Donald Trump está nervioso. Su reforma sanitaria se tambalea. No tiene mayoría asegurada y la votación se celebra hoy.

Ante la posibilidad de una derrota, el presidente de EU no dudó en sacar al lobo que lleva dentro y amenazar a los parlamentarios díscolos.

“Iré contra ustedes”, les espetó en una reunión privada.

Su presión no surtió efecto, aparentemente. Unos 25 congresistas de su partido siguen negándose a aprobar su proyecto, lo que es más que suficiente para bloquearlo.

Trump está contra las cuerdas. Los tribunales bloquearon su veto migratorio, el FBI anunció que investiga los posibles nexos de su equipo con Rusia, y las encuestas le dan sólo 37% de aceptación, la valoración más baja de un Presidente de EU a estas alturas de mandato.

El momento es pésimo y un fracaso en la reforma sanitaria, una de las grandes aspiraciones de los conservadores, lo dejaría malherido. En su primer examen parlamentario, demostraría que no controla las huestes republicanas y su imagen de presidente vertiginoso pero débil, se dispararía.

Para evitarlo, Trump se multiplicó el martes y, en un torbellino de reuniones y llamadas, trató de convencer a los díscolos de las bondades del proyecto.

En su contra hay halcones, para quienes el plan es poco radical, y moderados, que lo ven demasiado fuerte. A todos, más que una explicación técnica, el Presidente les trató de hacer ver la necesidad de sacar adelante la ley para evitar descalabros políticos.

La presión fue especialmente intensa con los más conservadores.

Al congresista Mark Meadows, líder de halcones del Freedom Caucus, le dijo: “Iré contra ustedes, pero sé que no tendré que hacerlo, porque sé que votarán que sí. Honestamente, una derrota no es aceptable, compañeros”.

Las amenazas no consiguieron despejar las dudas, con lo que se esperan más acciones del Presidente.

La reforma supone la demolición del Obamacare, uno de los grandes logros sociales de su antecesor.

El proyecto alternativo de Trump elimina la obligación de contratar seguro médico, congela el desarrollo del programa para los más desfavorecidos (Medicaid) y acaba con el sistema impositivo que expandió la red asistencial (20 millones de asegurados más).

Todo ello permite un ahorro de 337 mil millones de dólares en una década, pero deja a 24 millones de personas sin seguro médico.

Oculta trabajo con Rusia

La trama rusa no da descanso a Trump. Justo cuando el FBI confirmó que investiga si el Kremlin se coordinó con el equipo del multimillonario para derrotar a Clinton, sale a luz que su antiguo jefe de campaña, el lobista Paul Manafort, fue contratado por la órbita de Vladímir Putin para promocionar los intereses de su Gobierno en Estados Unidos.

La revelación desbarata la defensa de Manafort, quien aseguró que jamás trabajó para rusos, y estrecha el cerco sobre el Presidente.

Manafort estuvo tuvo que abandonar en agosto su puesto de jefe de campaña, tras descubrirse que supuestamente recibió 12.7 millones de dólares de un partido prorruso en Ucrania, acusación que él negó vehementemente, pero poco le valió para conservar su puesto.

Ahora, una investigación de la AP sacó a la luz que Manafort sí estuvo al servicio de los intereses del Kremlin: entre 2005 y 2009 fue contratado por el empresario ruso Oleg Deripaska, hombre de la máxima confianza de Putin, magnate del aluminio que posee un emporio con más de 200 mil empleados.

El contrato, por 10 millones de dólares anuales, tenía como fin “influir en la política, los negocios y los medios de Estados Unidos” para beneficiar al Gobierno ruso.

…Y lo amenazan con destituirlo

“Prepárate para un impeachment”, tuiteó el martes la congresista demócrata Maxine Waters. La veterana legisladora de California se ha convertido en una de las opositoras más feroces al presidente Trump, sobre todo por sus posibles lazos con Rusia.

No es inusual que el fantasma del impeachment, la destitución de un Presidente por parte del Congreso, planee sobre Washington, pero es infrecuente tan pronto en un mandato.

“Veremos que [Trump] estará en una posición en la que cumplirá el criterio de altos delitos y faltas, y yo mantengo que entonces es cuando aparece el impeachment”, dijo Waters a la MSNBC.

La congresista promete mantener su ofensiva. La semana pasada, tuiteó una imagen con rostros de personas del entorno de Trump y Putin, titulada “El Klan del Kremlin de Trump”, en una alusión implícita al Ku Klux Klan, aquel grupo de fundamentalistas blancos que perseguía a negros en Estados Unidos.

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