto no falla. Inaugurado en 1999, este espacio interactivo es todo un referente cultural y de conservación ecológica en el Estado, dedicado al segundo ecosistema más importante de México.
Además de develar los secretos desérticos, sus pabellones dan cuenta de la historia del planeta. Uno de los más llamativos es el dedicado a los dinosaurios, donde fascina la réplica del esqueleto de un T-rex, pero quizá lo más increíble es la exhibición del fósil original de un dinosaurio Velafrons coahuilensis: tiene 72 millones de años de antigüedad y fue encontrado en el Municipio de General Cepeda, más o menos a una hora de Saltillo.
Siguiendo a tono con las experiencias saltillenses (como ir por pan de pulque a la panadería Mena o apoyar a los Saraperos en el estadio de beisbol), después del museo hay que dar la vuelta por la Alameda Zaragoza. No pueden faltar unas conchitas preparadas: frituras de maíz, granos de elote, queso amarillo derretido y chiles en vinagre.
Es obligado visitar la Catedral de Santiago, fundada en 1745. Su fachada se admira mejor desde la Plaza de Armas, donde están la Fuente de las Ninfas y el Palacio de Gobierno.
Al atardecer conviene dirigirse hacia el mirador de la Plaza México. A pocos pasos de ahí, por la Iglesia del Santo Cristo del Ojo de Agua, aún brota el famoso saltillo de agua que, se dice, dio origen a la ciudad, en 1555. Con suerte, los viajeros pueden acercarse a beber de este manantial cargado de historia y bendiciones. Como diría “Catón”, eso sí es otra cosa.
Sin salir del país
Tras conocer los clásicos de Saltillo, Coahuila propone otras experiencias como la posibilidad de descender por una pista de esquí artificial durante todo el año en el famoso centro alpino Monterreal, que está situado en la Sierra de Arteaga.
Arma tu ruta
Saltillo es puerta de entrada a otros destinos coahuilenses que encantan por la belleza de sus paisajes naturales:
Sierra de Arteaga: resort de esquí y golf Bosques de Monterreal
92.8 kilómetros
Parras: Hacienda San Lorenzo en Casa Madero
141 kilómetros
Cuatrociénegas: centro del Pueblo Mágico
278 kilómetros