Aunque aún no es un hecho que se concrete, se ha dado a conocer que la Familia López Chargoy, estaría interesada en vender a algunas de sus dos franquicias, Puebla o Chiapas, mientras que Grupo Salinas también ‘escucharía’ ofertas por Monarcas.
La única diferencia entre estas posibles ventas es que de parte de los López Chargoy, no habría problema en mudar a las franquicias, mientras que los dueños del Morelia sí han puesto como condicionante que el equipo no pueda abandonar su actual sede.
El caso resulta curioso para los cuadros de La Franja y Jaguares, ya que ninguno de estos equipos nació en dichas ciudades.
Por Puebla han pasado varias franquicias como Los Ángeles o la propia de La Franja, pero la que actualmente está en la Angelópolis es la del Unión de Curtidores, que en 1999 ganó el ascenso a Primera División pero no se pudo quedar porque su dueño, Valente Aguirre, no tenía intenciones de tener a dos equipos en León.
Jaguares es un caso aún más especial. La franquicia, como tal, nació después de que Veracruz cambiase de sede a Chiapas, pero tras una década, el equipo fue vendido a Querétaro para que los Gallos Blancos no descendieran, y luego gente de Chiapas compró al San Luis ese mismo torneo, para que hubiera un equipo en “La Selva”.
Cambio de sedes y compra de pases a Primera, más común de lo que parece
En realidad, el cambio de sedes por parte de equipos, muchas veces mediante la compra de franquicias, no es algo extraño en México, sino todo lo contrario, ya que ha pasado una veintena de veces. También hay varios equipos que ganaron su “derecho de piso” en el Máximo Circuito, a base de billetazos.
El primer equipo en incurrir en esta práctica fue el Club Oro en 1970, que tras una serie de malos torneos, fue puesto en venta. Sus nuevos dueños, aunque no lo cambiaron de ciudad, sí modificaron toda su identidad y lo renombraron como Club Jalisco. En esa década de los setentas, Necaxa también pasó a ser Atlético Español. Hasta aquí, solo cambios de imagen.
Los verdaderos cambios comenzaron con los Leones Negros, que compraron la franquicia de los Diablos Blancos de Torreón para llegar a Primera División. De allí, empezaron los cambios de sedes: San Luis se convirtió en Tampico FC, y Club Laguna en Coyotes Neza.
En los ochentas, Televisa adquirió al Atlético Español y lo rebautizó como Necaxa, aunque terminó por mudar al equipo a Aguascalientes. En 1982, Atletas Campesinos se convirtió en Tampico Madero. Dos años después, Oaxtepec se convirtió en Ángeles de Puebla, y cuatro años más tardes Los Ángeles fueron adquiridos por Santos Laguna, que había fracasado dos veces en ganar la final de Ascenso. En 1988 también los Coyotes Neza se convirtieron en Correcaminos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y un año después, Potros Neza pasó a ser Veracruz.
Los noventas no tuvo tantos movimientos, pero sí uno muy extraño. Tampico Madero pasó a ser Querétaro en 1990 y tras cuatro años muy malos, la franquicia desciende. De forma extraña, el equipo que logra ascender a Primera es otro cuadro de Tampico, que por problemas administrativos se muda en 1994… a Querétaro.
¿Qué equipo dices que te llamabas?
En el nuevo siglo, los equipos de Guanajuato y cercanos al estado, son los que más sufrieron. Primero lo hizo el Irapuato, cuando ganó el derecho a estar en Primera División sobre el León en 2001, pero fue vendido a Veracruz. La Piedad, también casi recién ascendida a Primera División, pasó a ser Querétaro en 2002. Ese mismo año, Celaya se convirtió en una de las franquicias que menos vida tuvo; Colibríes.
Finalmente, en 2013, Fidel Kuri Grajales decidió mover al equipo de Reboceros a Veracruz.
Cambio de sede, no de identidad
Hay algunos equipos, como Necaxa en su segunda etapa, que solo se movieron de sede.
Los Rayos dejaron el Estadio Azteca en la Ciudad de México, para jugar en Aguascalientes.
El Atlante también estuvo en el Estadio Azulgrana y Estadio Azteca en México, pero ahora “deambula” en Cancún, Quintana Roo, donde si bien ganó un título de liga, nunca logró convencer a los aficionados.